Las obras voluntarias que presentó Opaín para seguir ampliando el aeropuerto El Dorado, avaluadas en 400.000 millones de pesos y los 250.000 millones que se invertirán para reducir el tiempo de los aviones en las pistas, son muy importantes, pero no ayudarán a resolver las congestiones en la terminal aérea de Bogotá.
Así lo afirmó el capitán José María Jaimes, de la Organización de Aviadores de Avianca (Odeaa), al señalar que los ocho puentes de abordaje adicionales, las salidas rápidas en las pistas y el conector de las calles de rodaje darán mayor comodidad a los viajeros, pero tendrán un impacto mínimo en la operación.
“Las obras dejaron una infraestructura moderna y elegante, pero si vamos a la operación diaria nada ha cambiado. Seguimos con las mismas pistas y radioayudas”, explica.
Ante esta situación, el dirigente gremial asegura que para acabar con los trancones en el aire de El Dorado “es necesario que se traslade la aviación de Estado (Fuerza Aérea, Policía Nacional, Ejército y Armada) y la general (privada)”.
La decisión de reubicar a Catam y los vuelos chárter al municipio de Madrid, Cundinamarca, se ha postergado pese a que fue una de las recomendaciones de un informe de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata) para optimizar la capacidad del aeropuerto y el espacio aéreo de la capital.
Por esa misma razón, tampoco han despegado las ampliaciones sugeridas por la firma norteamericana T.Y. Lin International/EDL, encargada de actualizar el plan maestro de la terminal, y que el presidente Juan Manuel Santos en un Consejo de Ministros autorizó en abril del año pasado.
En entrevista con este diario, el exdirector del Aerocivil Santiago Castro, en febrero de este año, aseguró que “en el 2015 se deben comprar los predios, hay congeladas 781 hectáreas; en los próximos meses se debe contratar el plan maestro. Es necesario discutir con el Ministerio de Hacienda las vigencias futuras que se van a necesitar”.
Por ahora, lo que se sabe es que la estructuración del proyecto está a cargo de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) y que aún no se sabe de dónde saldrán los recursos, pues la prioridad es financiar la construcción de las carreteras de cuarta generación (4G), en las que se contemplaban a mediano plazo los 5 billones de la venta de Isagen.
ALGUNOS PROBLEMAS
De acuerdo con cálculos preliminares del presidente Santos, la reubicación de Catam al municipio de Madrid tendrá un costo que rondará los 2 billones de pesos. El monto es similar a lo que se requiere para construir dos carreteras del programa 4G.
“Todas las capitales del mundo tienen dos y hasta tres aeropuertos. Este es el único país que tiene solo uno”, comenta Jaimes.
Sin embargo, el piloto reconoce que el problema de El Dorado trasciende a la tecnología que se utiliza en radioayudas y aproximaciones de precisión.
“Los diciembres, eneros y parte de febreros van a seguir siendo un caos si no se invierte en tecnología. En esas fechas, Bogotá amanece con niebla. Es un aeropuerto que se cierra por esas condiciones a las 4 de la mañana y se abre hasta las 8 de la mañana. Entonces, cuando la gente está de vacaciones y hay más tráfico no podemos aterrizar”, explica el directivo de Odeaa.
En este momento, la pista que está cerca de Engativá tiene un Sistema de Aterrizaje Instrumental (ILS, por sus siglas en inglés) categoría 1, que permite arribar con precisión a 60 metros, mientras que la pista de Fontibón (conocida como la nueva) es categoría 2 para descender a 30 metros.
En el contrato que firmó la española Indra por 30 millones de dólares para la adquisición, instalación y puesta en funcionamiento de los sistemas de comunicaciones, navegación y vigilancia de El Dorado figura la implantación de los sistemas de comunicaciones de radio controlador-piloto y un ILS categoría 3, que permite que los aviones aterricen en condiciones de visibilidad casi nula.
Estas implementaciones dependerá de cómo avanza la construcción de la torre de control y del Centro de Gestión Aeronáutica de Colombia (CGAC) que deberán estar en abril del próximo año.
Christian Pardo Q.
chrpar@eltiempo.com