HOY LA ESTACIÓN de Edge Hill, en Liverpool, algo así como 'la colina al final del acantilado', la más antigua estación de ferrocarril de Inglaterra, está tomada por dos colombianos. La organización de 'Liverpool Capital de la Cultura' invitó a Luis Fernando Peláez (1945) y a su hijo, el arquitecto Juan Manuel Peláez (1969), a proponer una intervención en el programa 'Pabellones'. Consiste en retomar lugares que han tenido una vigencia histórica importante y por muchas razones andan deprimidos, con el fin de recuperarlos y regenerar espacios públicos que han tenido trascendencia.
No es la primera vez que Peláez trabaja con su hijo arquitecto. Lo hicieron en la plaza Cisneros de Medellín en donde instalaron decenas de tubos de luz que ellos concibieron como una especie de bosque urbano y que al encenderse la iluminan y convierten en una especie de laberinto. Justamente por ese proyecto fueron los únicos latinoamericanos invitados.
El artista es reconocido por ese persistente trabajo alrededor de la memoria, que ha expresado en obras en las que, por ejemplo, coloca un perro en medio de una inundación, o fragmentos de maletas que tienen impresas, casi imperceptiblemente, poemas del despojo. Su trabajo es una metáfora del naufragio, la tragedia y la pérdida. "Cuando se habla de la muerte de las cosas es para hablar de la vida, por eso es necesario construir referentes de espacio público que parte de lugares hundidos, sumergidos históricamente, en deterioro", explica. "Justamente por eso le interesó el proyecto inglés, porque para él los recorridos que puedan producirse con esta obra buscan una cosa: construir memoria".
Coincide este proyecto con el lanzamiento del libro de artista de Peláez, realizado por el taller Arte Dos Gráfico, que narra de forma poética la historia de su trabajo de los últimos años.
EL PROYECTO
Los Peláez utilizaron la forma triangular de los tradicionales adoquines en piedra de esta estación del ferrocarril y los convirtieron en el leitmotiv de una estructura de unos 100 metros que permanecerá unas cuantas semanas y que la gente puede recorrer. Tiene unas columnas ascendentes, las primeras casi miden 20 centímetros y las últimas unos dos metros, y en su conjunto evocan un muelle o malecón.