En Internet y en las tiendas de productos naturistas de todo el mundo aparecen infinidad de anuncios que ofrecen perfumes con feromonas, capaces de mejorar el poder de atracción sexual de las personas. Allí se detallan las cualidades afrodisiacas de las sustancias extraídas de las glándulas sexuales animales. Uno de estos anuncios, por ejemplo, ofrece un perfume que activa la hipófisis del ser humano y que despierta en quien lo huele los estímulos sexuales y libidinosos latentes, creando un irresistible deseo de contacto erótico sexual, estimulando los sentidos, consiguiendo una atracción irresistible hacia la persona deseada. Pero, ¿cuál es el verdadero potencial sexual de las feromonas, esos compuestos químicos segregados por los organismos vivos y que provocan respuestas en el comportamiento, la reproducción o el desarrollo de otros ejemplares de la misma especie?, ¿Qué tan cierto es? De acuerdo con un estudio del Instituto Karolinska, de Estocolmo (Suecia), la feromona AND, presente en la transpiración humana y derivada de la testosterona masculina, causa una respuesta en las porciones del cerebro involucradas en la actividad sexual en las mujeres heterosexuales y los hombres homosexuales, pero no produce reacciones en los varones heterosexuales. En otra investigación, del Centro Monell de Sentidos de Filadelfia (Estados Unidos), se tomaron muestras de sudor de las axilas de 24 donantes de diferente género y orientación sexual, y se pidió a un grupo de hombres y mujeres, heterosexuales u homosexuales, que las olieran e indicaran sus preferencias. Los hombres homosexuales prefirieron el olor de los hombres homosexuales y de las mujeres heterosexuales, pero el olor de los hombres homosexuales fue el menos preferido por los hombres y mujeres tanto heterosexuales como homoxesuales. Los trabajos sueco y americano refuerzan la evidencia de que las personas también responden a estos compuestos que afectan el comportamiento animal, sobre todo durante el apareamiento, pero cuyo papel en los seres humanos ha sido cuestionado. En el año 2000 un equipo de investigadores estadounidenses anunció que habían identificado el gen que, creen, dirige al receptor humano de feromonas en la nariz, el órgano vomeronasal. Todo entra por la nariz El olfato es una especie de brújula sensible que también le aporta al ser humano datos sobre lo que pasa a su alrededor y le ayuda a ubicarse en el mundo. Aun así, la gente sólo es consciente de su existencia cuando sufre gripas, infecciones o daños que la privan de él y, por consiguiente, disminuye su capacidad de saborear las cosas. ¿Cómo detectamos los olores? En la mucosa alojada en la parte superior e interna de la nariz hay células nerviosas que ayudan a interpretar olores. Estas son estimuladas por moléculas químicas presentes en cada cosa que rodea a la persona: alimentos, plantas, animales, otras personas y cosas. Cuando estas células olfativas las detectan, envían un mensaje al cerebro, donde el olor es identificado. ¿Cuáles son los trastornos del olfato? La hiposmia, muy común, se refiere a la disminución de la capacidad de una persona para detectar olores, y se dice que alguien sufre de anosmia cuando no puede percibir ninguno. Suele ocurrir también que la gente note distorsiones en ciertos aromas familiares o que perciban algunos que ni siquiera existen. Es común que quienes tienen rinitis, sinusitis o tumores perciban, por ejemplo, olor a caucho quemado. ADRVEG
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04 dic 2010 - 5:00 a. m.
El poder de las feromonas
Hasta hace poco se creía que las feromonas, esas sustancias hormonales que estimulan a los animales durante el apareamiento, no tenían ningún efecto considerable en las personas, pero algunas investigaciones sugieren que también pueden hace entrar en celo a los seres humanos.
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