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Carlos

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Finanzas

30 nov 2009 - 5:00 a. m.

Editorial / No hay cuarto malo

El Congreso Cafetero que comienza mañana en Bogotá tiene lugar en medio de una coyuntura compleja.

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Y es que la caída en la producción nacional ha sido descomunal, pues según los cálculos recientes apenas llegaría a 8,3 millones de sacos en el año, lo que equivale a una reducción de casi el 30 por ciento frente al 2008. Debido a lo sucedido, Colombia sigue descendiendo en la clasificación mundial y ahora se ubica en el cuarto lugar dentro de los productores más grandes, por debajo de Brasil, Vietnam e Indonesia.

Pero más grave todavía es que esa circunstancia evitó aprovechar los buenos precios internacionales que llegaron a superar los dos dólares por libra hace unos meses. De tal manera y a pesar de que el valor de compra de la carga del grano ha subido 13 por ciento en promedio, el ingreso neto de los cultivadores ha bajado. En total, la Federación de Cafeteros calcula que el valor global de la cosecha será menor en casi 600.000 millones de pesos a la pasada, lo cual implica una mayor estrechez para más de medio millón de familias que derivan su sustento del que sigue siendo el principal cultivo del país.

Lo ocurrido es el resultado directo de tres factores que se conjugaron en forma fortuita. El primero fue el intenso régimen de lluvias de hace un año, que impidió la floración adecuada de los cafetales y la recolección de los frutos. El segundo estuvo relacionado con un ambicioso programa de renovación que comprende reemplazar plantaciones antiguas por nuevas y que ya cubre a una cuarta parte del área sembrada. Y el tercero tuvo que ver con los elevados precios de los fertilizantes durante buena parte del 2008, lo cual afectó el uso de los mismos y, por ende, el rendimiento de las parcelas. En algunos casos, incluso, este hecho ha tenido que ver con un aumento en el área infestada por enfermedades como la roya y la broca.

Todo lo anterior se ha sentido en la economía nacional. Tanto el pobre desempeño del sector agropecuario, como el retroceso en los ingresos de los caficultores, han golpeado al Producto Interno Bruto, ya sea desde el lado de la oferta o de la demanda. Ese factor ha hecho más difícil la realidad en zonas como el Viejo Caldas en donde también se ha sentido una disminución de los envíos de remesas o en Huila, Cauca y Nariño, en donde el huracán de las pirámides dejó decenas de miles de damnificados.

Sin embargo, en medio de este turbulento panorama, hay un hecho afortunado. La salud financiera del Fondo Nacional del Café es buena, con un patrimonio cercano a los 500 millones de dólares y un nivel de deuda manejable. Si bien en el 2009 las cuentas se han contraído ante el descenso en la contribución cafetera, que es un resultado directo del volumen y las exportaciones, no hay motivos de alarma.

Por tal razón, es fundamental que del Congreso Cafetero salga un mensaje contundente de optimismo hacia el futuro. En tal sentido, la relativa normalización del clima y la adopción de medidas puntuales deberían permitir un crecimiento de al menos dos millones de bultos en la producción del 2010. Por otro lado, es necesario destacar las medidas de alivio adoptadas a finales de noviembre y que incluyen la condonación parcial o total de deudas para los agricultores más pobres. Además, hay que reiterar que el objetivo de mediano plazo sigue siendo el mismo: elevar la cosecha hasta 17 millones de sacos en el 2014.

No menos importante es la unidad. Como es bien conocido, la elección del actual gerente de la Federación creó un cisma entre los departamentos que antes mandaban la parada y los que han venido ganando participación, en el sur del país. Esas heridas se han venido cerrando, gracias al esfuerzo personal de Luis Genaro Muñoz, quien con escasos 90 días en el cargo ha hecho más de 30 visitas a las zonas productoras y a buena parte de los 15 comités departamentales.

La razón de fondo es que los desafíos que importan son los externos. Estos incluyen recuperar la producción, al igual que mantener al café colombiano en un lugar de preponderancia en el mundo. Sólo así Juan Valdez y su mula seguirán siendo sinónimos de calidad en un grano que tanto progreso le ha traído a Colombia, durante más de un siglo.

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