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Finanzas

29 oct 2005 - 5:00 a. m.

Ejecutivos que se disfrazan: el niño va por dentro

¿Qué pensarían los empleados de una empresa si el 31 de octubre el gerente de la compañía llegara disfrazado a su oficina?

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Que es un jefe chévere, dirían la mayoría de los subalternos; que está loco, aseguraría la junta directiva, y que sacó a relucir la condición de niño que lleva dentro, opinaría la sicóloga de la empresa.Hace poco, cuando un antiguo presidente de la aerolínea estadounidense South West decidió encabezar las celebraciones del Halloween, no estaba de fiesta. Por el contrario, sabía que estaba trabajando más duro que un día común y corriente. Y es que compartir con los empleados y distensionarse era una de sus estrategias para hacer que la empresa reflejara un ambiente distinto al que el personal percibía antes de su llegada a ese cargo.En opinión de los sicólogos, Halloween no es solamente el día de los niños, sino una jornada especial para los adultos. “Hace muchos años, estas festividades eran de carácter religioso como la Navidad. Se hacían para ahuyentar a las brujas y para santificarse. Hoy, esta celebración cumple una función diferente y necesaria en la sicología de las personas”, sostiene la sicóloga Annie de Acevedo. Agrega que cuando un empresario, ejecutivo o intelectual decide disfrazarse, aprovecha estas ocasiones para reflejar personajes que admira u odia, e incluso imitar al personaje que alguna vez quisieron ser y no pudieron.“A todos los seres humanos les nace satisfacer sus necesidades primitivas. De ahí que muchos escojan trajes tradicionales como el de monja, policía, bombero, princesa o reina”, asegura Annie de Acevedo. La sicóloga Carmenza Rojas dice que en esta fecha es indispensable dejar volar la imaginación y aliarse con la fantasía, no sólo a manera de terapia propia, sino como estrategia que contagia de positivismo a los demás miembros de un determinado grupo. Considera que la primera decisión que un adulto toma al vestir un disfraz es la de revivir la condición de niño que lleva adentro.Pero, ¿si es tan efectivo y benéfico para las empresas, por qué la mayoría no sigue la misma estrategia?Los sicólogos afirman que más que el simple hecho de disfrazarse, a todo el mundo le cae bien participar en este tipo de celebraciones, sin importar si es empresario, ejecutivo, banquero, político, burócrata etc, pues esta decisión es impulsada por el inconsciente. “Tan es así que la mayoría de las personas adultas no tienen una explicación coherente y clara del por qué escogieron un determinado disfraz”, señala la sicóloga de Acevedo. Sin embargo, advierte que quienes no participan en estos eventos y tampoco los permiten en las empresas, no necesariamente están en desacuerdo con ellos, sino que responden a una condición de rigidez mental que les impide romper los paradigmas y los códigos arraigados en la sociedad. Para ellos, aunque muchos lo desearan, un gerente no puede vestirse de payaso. “Y es que disfrazarse hace parte de la recreación, actividad que significa volverse a crear, es decir, actuar con personalidad diferente a la que la sociedad y el entorno conocen”, señala Annie de Acevedo.¿Pero qué es lo que conduce a alguien a usar un disfraz? Rojas y de Acevedo coinciden en que el inconsciente de las personas es el que toma la decisión respecto al disfraz. Eso significa que no hay un comportamiento único para grupos de personas o de profesionales. No necesariamente el político se quiere disfrazar de gamonal o el empresario de rey. Su niño va por dentro.

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