En el día a día de sus negocios, los empresarios colombianos, en diversos sectores, perciben el aumento del contrabando.
En las ferreterías, el calzado, los textiles, los alimentos, los licores, por mencionar algunos, existe preocupación.
De hecho, en una reciente encuesta de la Andi y otros gremios de la producción, el 40 por ciento de los consultados dice que el fenómeno ha aumentado y el 61,1 por ciento se declara víctima del flagelo.
Casi todos los representantes de la industria (93,7 por ciento) dicen que el reflejo de los efectos del contrabando en sus negocios se refleja en una competencia vía reducción de precios.
También advierten que experimentan disminución en las ventas, alteraciones en el mercado y hasta pérdida en los márgenes de rentabilidad.
Según cifras de la Dian, el contrabando mueve alrededor de 6.000 millones de dólares anuales en el país, lo que representa una pérdida cercana a 1.500 millones de dólares en recaudo de impuestos.
El gerente general de Payless Colombia, Guillermo Barreto, ejemplifica una situación cotidiana.
Hace poco vio cómo en Santa Marta, al frente de su tienda, unos comerciantes informales ofrecían unas zapatillas para dama en 10.000 pesos el par, cuando Payless vende ese estilo de calzado a 39.000 pesos.
El empresario califica el contrabando como una ‘plaga’ y señala que falta capacidad del Estado para combatirlo.
Insiste, como lo dicen comerciantes organizados que importan ropa y calzado, que es contraria a la lucha contra ese mal el aumento de aranceles para sus productos, como política de protección a la manufactura nacional.
LICORES Y ALIMENTOS
En el campo de los alimentos, la preocupación la planteó Colombina que en su balance anual advierte que el mayor ingreso ilegal de productos y las importaciones de alimentos, algunas de ellas sin cumplir con la normatividad colombiana, fueron factores que desfavorecieron la comercialización de sus productos.
Por su parte, Nutresa señala que aunque el contrabando en el país es muy grande, en alimentos todavía no lo es tanto.
Lo que sí ocurre es que en la frontera con Venezuela, por diferenciales en el tipo de cambio o por la presencia de productos subsidiados en ese mercado, a veces pasan la frontera de Colombia ‘contrabandeados’ y en los Santanderes eso se nota, dice el saliente presidente de Nutresa, Carlos Enrique Piedrahita.
Al lado de lo expuesto por la industria de alimentos, también es latente el fenómeno en productos básicos como el arroz.
Los comercializadores de licores también tienen las alarmas prendidas.
Gregorio Gutiérrez, gerente general de Diageo Colombia, explica que el sector de los licores es uno de los más afectados por este delito y se estima que su impacto es del orden de 600 millones de dólares al año.
“Las cifras son alarmantes. Hoy, 7 de cada 10 botellas que se consumen en el país son de contrabando”, dice el empresario.
Gregorio Gutiérrez agrega que el impacto de esta problemática en el sector de bebidas alcohólicas se hace evidente con las cada vez más frecuentes incautaciones de licor de contrabando por parte de la Policía Fiscal Aduanera.
El directivo dice que es necesario avanzar en el proyecto de ley anticontrabando que fue presentado por el Gobierno al Congreso, al tiempo que respalda los esfuerzos de las autoridades por combatir el flagelo.
LAS FERRETERÍAS TAMBIÉN SON BLANCO DE LA ILEGALIDAD
Los empresarios que fabrican y distribuyen productos de ferretería perciben que el comercio ilegal crece.
Llegan pinturas, brocas para taladro, alambres, cables, tubos de PVC, cintas aislantes y una variedad de adhesivos. Incluso, los fabricantes se quejan de que encuentran imitaciones de sus productos.
José María Cañal, gerente de Adhesivos de Consumo y Construcción para la Región Andina de la multinacional Henkel, dice que este tipo de comercialización pone en riesgo la confianza y la seguridad del consumidor.
Buenaventura, Cúcuta, Bucaramanga, Cartagena e Ipiales son los puntos en los que fabricantes y distribuidores han identificado algunas de sus marcas dentro de este mercado del contrabando y la falsificación.
Constanza Gómez G.
Economía y Negocios