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Finanzas

29 may 2009 - 5:00 a. m.

¿Cómo hacer para que una empresa sea admirada?

Las empresas que captan la atención del mundo son numerosas, pero las que despiertan auténtica admiración son bastante menos. Es frecuente encontrar cierta asociación entre admiración y tamaño de las compañías, pues llegar a una dimensión sobresaliente en el campo empresarial, es considerado usualmente signo y presunción de éxito. Sin embargo, como reza el adagio popular, no todo lo que brilla es oro.

POR:

Según un estudio de Hay, las empresas más admiradas se destacan sobre sus competidores por su habilidad para atraer y retener a personas talentosas, por su cultura, liderazgo, gestión de desempeño, implementación de estrategias, ejecución, innovación y eficiencia en la conducción de la empresa. La prestigiosa revista Fortune eligió en marzo de 2009, y por segundo año consecutivo, a la empresa tecnológica Apple como la empresa más admirada, considerando, entre otros factores, su capacidad de innovar, su buena gestión de recursos humanos, la calidad de sus productos y ‘la evolución de las ventas de Apple, aún en tiempos de crisis’. A su turno el seminario financiero Barron’s , calificó a Johnson & Johnson como la empresa más ‘respetada’, destacando que uno de los principales compromisos de esta empresa farmacéutica es concientizar a sus empleados de que tanto ellos, como su desarrollo personal , constituyen uno de los principales objetivos de la inversión para la compañía. Hasta aquí lo que podríamos considerar a grandes rasgos, criterios en boga asociados a respetabilidad y admiración en el actuar empresarial. NO IMPORTA EL TAMAÑO En términos menos convencionales, si asociamos las empresas a seres vivos e inteligentes, vale decir, a seres humanos, resulta igualmente útil, por esa misma asociación, reflexionar en lo que hace admirable a estos últimos y aplicarlo por extensión a las empresas, sin importar tamaño, ni ámbito de su gestión. Como ser vivo, la empresa actúa guiada por el talento individual o colectivo de las personas que la conforman y como toda manifestación de vida, es individual y única. No hay dos iguales. Tal actuación empresarial, por sencilla o elemental que sea, se efectúa, consciente o inconscientemente, bajo un planteamiento de querer SER, desarrollado bajo unas creencias, unos principios y unos valores, o antivalores, según esta se dedique a hacer el bien o, infortunadamente, el mal. Es tan así la conceptualización contemporánea de la empresa, que hoy aquellas con buena gestión en RSE, se consideran y denominan buenos ciudadanos corporativos. Dentro del orden de ideas esbozado, lo primero que vendría a la mente para despertar admiración, es la necesidad de referirse a un ser empresarial íntegro, es decir aquel que en todas sus actuaciones a nivel interno y externo, siempre es coherente con sus valores y con el código ético que ha definido como pilar de la cultura de su organización. Para ampliar un tanto más el concepto en referencia, me atrevo a formular algunas reflexiones desde la perspectiva de la empresa como ser viviente y que despiertan en mí una auténtica admiración. Admiro las empresas que propician una cultura basada en los valores, el conocimiento y el desempeño, articulados en ese mismo orden y sólo en ese, que divulgan y se esfuerzan por arraigar su cultura con decisión y que abiertamente con autocrítica evalúan su gestión frente a las tres dimensiones mencionadas. Prestigiosas universidades y entidades promotoras de las mejores prácticas gerenciales, coinciden en concluir que las empresas que hacen público su compromiso de honrar sus valores y códigos de ética, tienen mayores crecimientos y mejores resultados financieros que aquellas que no lo hacen. Admiro las empresas que construyen su futuro con base en imaginarios y sueños del presente, que hacen apuestas a ese futuro y toman riesgos consecuentes con el mismo, pero apoyan el hoy con especial persistencia comercial y un diario vivir sencillo y ajustado a sus reales capacidades. Admiro las entidades que son exigentes en la selección de sus colaboradores, que los reconocen como su fuente del saber y su arma más poderosa para gestionar. Que se anticipan a entender sus aspiraciones legítimas, su desarrollo profesional, así como el personal y el de sus familias, basadas en la convicción de que sólo es posible alcanzar la realización plena del individuo, cuando sus logros trascienden en bien del núcleo familiar. Admiro a las empresas y a sus líderes que se esfuerzan por definir, entender y mantener una estrategia, porque son conscientes de que ésta es la gran orientadora de su actuar sin perder el horizonte. En las que sus directores y ejecutivos actúan convencidos de que su cargo es un medio para dar ejemplo, aportar y retribuir a la empresa y a la sociedad en general y no una vía para enriquecerse. SOLIDARIAS Y GENEROSAS Admiro a las que evitan caer en facilismos que en momentos coyunturales se presentan. Me inclino con especial respeto, por las que teniendo una estructura económica sólida, autosostenible y rentable, trabajan paralelamente en pos de una sociedad más equitativa y humana, sin limitarse a medir simplemente sus indicadores financieros. Me despiertan especial admiración las empresas solidarias y generosas. Las que no se circunscriben a medir su balance social por el cumplimiento de sus obligaciones legales y los impuestos que pagan, sino que son conscientes de las inmensas necesidades insatisfechas de la humanidad, denuncian su inconformidad con las mismas y trabajan en procura de sus soluciones. Admiro las empresas sin miedo a reinventarse, a empezar de nuevo, decididas a ir al ritmo y velocidad a la que el mundo se mueve, con capacidad y deseo de innovar. A las empresas que se mantienen jóvenes y livianas, que se entrenan a diario, que se capacitan y generan conocimiento, que cuidan su salud mental y financiera y que evitan por sobretodo volverse cargas insostenibles para la sociedad. Me apasionan y admiro las empresas que piensan de manera global y que por lo tanto entienden y respetan la diversidad de culturas, que interactúan con el medio ambiente y que saben que son parte del mismo porque todos somos un sistema, empresas que sin perder el polo a tierra, planean y actúan teniendo en cuenta a los hijos de los hijos de las generaciones del mañana. Consultor Gerencial “Admiro las empresas sin miedo a reinventarse, a empezar de nuevo, decididas a ir al ritmo y velocidad a la que el mundo se mueve, con capacidad y deseo de innovar”. ''Admiro las empresas que propician una cultura basada en los valores, el conocimiento y el desempeño, articulados en ese mismo orden” ''Las empresas más admiradas se destacan sobre sus competidores por su habilidad para atraer y retener a personas talentosas”. HERJOS

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