En un escenario de desaceleración económica interna, recesivo e incierto en otras latitudes, la fórmula para sacar avante el país, exige el concurso de todos. Es indispensable tomar conciencia del papel que corresponde asumir a cada uno de los actores económicos para coactuar constructivamente y apalancar el crecimiento, contrarrestando el encogimiento económico que inercialmente se viene registrando.
Son múltiples las reflexiones que caben para todos, pero en especial para cinco actores de la economía; el sector empresarial, el sector financiero , la academia, el Gobierno y el Banco de la República. Sobre éstos, he aquí algunas consideraciones.
El sector empresarial. Hoy mas que nunca clama innovación y eficiencia. Los acuerdos comerciales como el esquivo TLC con Estados Unidos, son importantes pero no suficientes. El momento exige conocer profundamente fortalezas y debilidades, analizar, decidir y actuar pero también imaginar nuevas oportunidades para generar riqueza real para todos, que propendan por el mantenimiento del empleo, que es su primera responsabilidad social. Debe prepararse igualmente para un fortalecimiento patrimonial, en algunos casos vía capitalización, en otros mediante retención de utilidades, para actuar con solvencia y liquidez en un momento de verdad de la economía mundial.
El sector financiero. Está llamado a actuar proactivamente y liderar la confianza que en otros países se ha perdido, exhibiendo su fortaleza y honrando su conocimiento de los clientes y de sus necesidades. Su reto; imaginar y diseñar nuevas formulas de apoyo a los primeros, especialmente para aquellos con actuales o potenciales dificultades de liquidez pero económicamente viables. Créditos de plazo medio asociados a flujos y compromisos preacordados con los clientes, así como apoyo a la capitalización empresarial, combinados con fuentes de pago y esquemas de amortización novedosos, son una necesidad y el desafío para éste.
La academia. La coyuntura le ofrece una gran oportunidad para que juegue un papel protagónico. Estudios como el recientemente realizado por la Universidad de los Andes, sobre la infraestructura vial y su previsible y atemorizante colapso, de no tomarse medidas correctivas urgentes, son ejemplo de lo que debe ser su aporte pragmático a la búsqueda de soluciones. Además de la oferta de cursos para administrar en épocas de incertidumbre, es el momento de fijar posiciones en la búsqueda de soluciones para el país. La academia debe demostrarle al mismo su capacidad de propuesta para las diversas problemáticas específicas que nos agobian.
El Gobierno. Capacidad de convocatoria y generación de confianza son cada día más vitales. La imaginación también es su reto. Le compete respaldar el marco de actuación empresarial con esquemas motivadores en materia tributaria, de incentivo al empleo, de garantías y de suficiente disponibilidad de recursos para el fortalecimiento patrimonial a través del fondo de capitalización empresarial. Normas como el 4 por mil, que deterioran la eficiencia y que ahuyentan el ahorro del sistema financiero, no deberían continuar gravando la economía.
El Banco de la República. Con el criterio y autonomía que le corresponde y que han caracterizado su acertada intervención hasta la fecha, tiene hoy la responsabilidad de actuar a la vertiginosa velocidad en que se producen los cambios en el ámbito global, actuando par y paso con los mismos en materia de fijación de tasas de interés , de suerte que el país no quede a la saga y pierda competitividad ante el temor de una inflación que a todas luces, ha perdido el tono amenazante que traía.
Las anteriores consideraciones y otras, como por ejemplo, prudentes ajustes en materia salarial para el 2009, seguramente harán en la práctica parte de la fórmula para afrontar con éxito la desafiante coyuntura económica mundial, de la cual no podemos escapar.
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