Manuel Ramírez Gómez, ingeniero civil de la Pontificia Universidad Javeriana y doctor en Economía de la Universidad de Yale (Estados Unidos), nació en Bogotá el 13 de septiembre de 1942.
Fue un destacado académico al que le interesaba la investigación, las teorías keynesiana y del equilibrio, y el desarrollo económico y social.
Estos intereses fueron los que lo llevaron a fundar la firma de consultoría Econometría y a trabajar en entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade).
Quienes lo conocieron destacan que una de sus grandes pasiones fue la pedagogía, pues le gustaba compartir su conocimiento y aprender de lo que otros tenían que decir.
No imponía sus ideas, sino que motivaba la participación de sus interlocutores y la generación de debates académicos.
De hecho, fue profesor en la Pontificia Universidad Javeriana, en la Universidad Nacional y en la Universidad de Los Andes -en la que también fue decano- y coordinador de investigaciones en la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
Por su buen desempeño en esta última recibió en 2003 el Premio Portafolio al Mejor Docente Universitario.
Además, publicó gran cantidad de textos académicos, lideró más de 140 investigaciones y fundó la Academia Colombiana de Ciencias Económicas (Acce), de la que fue presidente hasta el día de su muerte el 9 de julio.
“Era muy activo y estaba tan entregado a la investigación, que a pesar de estar enfermo desde hace varios meses, estuvo en la Academia el lunes.
Su muerte nos tomó por sorpresa y nos dejó sin palabras”, señala María Teresa Velásquez, quien fue su secretaria en Acce.
Adicionalmente, formó a gran parte de los economistas que actualmente ocupan importantes cargos públicos y privados en el país, lo que para Édgar Reveiz, ex decano de Economía de la Universidad de Los Andes, amigo personal y frecuente compañero de trabajo, es uno de sus legados más importantes.
“Es inmenso el aporte que hizo a quienes fueron sus estudiantes, pues era gran conocedor de la información económica y de la literatura internacional en esta materia”, cuenta Reveiz.
Ramírez tenía una concepción pluralista de la economía, pues no tenía visiones dogmáticas, sino que tomaba diferentes puntos de vista de las distintas teorías y consideraba la opinión de los demás para formar su propio criterio, lo que le daba un diferencial a sus indagaciones.
Además de marcar un precedente en la academia y en la economía, Ramírez también deja una huella social, pues sus investigaciones contribuyeron a que la medición de la desigualdad y la pobreza fuera modificada.
Así mismo, fue un abanderado de la paz y en más de una ocasión fue invitado a evaluar temas de conflicto, posconflicto y desarrollo.
RECORDANDO A MANUEL RAMÍREZ: MAESTRO DE LA ECONOMETRÍA
La profesión ha recibido con pesar la muerte de Manuel Ramírez, pionero en econometría.
Sergio Clavijo
Yo tuve la fortuna de ser su alumno en la versión PEG-Uniandes de principios de los años ochenta; siempre lo recordaré con su bello pelo-blanco (desde ese entonces), su gabardina ajustada, su paraguas a la diestra y la publicación más reciente del prestigioso Journal Econometrica.
Caminaba taciturno rumeando los planteamientos más abstractos, hasta que una pregunta impertinente de sus alumnos lo aterrizaba y con gran bondad y deferencia nos trataba de ubicar en el mundo de la econometría.
Recuerdo que Manuel me llevó a escribirle una carta a Kanta Marwa en Canadá pidiéndole su base de datos para poder actualizar uno de los primeros modelos macro que se montaron para Colombia y sobre el cual el ex - Ministro Rodado acababa de hacer su tesis.
Esa lección de ‘conectividad’ global que nos dio Manuel, en 1980, después nos serviría mucho en la vida práctica; buena señal de que el reino de la econometría de Manuel sí era de este mundo.
En su mundo académico, Manuel era capaz de discutir con elegancia y pedagogía desde La Teoría del Caos hasta los problemas energéticos y de infraestructura de Colombia.
De hecho, estos fueron los temas de su tesis doctoral en la Universidad de Yale, según nos relataba Juan Carlos Jaramillo y, años más tarde, los temas que retomaría María Teresa, siguiendo los pasos de su padre.
Nadie mejor que sus compañeros de la Firma Econometría sabían de su brillantez y honestidad intelectual; así como de sú ‘don de gentes’.
Uno debatía a profundidad con Manuel, pero era imposible pelear con él, pues para ello siempre se necesitan al menos dos.
Muestra de que su pasión siempre fue la academia y la pedagogía es el empeño que le puso a sacar adelante una nueva escuela de investigación económica, esta vez en la Universidad del Rosario.
Diversos gobiernos lo vincularon a Misiones Académicas, para estudiar desde problemas energéticos, de infraestructura y hasta los del mundo del café. Pero él siempre regresaba sobre su mundo econométrico.
A Manuel y sus familiares nuestros agradecimientos generacionales por el trabajo intelectual que nos aportó y el semillero de capital humano que formó. Estoy seguro que desde sus teorías de ‘sun-spots’, Manuel descansa tranquilo sabiendo que la teoría del caos no es tal, sino que es un orden difícil de discernir.