Esa mañana de otoño, a las 8:47, un avión de la aerolínea American que había despegado desde Boston e iba hacía Los Ángeles se estrelló contra la torre norte del World Trade Center (WTC) en Nueva York. No se sabía si había sido un mero accidente o un atentado terrorista.La duda se disipó exactamente 15 minutos después, cuando las cámaras de las principales cadenas de televisión estadounidenses transmiten en vivo un avión de la aerolínea United que impactó la segunda de la Torres Gemelas. Ya no habían dudas de que se trataba de un ataque terrorista contra el corazón del mundo financiero mundial. Las escenas de horror comenzaron a ser vistas a nivel global. Policías, bomberos y autoridades civiles se movilizaron para inicar los rescates de las víctimas, mientras las agencias de seguridad actuaron masivamente para comenzar las investigaciones del mayor atentado terrorista de la historia en suelo estadounidense. Pero lo peor estaba por venir, a las 9:41 de la mañana otro avión de American fue estrellado contra el símbolo del poderío militar estadounidense: el Pentágono, situado apenas un kilómetro de distancia de la Casa Blanca en Washington DC. La situación se volvió caótica, los atentados no sólo eran en Nueva York, sino también en la misma capital de Estados Unidos. La confusión llevó a informar que más de ocho aviones habían sido secuestrados para ser estrellados contra edificaciones. El Gobierno obligó, por primera vez en la historia del país, a que todos los vuelos en el espacio áereo debían aterrizar. Sólo nueve minutos después ocurrió lo impensable, la torre sur, que había sido impactada una hora y 48 minutos antes, se derrumbó como un castillo de naipes ante los ojos de todo el mundo. Esas imágenes rondaban cuando se conoció que otra aeronave, el vuelo 93 de United, que volaba desde el aeropuerto internacional de Newark en Nueva Jersey hacia Los Ángeles, se estrelló en el estado de Pensilvania a las 10 de la mañana. Más tarde se sabría que los pasajeros, al saber de la suerte de los otros aviones, lucharon con los terroristas por tomar el control y los últimos prefirieron estrellarlo. La confusión, el estupor y el dolor no cesaban cuando a las 10:28 la torre norte del World Trade Center también colapsó, dejando a Manhattan envuelta en una nube de polvo. La tarde de ese mismo día, el edificio número 7 del mismo complejo también se derrumbó terminando un día de horror que dejó 2.977 víctimas, pero que cambió la geopolítica para siempre y causó las guerras de Afganistán y la de Irak, las cuales todavía se libran, y marcaron la presidencia de George Bush II. Mientras tanto, los estadounidenses del común se unieron en su dolor para consolarse unos a otros y tratar de explicarse el porqué de los atentados.HELGON
Finanzas
03 sept 2011 - 5:00 a. m.
Una hora y 40 minutos de pesadilla
La vida para los estadounidenses y su país cambió de un solo tajo en la mañana del martes 11 de septiembre del 2001.
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