Si bien se advierte un interés creciente de las organizaciones públicas por la valoración e intervención del ambiente laboral, es claro que frente a las empresas privadas y mixtas todavía tienen un importante camino que recorrer.
Si esto es así, cabe preguntarse cuáles son los mayores retos que afronta el sector público; ¿se trata solo de un tema de mayor apropiación de recursos económicos dirigidos a la formación y gestión de personas?
El 63% de las empresas públicas valoradas por Great Place to Work® Institute se ubica en el estadio medio de logro en su ambiente laboral (niveles Insuficiente, Satisfactorio y Muy Satisfactorio) y el 37 % en el rango inferior (Atención Prioritaria, Demanda Gran Atención y Demanda Atención). Actualmente, el sector no cuenta con participación en el estadio superior (Sobresaliente, Muy Sobresaliente y Excelente).
Podría plantearse, ahondando en este hallazgo, que lo público en Colombia no se asocia todavía con valores como
servicio o interés colectivo, sino más bien con lentitud y falta de transparencia, imaginarios que podrían restar impacto positivo en el ambiente laboral, y al hecho de que los esfuerzos de estas empresas se dirigen a propósitos sociales. No obstante, es precisamente allí, en lo que respecta a la contribución de la empresa a la comunidad, donde los colaboradores advierten el mayor nivel de logro y se muestran más receptivos en el sector público.
Los colaboradores cada vez se sienten más orgullos de su trabajo, pues advierten que gracias a su compromiso y a los objetivos misionales están impactando favorablemente a la sociedad colombiana.
La otra cara de la moneda está dada por los aspectos en los que se deben realizar mayores esfuerzos. Mejorar las instalaciones desde los espacios de trabajo y las condiciones de ergonomía, iluminación y temperatura, entre otras, genera una alta sensibilidad en los colaboradores. Invertir en mejoras en las instalaciones físicas de las empresas públicas es, todavía, casi un tabú: algo asociado con gastos innecesarios, e incluso con despilfarro de los recursos públicos. La consciencia ganada en el sector privado sobre el impacto positivo de este aspecto en la productividad de las personas no se ha traslado con naturalidad al sector público.
Implementar prácticas que den balance a la vida laboral frente a la vida personal es otro aspecto que recurrentemente aparece por debajo de las expectativas en el sector, además de la estabilidad laboral que generan algunas inquietudes en los colaboradores, a quienes todavía les cuesta proyectarse en el mediano y largo plazo en estas empresas.
Por último, se observa un nivel de cuestionamiento superior al habitual en el mercado respecto al manejo de la información clara y oportuna para evitar intrigas que beneficien a personas en particular.
REALIDAD DE LAS EMPRESAS MIXTAS
Estas empresas viven una realidad diferente: el 27 % de estas tiene un ambiente laboral superior, es decir que algunas ya son referentes para la comunidad empresarial por el estilo de liderazgo y por las buenas prácticas de gestión de personas. Puede plantearse que la conjunción de intereses colectivos, públicos, con modelos de gestión privados, está impactando positivamente en una mejor percepción del ambiente laboral.
El desarrollo, la capacitación y el entrenamiento son aspectos muy apreciados por los colaboradores, así como el balance entre la vida personal y laboral, este último promovido por los modelos de gestión del sector privado. Los mayores espacios de mejoramiento se observan en dos planos: las diferencias en el trato por consideraciones jerárquicas y el sentido de la bienvenida, que está atado a los programas de inducción y reinducción.
EMPRESAS SIN ÁNIMO DE LUCRO
Si comparáramos los estadios de ambiente laboral, involucrando a los sectores público y mixto, tendríamos que decir que las empresas sin ánimo de lucro se encuentran en la mitad de las dos realidades. Si bien estas empresas han tenido un crecimiento interesante en sus indicadores de ambiente laboral en los últimos años, solo el 6 % tiene resultados superiores, mientras que, en el otro lado de la balanza, el 35% de las empresas tiene resultados inferiores.
Coinciden con las empresas del sector público en el orgullo que sienten los colaboradores por su trabajo y el impacto favorable en las comunidades con las que interactúan para cumplir con su misión. El comportamiento ético de los líderes es un elemento fundamental y apreciado por los colaboradores. No obstante, el Instituto ha encontrado que el desarrollo, la delegación y la equidad con que son tratadas las personas constituyen los temas más cuestionados, de modo que fortalecer su gestión podría ayudar mucho para que estas empresas sigan en su proceso de mejoramiento.