Colombia, para utilizar una frase con sabor a cajón, es mucho más que petróleo, carbón y café, aunque estos y otros productos primarios representan más del 67 por ciento del total exportado este año, nivel similar al registrado en el mismo periodo del 2012.
Diversificar lo que el país vende al exterior ha sido un objetivo de los gobiernos, principalmente desde 1967, para reducir la dependencia de las ventas generadoras de dólares de los bienes mencionados.
Los productos manufacturados y los servicios son la alternativa. Y entre estos están exportaciones como las de los libros de tela, los cálculos biliares de bovinos, los condones –para hombre y mujer– de resinas sintéticas, los machetes y tijeras y los muy conocidos carritos para preparar perros calientes y cocinas para cruceros.
Estos novedosos productos han tenido que penetrar mercados desconocidos, conquistar clientes sofisticados, romper barreras mentales dentro y fuera de Colombia y, entre otros muchos aspectos, luchar contra un peso revaluado que les resta competitividad a los bienes colombianos en el mercado internacional.
CARRITOS PARA PERROS… CALIENTES
En el 2006, desde una planta industrial de Cali salieron hacia Estados Unidos los primeros carritos para preparar perros calientes, y equipos y mobiliario de acero inoxidable para la cocina de grandes cruceros.
El gerente comercial de Servilab Colombia, Raúl Andrés Pulgarín, cuenta que antes ya habían enviado a Miami bases para parasoles. La primera venta fue de 5.000 dólares, en el 2001.
Con el apoyo de Proexport en capacitación, promoción y participación en macrorruedas de negocios, hace poco hicieron la primera exportación a Estados Unidos de equipos para rodizio, típico sistema de preparación de carnes en Brasil y Portugal, dentro de una relación de negocios que luce prometedora.
Aunque los despachos a ese mercado han disminuido, las exportaciones se han mantenido entre el 10 y el 12 por ciento de la producción, dado que la búsqueda de clientes en otros países de la región ha dado resultado.
UN CUENTO DE ALGODÓN
Si de exportaciones colombianas novedosas se trata, de las cuales hay muchas como reflejo del ingenio local, la de libros de tela bien podría encabezar el listado.
Su novedad es de tal calibre que funcionarios de las aduanas de algunos países adonde ha llegado este producto bogotano han tenido muchas dudas para su correcta clasificación arancelaria: ¿libro?, ¿confección textil?, ¿juguete?
Y aunque parezca las tres cosas, María Teresa de la Vega, la responsable de este concepto en el país, es categórica: es un producto editorial que se diferencia del tradicional libro impreso de papel porque lo reemplazó con tela.
Los libros que escribe y fabrica María Teresa, gerente de En Tela, están dirigidos a niños de entre cero y ochos años; son hechos con algodón antialérgico, son difíciles de romper, y se pueden manipular, chupar y morder sin riesgo para la seguridad de los pequeños. También se pueden lavar, y los hay hasta para pintar, lavar y volver a pintar.
“Los derechos de autor de estos libros de tela están registrados como cualquier libro impreso, lo cual no fue fácil porque el concepto de libro de tela no ‘cabía’ en la cabeza de mucha gente, incluidos abogados expertos en el tema”, comentó. En los 10 años que tiene En Tela, María Teresa ha escrito e ilustrado 54 cuentos.
CONDONES PARA LOS ALÉRGICOS AL LÁTEX
Hace 16 años, desde Colombia se hizo la primera exportación de una mercancía novedosa: condones unisex. Se facturaron 2.100 dólares a Costa Rica.
Ese fue el inicio de una cadena de despachos, con ajustes y mejoras en el producto, que hoy llega a países como Reino Unido, España, Alemania, Australia, Brasil, Bolivia, algunos del Caribe y Canadá.
Esos condones, además de la novedad de que pueden ser utilizados por ellos o ellas (aunque también los hay específicos), tienen un poderoso atractivo: son fabricados con resina sintética, apropiados para mujeres y hombres alérgicos al látex y que no pueden disfrutar de una relación sexual sin el riesgo de un embarazo.
El contacto con el látex –materia prima de la que están hechos la mayoría de preservativos– produce a los y las alérgicas una reacción cutánea, y por esto los rechazan.
Una necesidad personal llevó a la cabeza de Innova Quality, antes Natural Sensation, asentada en Bogotá, a investigar cómo solucionar ese problema que afecta a entre el 7 y el 10 por ciento de la población mundial.
BUEN CÁLCULO PARA VENDER EN EL MERCADO ASIÁTICO
La exportación de cálculos biliares de bovinos es tan discreta como modesta e inversamente proporcional a la distancia de los mercados de destino: pueden salir cerca de 20 kilos al mes desde Colombia hasta China y Japón.
Los exportadores no son muchos, lo que les ayuda a mantener su bajo perfil, aunque en la mayoría de plantas de sacrificio de bovinos –conocidos popularmente como mataderos– se sabe que este subproducto es utilizado por la medicina tradicional de los países asiáticos para tratar enfermedades neurológicas y cardiovasculares, entre otras.
Los cálculos biliares de bovinos “son como unas pepitas con tres formas básicas: piramidal, cúbica y ovalada. El color de las que se exportan es amarillo y tienen una textura lisa”, explica Hernando Guerra, jefe de compras de Exportaciones Monsalve SAS (Bogotá), que solo envía al exterior los cálculos de las vacas, porque son los más apetecidos por los mercados japonés y chino.
Exportar cálculos biliares es un negocio inusual, pero no es de ayer, aclara Guerra, cuya firma, con apenas un año de operación, factura cerca de un kilo mensual, que ahora puede valer entre 22 y 25 millones de pesos, pero que en épocas buenas alcanza los 32 millones.
Jorge Correa C.
Redactor de Economía y Negocios