En América Latina, al igual que en otras partes del mundo, debe hacerse un ajuste de fondo a los sistemas pensionales, ante los cambios demográficos y la nueva realidad de los empleos, entre otros.
Sin embargo, cualquier discusión sobre ese tema debe darse en frío, lejos de temporadas electorales “y a partir de la toma de consciencia de las personas sobre los desafíos del sistema. Si la población no lo entiende, es fácil caer en el populismo”, afirma Sergio Urzúa, economista chileno y profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Maryland, quien participó en el foro ‘Mercado de capitales colombiano de cara a una reforma pensional’, realizado este miércoles por Corficolombiana.
(Cifras reales detrás de las pensiones privadas).
En términos generales, sostiene que la columna vertebral de la seguridad social en pensiones en la región debe generar incentivos, no solo a un pilar netamente contributivo, sino también para el ahorro voluntario, y para un componente solidario. Señala además que debe tener reglas de juego claras, ser transparente y generar confianza entre los usuarios.
Considera también que los sistemas de reparto (en los que se pagan mesadas con los aportes de los trabajadores actuales más recursos del Estado), son insostenibles.
Por eso, plantea que en momentos en que corrientes populistas plantean que el Estado se haga cargo de todo el tema pensional, es necesario educar más a las personas sobre los retos del sistema y de cómo el ahorro a lo largo de la vida, con expectativas realistas, es la única alternativa.
“El desafío es cómo se generan los incentivos para que las personas ahorren, con todas las ventajas que eso trae sobre la economía, en la profundización del sistema financiero y de aprovechar las oportunidades globales de inversión, en un contexto de bajas tasas de interés y de incertidumbre”, dice.
Sobre el sistema colombiano, en el cual hay una competencia desigual entre el régimen público y el privado, afirma que está mal diseñado, da incentivos perversos y como está, es una “bomba de tiempo”.
Según el experto, si bien no existe un modelo perfecto, y cada país tiene condiciones específicas, en términos generales hay varias situaciones estructurales que exigen una revisión del sistema pensional.
“El cambio demográfico es un tsunami en el cual la ola se acerca y te va a golpear, no hay cómo hacer caso omiso a cómo se mueve la demografía: América Latina está envejeciendo, los nacimientos vienen cayendo, y esa es una combinación compleja: habrá menos gente en edad de trabajar relativo a las cantidad de personas mayores”, dice.
Justamente, los esquemas pensionales fueron diseñados teniendo en cuenta una expectativa de vida de alrededor de 70 años, menor a la que existe hoy, que puede incluso rondar los 90 años.
Añade que de la mano de la cuarta revolución industrial se está dando un ajuste en el mercado laboral, en el cual hay cada vez más personas trabajando en plataformas tecnológicas pero no están cubiertas por la seguridad social. Ante esto, considera que la clave es que haya un régimen de previsión más flexible e incentivos para que estas personas contribuyan.
“No es claro que las administraciones estén conscientes de esa dificultad en materia pensional; el tsunami demográfico se ve venir, pero lo que está pasando en el mercado laboral es un movimiento sísmico que está abajo, y que cuando llegue ya es muy tarde, porque la gente no cotizó”, explica. Al tiempo, agrega que hay que buscar mecanismos más modernos y que haya una mayor participación de mujeres y jóvenes. “Lo único que hace un mercado laboral rígido es adelantar la fecha de expiración de estos sistemas de solidaridad malentendidos”, puntualiza.