El economista y político mexicano, exsecretario de Relaciones Exteriores y de Hacienda y Crédito Público de su país, y quien hoy ocupa el cargo de Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), habló con Portafolio sobre la coyuntura económica mundial y la posibilidad de que Colombia ingrese a ese organismo. ¿Cómo ve la evolución de la economía mundial y el retorno del pesimismo?
Hay una situación que está caracterizada, en el caso de Estados Unidos y quizás también en Japón, por una recuperación que se ve sostenible, tanto en el crecimiento como en el empleo.
En las economías emergentes hay una desaceleración, pero todavía en niveles sostenibles, porque hubo un momento en que algunos estaban creciendo tan rápido que estaban generando burbujas.
¿Entonces dónde están los problemas?
En Europa, en donde tenemos una situación de crecimiento plano o ligeramente negativo en promedio, en el 2012.
¿Habrá una recuperación el próximo año?
Sí, pero será modesta. Y tenemos ahora el retorno de un escenario complicado con respecto al tema de la deuda europea, empezando por Grecia que tendrá elecciones el 17 de junio y en donde hoy las opciones son muy claras porque las alternativas políticas son entre los que quieren seguir adelante con la participación de ese país dentro del esquema europeo y los que están planteando la alternativa de salir.
¿Y qué se debe hacer al respecto?
Lo que hay que hacer es dar señales de cómo Grecia puede salir de su crisis y no estar indicándoles cómo salir del euro.
Hay que dejar claro cómo puede recibir apoyo y cómo se le puede dar una alternativa a la gente.
Pero parece haber otras urgencias…
Tenemos una presión sobre el mercado español y ciertamente con la posibilidad de contagio a otros países que están haciendo todos los deberes que han anunciado. Hoy, el problema está en España, sobre todo con el tema del sector financiero, tras el caso de Bankia.
¿Qué consecuencias ha generado eso?
Una situación en la que otra vez aparece el problema del contagio, la inestabilidad, la turbulencia financiera y la excesiva volatilidad de los mercados.
Esto es lo que está marcando hoy el comportamiento de los tipos de cambio, el de las bolsas, el de las perspectivas económicas e inclusive el comportamiento de los precios de las materias primas.
¿Cuál es su percepción?
Se está apoderando del mercado una perspectiva de que esto va a tomar un tiempo más en resolverse. Por todo lado se ven riesgos.
¿Usted es relativamente optimista o pesimista?
Lo que hay que ser es relativamente activista. Igual, no dejarse llevar por un optimismo que no sea muy razonable ni tampoco por un excesivo pesimismo porque sería paralizante.
Cuando uno se vuelve demasiado pesimista da la impresión de que no hay nada que hacer, y acá hay mucho por hacer.
Por ejemplo…
Europa tiene los instrumentos, las instituciones, la capacidad de fuego y las armas. Lo que debe hacer es ponerlas en funcionamiento.
Hay instituciones como el Banco Central Europeo, con una enorme capacidad de acción y de reacción. Ya lo probó con el fondeo que les hizo a los bancos comerciales a tres años a tasas fijas del uno por ciento. Puede poner mucho orden y estabilidad, pero se le está limitando su capacidad de maniobra de acción por razones de tipo formal o regulatorio.
¿Hay que reaccionar ya?
Sin duda. El riesgo es sistémico y no es un problema de incurrir en un riesgo moral. Lo que está en juego es el sistema monetario y financiero como lo conocemos. Un contagio afectaría la estabilidad de toda la actividad económica del mundo entero.
¿Ha faltado más liderazgo político?
Se ha vuelto un lugar común decir eso. Pero hay que entender que es complejo manejar 17 democracias, si uno está hablando del euro, o 27 si se está hablando de Europa. Hay igual número de parlamentos, junto con países que tienen coaliciones débiles en el gobierno. De manera que hay cuestiones de realidad política que están impidiendo que se actúe muy rápido o con una sola voz.
¿Cómo reaccionar a esa realidad?
Estas cosas son algo con lo cual uno se tiene que enfrentar Se debe entender que los líderes vienen de un parlamento y mundo político que es fundamentalmente reacio a participar en rescates de otros naciones, porque francamente a todos los países se les están pidiendo sacrificios, que reduzcan el gasto y aumenten impuestos. Pero el problema es que la alternativa de no actuar es más cara.
¿Qué lecciones deja la crisis?
Que la regulación del sistema financiero y bancario no ha sido la adecuada, y que eso hay que arreglarlo y modificarlo. Es claro que las entidades fueron incapaces de corregirse o regularse a sí mismas, lo que es una lección importante. Fue evidente que todo el manejo de riesgos resultó desastroso.
¿Las respuestas fueron equivocadas?
El problema es que hace tres años, de una crisis financiera en Estados Unidos, pasamos a una internacional, sobre todo en Europa. Y de ahí pasamos a una parálisis económica, y empezamos a gastar para salir del agujero.
Eso se logró, pero quedó una herencia de miles de desempleados y, al mismo tiempo, una acumulación de deuda enorme que hoy está siendo un lastre para la recuperación.
¿Con qué consecuencias?
Tenemos un desempleo de casi 11 por ciento en la zona el euro y está arriba del 8 por ciento en Estados Unidos. El tiempo de la desocupación ha aumentado. Y luego se incrementan las desigualdades en los países.
¿Cómo ve a América Latina?
Mejor, porque hizo la tarea y ya tuvo su crisis sobre esos temas. Y ya sabemos que los déficit siempre acaban mal, que el exceso de deuda también, y que los más pobres son los que terminan sufriendo con la inflación.
No queremos más desempleo porque tenemos población joven que está exigiendo oportunidades.
¿Qué más hemos hecho bien?
Hemos mantenido nuestro sistema financiero nacional bien capitalizado, bien supervisado, regulado. También, el déficit ha estado bajo control y la deuda pública como porcentaje del PIB se encuentra en niveles razonables. En general, se está creciendo en una forma sana, es decir, no a base de endeudamiento ni de artificios que vayan a generar problemas en el futuro.
¿Qué riesgos hay?
Que las latinoamericanas son economías abiertas. Cuando el comercio internacional cae o baja su nivel de crecimiento y empieza a haber caídas de la demanda de los países grandes, a todos nosotros nos pasan la cuenta. Y eventualmente, nuestra capacidad para crecer va a depender cada vez más de nuestra capacidad interna para generar crecimiento.
¿Cuál es el mensaje?
El mensaje es que, independientemente de que estemos haciendo lo correcto, hay un efecto. No estamos desvinculados del mundo y por eso hay que seguir insistiendo en los foros internacionales para que otros se pongan las pilas y se organicen, porque no solo es problema de ellos.
¿Coincide en que en general la región va a seguir bien?
Creo que para ser objetivos, estamos hablando en bloque y cada país es diferente. Pero América Latina está cosechando lo que sembró, que es disciplina fiscal, buen sistema financiero, estabilidad y orden.
¿Qué más necesitamos?
Tenemos insuficiente ahorro interno y requerimos ahorro externo para poder complementarlo. Eso se puede suplir con inversión extranjera directa que es de largo plazo y es la que más nos interesa. Lamentablemente, ahora se difieren muchas decisiones de inversión por los problemas de la incertidumbre mundial. Entonces, eso también nos afecta.
¿Es Asia el motor fundamental de nuestro desempeño hacia delante?
Por supuesto que no. Estados Unidos va a seguir siendo una referencia importante, pero tampoco puede ser el único lugar de destino. Lo digo como mexicano: teníamos hace uso años el 90 por ciento de las exportaciones a Estados Unidos y hoy es solo el 75 por ciento, lo cual quiere decir que no hemos diversificado. Pero ese país va a seguir siendo muy importante. Es cierto que algunos países han estado aumentando su porcentaje de participación con Asia porque venden materas primas sobre todo.
Precisamente, ¿el crecimiento de materias primas le preocupa?
No. El problema es que no hay que quedarse en eso. Tener materias primas es una ventaja enorme, pero hay que saber desarrollar la economía manufacturera, la de los servicios y el conocimiento.
¿Es decir que la región tiene una larga lista de tareas en frente?
Igual que todos los países del mundo, solo que nosotros estamos partiendo de niveles de bienestar que son apenas una fracción de los niveles de bienestar que han alcanzado los países europeos, por ejemplo. Y entonces nosotros tenemos menos tiempo que perder y más prisa.
¿Cuál es su consejo?
Tenemos que recordar lo que yo llamo la regla Avis, que se esfuerza más por ser la marca de alquiler de autos número dos. Nosotros, en América Latina somos el grupo Avis de países y por eso tenemos que esforzarnos más.
¿Qué hay del debate entre austeridad y crecimiento?
Es un falso dilema. Hay unos países a los que se les pasó de rosca el gasto, el déficit y la deuda, y ahora tienen que cargarle más la mano al ajuste.
Pero la austeridad no es una política, es un instrumento que es parte de una política. Entonces, la mezcla entre ajuste fiscal y crecimiento o mantenimiento del ritmo de crecimiento es una cosa que depende de cada país.
¿Cómo va el ingreso de Colombia a la Ocde?
Es un proceso. Recibimos hace pocos días una confirmación de la solicitud que el presidente Santos anunció en diferentes escenarios y la estamos estudiando. Colombia ya es miembro de algunos de los grupos de trabajo, participa en varios de los instrumentos de la Ocde, y se acaba de adherir a otros más.
El país empieza a beneficiarse, cada vez más, del trabajo con la Ocde y, eventualmente, el asunto de la membresía será procesado.
¿Y del check list nos falta muchas cosas?
No. Lo que pasa es que es un proceso. Cuando la Ocde procesa una solicitud es finalmente el Grupo el que decide cuándo inicia el proceso.
Pero independientemente de cuándo se tome la decisión formal, el trabajo sustantivo en los comités con todos los instrumentos de la Ocde y los equipos y reuniones ya están sucediendo. Y crecientemente, se dan más sectores en los cuales Colombia está participando en las actividades.
Pero lo que siempre caracteriza estos procesos es que el tema es demasiado importante para ser urgente.
¿No hay que preocuparse tanto con el calendario?
No. Lo que hay que hacer es enfocarse, como lo están haciendo hoy, trabajamos en diez temas diferentes, en donde Colombia ya hace uso y se beneficia de la experiencia de la Ocde. Estamos aprendiendo de las cosas que hace el país para tomar las mejores prácticas y difundirlas.
¿Estamos haciendo la tarea?
Sí. Con creces. Ojalá que todos los países de la Ocde tuvieran las mismas condiciones que Colombia en términos de política macroeconómica de estabilidad y de los indicadores que hoy son muy positivos. Pero independientemente de eso, lo que está haciendo es preparándose para sacarle el mayor jugo posible a su relación con la Ocde.
RICARDO ÁVILA PINTO
DIRECTOR DE PORTAFOLIO