Hay tantas preguntas que surgen frente a la evolución de la situación de nuestro país, que el riesgo mayor consiste en permitirse una respuesta. En la medida en que éstas se producen crece la incertidumbre y se cuestiona a la conciencia. Son tantas las evidencias que es imposible resumirlas en tan breve espacio. Citemos sólo algunas.
¿Debería en conciencia aceptar las leyes promulgadas por un Congreso de la República cuyos integrantes han sido cuestionados, acusados, capturados y, en muchos casos, condenados por el ejercicio de la 'parapolítica', en temas tales como la reelección, la reforma política, donde el fin justifica los medios y todo es válido para torcerle el cuello a la Constitución, legislando a nombre propio, con el objetivo de mantenerse indefinidamente e injustamente en el poder, hasta el límite de destruir la institucionalidad, crear un unanimismo espurio en los poderes públicos y conducirnos a una 'democradura', que es el fiel reflejo de una dictadura?
¿Es legítimo aceptar que los particulares más cercanos al Ejecutivo se enriquezcan con decisiones de los funcionarios y subalternos del Presidente, que el referendo se financie en su mayoría con dineros de contratistas del Estado y sus firmas se transporten con dineros de empresas donde los socios se encuentran acusados por lavado de activos y por estafas contra el colectivo?
¿Es ético mantener las legislaciones de exención y prebendas a los más ricos, cuando los verdaderos problemas nacionales se encuentran en lo social y, la crisis se encuentra a punto de hacer explotar los sistemas de salud pública, pensiones, y los índices de desempleo y el subempleo son cada vez más preocupantes?
¿Ante la crisis 'global' producto de las malas prácticas del 'capitalismo salvaje' es honesto apoyar la profundización de tratados de protección infinita a las inversiones, permitiendo legalmente todo tipo de abusos de la posición dominante del mercado, afectando nuevamente la salud y la alimentación de los colombianos por la violación sistemática de las reglas de competencia y avalando los beneficios monopólicos de las multinacionales?
¿Cómo aceptar la 'contrarreforma agraria', que mediante la violencia política y económica, incluidos miles de delitos de lesa humanidad, generó además más de tres millones de desplazados, y que el Congreso de la República y el Ejecutivo, simplemente con su ausencia, legalicen y legitimen el poder político regional ejercido por los cómplices de los delincuentes?
¿Cómo aceptar los 'falsos positivos', las 'chuzadas' y los seguimientos a los que son considerados como enemigos del régimen desde la civilidad y que no exista una responsabilidad política del Gobierno, así el Presidente sea el jefe máximo de las Fuerzas Militares y del DAS?
Sí, tengo objeciones de conciencia para aceptar la falta de legitimidad, honestidad y ética por parte de los gobernantes, de respetar leyes que legalizan y justifican la barbarie, de cerrar los ojos frente al asalto del erario público y la violación impune de los derechos humanos.
Si los principios básicos de una sociedad son asaltados, como ciudadano no me queda otra alternativa que declararme en desobediencia civil e intelectual, pasiva y sin violencia, contra tamaños infundios. Los valores mínimos para que una sociedad funcione no pueden ser remplazados por una aparente legalidad que avale una dictadura.