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Finanzas

29 sept 2007 - 5:00 a. m.

El entusiasmo de las nuevas generaciones

Especial para PORTAFOLIO Jack Welch, fue presidente de General Electric durante 20 años.Cada cosecha de graduados cuenta con su porción de arrogantes, pero la mayoría termina con una personalidad más humilde tras descubrir que gobernar el mundo no es algo tan fácil como pensaban”.

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Siendo un ejecutivo de la generación del boom, y con 30 años de experiencia, tropiezo con muchos jóvenes que ingresan al mundo de los negocios seguros de que conocen todo lo que es necesario saber y que se llevan a todos por delante. ¿Qué opina de eso? Chris Perkins, Vandalia, Ohio Discrepamos. Creemos que la flor y nata de los veinteañeros que ingresan al mundo de los negocios en la actualidad son personas con tanta energía y entusiasmo como jamás hemos visto antes. Y hemos avistado a muchos durante los últimos años, tras visitar docenas de universidades, enseñar en dos programas diferentes de administración de empresas, y realizar consultoría para compañías que emplean a millares de personas y contratan a muchos para que integren sus equipos. De manera abrumadora, hemos descubierto que esos jóvenes aman el trabajo, tienen espíritu empresarial, son auténticos, muy francos y cuentan con gran optimismo.Básicamente, nos encantan. Pero no nos entienda mal. No dudamos que en fecha reciente ha tropezado con algunos jóvenes que alardean de saberlo todo, porque es cierto que existen. Pero eso ha sido siempre así. Después de todo, desde el comienzo de la educación superior, cada cosecha de graduados ha contado con su porción de arrogantes convencidos de que los adultos podrían retornar a sus hogares y dejarlos a ellos manejar los negocios. Por supuesto, la mayoría de esos tipos terminan al cabo de algunos años con una personalidad más humilde, tras descubrir que gobernar el mundo no es algo tan fácil como pensaban al principio. Seguramente, una porción de la nueva generación de jóvenes de negocios enfila hacia ese triste destino. Pero en nuestra opinión, muchos de ellos, por cierto, la mayoría, se dirigen hacia un cielo azul, en carreras que se caracterizan por el compromiso y que no están limitadas por las convenciones. En todas partes a donde vamos nos encontramos con graduados en administración de empresas que han decidido rechazar el mundo de las corporaciones e iniciar sus propias empresas. En la clase que enseña Jack en la Escuela Sloan de Administración de Empresas, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, un 20 por ciento de los estudiantes han lanzado algún tipo de empresa de riesgo. De manera similar, durante una visita a la Escuela de Administración de Empresas de Stanford, en el 2005, conocimos a un par de estudiantes que estudiaban finanzas. “¿En qué firmas piensan trabajar en Nueva York?”, les preguntamos. Nos sorprendió saber que pensaban fundar una cadena de peluquerías para personas de altos recursos. Por supuesto, no todos los graduados en administración de empresas desean convertirse en empresarios e iniciar sus propias firmas. Pero muchos de ellos desean cambiar la manera de cómo, y dónde, trabajan. Y muestran un optimismo que recuerda más a la década del cincuenta que a cualquier otra época reciente. Ahora bien, tal vez la reputación de esos adolescentes de que se creen con derecho a todo es su aparente interés en ganar mucho dinero. Ya hemos leído lo suficiente acerca de esa ‘codicia’. Pero lo que hemos visto es diferente. En virtualmente cada visita a una universidad, los jóvenes nos han preguntado acerca de la ética en las corporaciones y de la responsabilidad social. Muchos han mostrado gran preocupación sobre la mejor manera de lograr un equilibrio sensato entre el trabajo y la vida privada. Y algunos han planteado objeciones a la noción de ganar, señalando “¿Acaso el éxito es sólo éxito material?” Cuando les respondimos que no, que el éxito consiste en fijarse objetivos personales y concretarlos, la respuesta ha sido invariablemente positiva. Por cierto, la misma pregunta surgió la otra noche en una cena con un joven que gana un modesto salario como ayudante de un profesional del golf. “Me levanto cada mañana muy contento por mi tarea de trabajar y a ayudar a la gente, nos dijo. Es por eso que siento que soy una persona exitosa”. Para nosotros, eso fue un mensaje optimista, pero no muy desusado para una persona de su edad. Y de esa manera volvemos a la pregunta con la que comenzamos. ¿Por qué esos jóvenes reciben tan mala publicidad? Sugerimos dos respuestas: La primera es la vieja propensión a afligirse por los valores de “los muchachos de esta época”. Sus abuelos se preocupaban por sus padres, y sus padres se preocupaban por usted, y algún día sus hijos se preocuparan por sus herederos. La segunda razón es algo que podríamos calificar de “inflación de una tendencia”. Con la explosión de los nuevos medios de comunicación, todos necesitan contenido. Y ha surgido un desfile incesante de corrientes y fenómenos culturales basados en poco más que la frase “los expertos dicen”. Por ejemplo, en semanas recientes, hemos visto trabajos sobre la ‘creciente’ tendencia a que personas se casen los jueves, de mascotas que van a sitios de trabajo y de personas que escriben listas de cosas que desearían hacer antes de morir. Seguramente, hay cierta verdad en todos esos informes, pero ‘cierta verdad’ no constituye necesariamente toda la realidad. Por lo tanto sí, hay algunas personas jóvenes que actúan como si todo el mundo les debiera algo, y que están ingresando al mundo de los negocios. Y algunas pueden causar bastante irritación. Pero de acuerdo a nuestra experiencia, la nueva generación muestra una mentalidad abierta, tiene gran impulso y actúa de una manera que será muy buena para sus carreras y para la economía en su conjunto. Todo lo que necesitan hacer ahora los miembros de esa generación es crecer. Jack y Suzy Welch son autores del libro ‘Winning’. Pueden enviarles preguntas por correo electrónico a Winning@nytimes.com. No todos los graduados en administración de empresas desean convertirse en empresarios e iniciar sus propias firmas. Pero muchos de ellos desean cambiar la manera de cómo y dónde trabajan.

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