Las compañías de alimentos y energía han aprendido mucho desde los años 70 sobre cómo lidiar con la indignación pública causada por el incremento de los precios de los commodities. Ahora, toda esa experiencia será puesta a prueba.
Los precios del crudo se han triplicado desde 2004, impulsando el precio de la gasolina en Estados Unidos a más de US$4 por galón en algunos mercados. Más de 100 camioneros airados se reunieron esta semana en Washington, D.C., para manifestar su descontento con los altos precios de los combustibles.
Aunque el número de manifestantes fue menor a lo esperado
por los organizadores, la protesta representó una inusual chispa de militancia en los consumidores estadounidenses.
Mientras tanto, Archer Daniels Midland Corp., el mayor productor de etanol de EE.UU., está tratando de evitar que se le encasille en el papel de villano por el aumento en los precios de los productos agrícolas.
El martes, en una conferencia telefónica con analistas, la presidenta ejecutiva de ADM, Patricia Woertz, arremetió contra lo que según ella eran "ataques equivocados contra los biocombustibles" por supuestamente mermar la cantidad
de tierras disponibles para el cultivo de alimentos.
En los años 70, las prósperas compañías de commodities atrajeron algo más que la ira pública. En 1980, el Congreso de EE.UU. impuso a la industria un impuesto a las ganancias inesperadas, el cual fue promulgado debido a la creencia de que las robustas ganancias de las compañías petroleras no coincidían con los intereses nacionales. Ese impuesto no fue anulado sino hasta 1988.
Esta vez, los comités del Congreso continúan convocando a los ejecutivos de las compañías al Capitolio para que expliquen el abrupto incremento. Pero los ejecutivos de Chevron Corp., Exxon Mobil Corp. y otras grandes compañías petroleras han mejorado sus argumentos. En sus testimonios, los ejecutivos indicaron que las compañías energéticas necesitan buenos resultados
financieros para continuar explorando en busca de más petróleo. Los ejecutivos también están haciendo un mejor trabajo desviando la atención de sus propias compañías, diciendo que las empresas petroleras estatales extranjeras controlan la mayoría de las reservas del mundo, y que los especuladores financieros juegan un papel crucial en el aumento diario de los precios.
Hoy en día, las compañías de alimentos y energía pasan menos tiempo bajo escrutinio que en décadas anteriores porque sus productos representan una porción menor del presupuesto de la gente. La gasolina, por ejemplo, actualmente representa 5,4% del presupuesto familiar, menos que el 7% o 8% de principios de los años 1980.
En la primera mitad del siglo XX, el gasto en alimentos representaba por lo menos 20% de los ingresos disponibles de los estadounidenses, según el Departamento de Agricultura
de EE.UU. Ese porcentaje cayó a 13,6% en 1974 y a un poco menos de 10% en esta década. Y si bien los precios mayoristas de los bienes básicos como el trigo y el maíz se han disparado últimamente, es más difícil ver su impacto en el costo de la canasta básica. En el año fiscal que terminó el 31 de marzo, la inflación en los precios de los alimentos en EE.UU. fue de 4,4%.
Los precios de los productos horneados subieron 8,1%, un aumento incómodo, pero que no es catastrófico.
Fuera de EE.UU., es una historia diferente. El auge de los precios de los alimentos ha provocado disturbios en África, estampidas para comprar arroz en Vietnam y agitación política en Haití. Pero las multinacionales estadounidenses no han sido consideradas como los villanos en ninguno de estos incidentes.
Mientras tanto, las compañías petroleras se han acostumbrado al gran escrutinio público. Éstas han contratado a un montón de defensores y grupos de comercio como el Instituto Petrolero Americano en sus esfuerzos por armarse con los mejores argumentos. Las compañías de alimentos quizás también tomen medidas similares.
Sin embargo, a medida que los precios se elevan a un territorio desconocido, los productores de bienes básicos tal vez sigan preguntándose si sus estrategias cuidadosamente elaboradas para calmar la inquietud de la gente van a funcionar esta vez.
Exxon Mobil reportó el jueves un alza de 17% en sus ganancias del primer trimestre, frente al mismo lapso del año anterior, las que ascendieron a US$10.890 millones. El anuncio se produjo después de los positivos resultados de dos pesos pesados europeos, BP PLC y Royal Dutch Shell PLC.
En las semanas previas al anuncio de ganancias, los portavoces de la compañía prepararon respuestas a posibles preguntas sobre las utilidades de la compañía, que fueron de US$40.000 millones el año pasado.
"Ésta no es la única pregunta que se hace la gente", dijo Gantt Walton, portavoz de Exxon. "Pero es una de ellas".