Convertir a los niños, hijos de agricultores, en embajadores de la protección de sus padres para que usen correctamente los equipos y productos del agro es la tarea del ‘Programa Espantapájaros’ de Syngenta.
Piedad Calle, gerente Custodia de Productos Territorio Latinoamérica, dice que “hoy se hacen auditorías a los padres, a través de la academia, para ver qué enseñanzas han adoptado y lo que se ha visto es que realmente afirman que son sus hijos los que se han convertido en su conciencia.
En Colombia se han capacitado casi 21 mil niños y si eso se multiplica por sus padres, el número de agricultores llega a 360 mil”.
Iniciativas como esta, conformadas por el sector privado para apoyar al Estado y garantizar una mejor calidad de vida a las comunidades, hacen parte de las historias que fueron recogidas en el libro publicado por la organización gremial, integrada por ocho compañías y una red de asociaciones en dieciocho países de América Latina, CropLife.
De esa forma, los líderes comunitarios, agricultores, estudiantes y maestros son los protagonistas de la selección de crónicas Retratos del compromiso con Colombia, donde Arturo Guerrero, Alberto Salcedo Ramos, José Navia y Carlos Mauricio Vega pintan con palabras las vivencias de los que le apuntan a la sostenibilidad.
“En muchas ocasiones los que vivimos en las ciudades no nos preguntamos por las dificultades que los productores y sus familias vienen afrontando, por esa razón el respaldo a las comunidades agrícolas está reflejado en 9 historias de 8 departamentos del país”, puntualiza Carlos Buzio, presidente de CropLife Latin America.
Manos a la obra
Entre los retratos se encuentra también la iniciativa de Monsanto (empresa que provee de productos para la agricultura), en la que una comunidad de desplazados ha implementado un trabajo nutricional en Tierra Alta (Córdoba), basado en la soya.
De acuerdo con Virinia Panizza, directora operativa, el programa entrega un complemento nutricional a población vulnerable y, además, crea un proyecto autosostenible con el que un grupo de mujeres cabeza de hogar contribuyen a hacerlo realidad.
Según Panizza, la meta inicial consistía en beneficiar con cada planta a 300 personas diariamente; sin embargo, esta se ha superado, poniendo en servicio 128 plantas instaladas en Colombia que favorecen a 51.700 niños (82 por ciento) y adultos mayores.
Paralelamente, la Corporación Campo Limpio se ha encargado de formar a las comunidades campesinas para que inutilicen y devuelvan los envases de agroquímicos y plaguicidas para evitar intoxicaciones o contaminación.
Como lo explica Myriam Ayala, su gerente, “montamos un mecanismo de recolección de los envases en 550 municipios del país.
Son en total 62 centros de acopio, ubicados en 27 departamentos, a donde llegan los envases rígidos. los reciclamos y elaboramos la madera plástica con la que se están construyendo puentes para la comunicación y transporte de las comunidades”, agrega Ayala.
Como estas iniciativas, en Retratos del compromiso con Colombia se encuentran otras 6 historias que dejan ver que la unión de esfuerzos es la clave que permite hallar soluciones concretas.
Sheyla V. Rojas
Redactora de CEET