Las autoridades tienen dificultades, particularmente en el caso de DMG, para probar sus sospechas sobre lavado de activos.
Í
"¡DMG no es una pirámide!", arenga un hombre en el acceso a la sede central de esa compañía en el norte de Bogotá, que ofrece rendimientos hasta del 150 por ciento en sólo seis meses.
Él es uno de los 300.000 clientes que dice tener la empresa surgida en el departamento de Putumayo, escenario de la guerra de guerrillas que en los años 90 albergó la mitad de los cultivos de coca del país.
DMG asegura ser una comercializadora en la que los clientes -que el Gobierno cree que serían unas 500.000 personas- adquieren una tarjeta equivalente a lo invertido, con la cual pueden comprar bienes y servicios de un catálogo que incluye vehículos, electrodomésticos, ropa y hasta mercados.
En pocos meses consiguen reembolsos parciales o integrales de sus gastos, por lo que algunos la apodan "Dios Mío Gracias" (por su sigla) y otros hasta han dejado de trabajar.
Estas sumas son comisiones pagadas por haber firmado un contrato de "promotores de publicidad", una de las razones por las cuales no se ha podido demostrar la ilegalidad del sistema.
El derrumbe de 'pirámides' en unas 50 localidades donde hubo graves disturbios produjo que una cantidad inusual de inversionistas nerviosos se apresurara a averiguar por su dinero en la feria DMG de Bogotá.
En las instalaciones había este viernes un comunicado en el que la firma promete cumplir y reitera que no es una 'pirámide', esquema fraudulento que ofrece rentabilidades de hasta 300 por ciento en pocos meses, usando el dinero invertido por nuevos clientes, hasta quebrar.
"Hay tanta gente como en un fin de semana, están asustados", comentó un vigilante mientras ayudaba a una anciana a adelantarse para cobrar. El empleado cuenta que invirtió un millón de pesos (435 dólares) y en febrero recibirá tres veces esa cantidad.
Varios aprovecharon para comprar televisores, computadores y muebles intentando "asegurar la plata" (es decir, no perder la inversión), dijo uno ellos.
Estimativos oficiales citados por la prensa indican que en Colombia unos 870 millones de dólares están en poder de captadores irregulares.
Pero los clientes de DMG dicen no asustarse: "Estoy tranquilo, sólo vengo a almorzar", declaró en tono prevenido Alejandro, carpintero de 40 años que asegura tener motocicleta, televisor y equipo de sonido gracias a DMG, y espera duplicar unos 8.700 dólares en seis meses.
"Algunos están entrando en pánico, pero yo estoy tranquila, sólo vine a ver cómo están las cosas. Hay que estar vigilantes porque lo único seguro en la vida es la muerte", confió Marta, contadora de 39 años y cliente desde hace tres.
Ella sostiene haber depositado 8 millones de pesos (3.500 dólares) y tener ahora 20 millones (8.700 dólares), sin incluir algunas compras con tarjeta. "Esto es para el pueblo", afirma.
Las autoridades sospechan que detrás de DMG (52 sucursales) hay un gigantesco blanqueo de dinero del narcotráfico y grupos ilegales, pero en tres años de indagaciones no han logrado probarlo.
Hace un año el órgano de control financiero ilegalizó la captación de recursos de la firma, que entonces migró a las tarjetas.
La compañía dice sufrir una persecución de las autoridades para proteger a los bancos, que no le abren cuentas obligándola a manejar sólo efectivo, según su abogado Abelardo de la Espriella.
El jurista manifiesta que entre los clientes de DMG "hay gente del gobierno" y altos funcionarios, y anuncia que su dueño, David Murcia Guzmán, que vive en Panamá y es llamado 'El Faraón' por los propios inversionistas, planea extender la operación a toda Latinoamérica.
El desplome de las 'pirámides' puso una presión sobre las autoridades -acusadas de negligencia- que dijeron enfilarán baterías contra DMG con la ayuda de la Oficina Antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Pero su abogado no se inmuta: "Con DMG ocurre como con las amantes, en el día se les esconde, pero en las noches se les ama".