La exorbitante valorización de 1.289 por ciento del bitcóin –la primera y más conocida criptomoneda– durante 2017, puso en el radar, de propios y extraños, las monedas virtuales (entre enero y diciembre del año pasado, un bitcóin pasó de valer 998 a 13.960 dólares).
El mundo de las criptomonedas y la tecnología detrás de ellas, el famoso blockchain –o cadenas de bloque en español– es complejo y, al mismo tiempo, fascinante. En este análisis me limito a discutir dos temas puntuales: uno, la necesidad de que el nuevo gobierno cree un equipo que incluya a diferentes entes regulatorios –Superintendencia Financiera, Banco de la República y MinTic– para trabajar en una regulación que permita el uso y desarrollo de las criptomonedas. Dos, la importancia de crear una hoja de ruta que permita hacer uso de la tecnología blockchain en funciones básicas del Estado.
Las criptomonedas, entre ellas el bitcóin, no son ilegales en Colombia. Pero varias circulares de la Superfinanciera, en particular la más reciente (la 52, del 2017), han generado, de facto, una parálisis de los portales y mercados asociados con las criptomonedas. La aversión del regulador frente a estos nuevos mercados es entendible.
Las criptomonedas, que hasta el momento se han comportado más como activos financieros especulativos que como monedas, se pueden prestar para esquemas engañosos, falsas promesas y, en últimas, descalabros financieros. No obstante, los reguladores tienen que entender que la criptomonedas llegaron para quedarse. Las criptomonedas están lejos de alcanzar su madurez como activos financieros o de ser utilizados masivamente como monedas, pero su tecnología subyacente y su diseño es una de las innovaciones financieras más interesantes de los últimos años.
Algunos países como Japón y Alemania, han adaptado algunas criptomonedas como dinero de curso legal, y en otros países los gobiernos han entendido la necesidad de regularlas en vez de prohibirlas. Hace pocos días el regulador financiero del Reino Unido, FCA, anunció el acceso a su sandbox de 29 aplicaciones de criptomonedas para evaluar su desempeño.
La estrepitosa caída de precios del bitcóin en lo corrido de este año (aproximadamente 55 por ciento), que, en buena parte, se explica por la entrada en operación del mercado de futuros de esta criptomoneda en la bolsa de Chicago, si bien ha sido calamitosa para los inversionistas tardíos que se montaron en la euforia de aumento de precios del año pasado, es una buena noticia para el mercado de bitcóin.
El mercado de futuros, que permite hacer operaciones de venta en corto (short sales), implica que el precio del bitcóin no esté exclusivamente determinado por los inversionistas más optimistas, sino que los escépticos pueden jugar un papel importante mediante las venta en corto. Este desarrollo de mercado puede llevar a que en el horizonte cercano el bitcóin reduzca, de manera importante, su volatilidad y siga expandiendo su red como medio de pago, dado unos precios relativamente más estables. Esto puede tomar años, pero los entes de control no deben dormirse frente a esta nueva realidad y arriesgarse a que en un futuro se les haga mucho más difícil regular y controlar un mercado que, de seguir en crecimiento, podría tener un efecto negativo en la cantidad de transacciones formales de la economía, en el recaudo tributario y en la capacidad del Gobierno de velar por la estabilidad financiera. Lo más precavido es trabajar desde ya en un marco regulatorio comprehensivo, lo cual requiere de la cooperación de las diferentes entidades de control.
Pero más allá de la discusión sobre las criptomonedas, es importante entender las posibilidades que la tecnología blockchain ofrece. El Gobierno de Los Emiratos Árabes ha anunciado que aspira a que el 50 por ciento de las transacciones gubernamentales de dicho país se realicen, en un horizonte de tres años, en plataformas de blockchain. En nuestro país, ya se han hecho algunos experimentos de aplicaciones de dicha tecnología, como votaciones escolares en colegios de Bogotá, con asesoría de la Universidad Nacional. El senador Navarro Wolf, realizó, hace pocas semanas, un debate en la comisión tercera del Senado con el fin de plantear algunas propuestas con respecto al uso de blockchain.
En un país como el nuestro, en el cual las instituciones, muchas veces, carecen de transparencia y son fácilmente corruptibles, este tipo de tecnología permitiría mantener un esquema descentralizado de información virtualmente imposible de manipular. Las aplicaciones más evidentes son el tema de registro de tierras, que, eventualmente, podría extenderse a todos los registros notariales. Estas oportunidades, no podrán concretarse si el Gobierno no pone en marcha acciones concretas.
El presidente electo ha anunciado que diferentes acciones de política en esta materia serán una prioridad en su mandato. Sería una oportunidad perdida que esta agenda naufrague en la marea de otros temas relevantes.