Los resultados son llamativos. A pesar de que, según investigaciones previas, los colombianos destinan menos del uno por ciento de su ingreso al tema de la cultura, parecería haber una tendencia creciente al uso de las opciones disponibles. Por ejemplo, se encontró que el consumo promedio de libros en Colombia llegó a dos por persona, una cifra superior a la de 1,6 estimada previamente por el Dane. En números redondos, esto quiere decir que 24,8 millones de habitantes con más de 12 años de edad y ubicados en las cabeceras municipales habrían tenido acceso a 45,2 millones de volúmenes en el último año, aunque lo cierto es que solo la mitad de los encuestados confesó tener el hábito de la lectura. Si bien ese resultado es inferior al de Argentina, con un promedio de 3,2 libros por habitante, o al de España, con 7,7, permite alentar la esperanza de que la brecha empieza a cerrarse. Quizás lo más llamativo es que el grupo más importante de lectores, con 42 por ciento del total, está entre los 12 y 25 años de edad. Aunque en ese resultado pesa el que una gran proporción se encuentra en edad escolar, también hace pensar que su familiaridad con la hoja impresa se puede mantener en el futuro. Al mirar otras publicaciones, el sondeo también fue sorpresivo. Así, 53 por ciento de los mayores de 12 años afirmó leer revistas, mientras que 61 por ciento dijo ser seguidor de los periódicos. Como nota curiosa, mientras las mujeres leen más libros y revistas, los hombres son los mayores consumidores de periódicos. Un módulo adicional de la encuesta fue dirigido a la asistencia a presentaciones y espectáculos, como las artes escénicas o los conciertos. El resultado fue que 43 por ciento de los colombianos estuvo presente, aunque el 99,7 por ciento lo hizo en actividades gratuitas. Por otra parte, mientras el 44,7 por ciento de los menores entre 5 y 11 años fue a bibliotecas, apenas el 22,2 por ciento de los mayores de 12 años asistieron a espacios de este tipo. Por último, el Dane indagó sobre el uso del tiempo libre según grupos de edad. De tal manera, si los niños entre 5 y 11 años manifestaron tener 22 horas de lunes a viernes, los adultos entre 26 y 40 años dijeron que su espacio era de 11 horas. En todos los casos, la televisión fue la opción de mayor consumo, seguida por la radio, los videos y la música grabada. Tales resultados sirven para constatar el cambio de costumbres en el país, así como para planear hacia el futuro. Por ejemplo, el hecho de que la mitad de quienes tienen entre 5 y 11 años utilicen los videojuegos muestra que hay una presencia cada vez mayor de la tecnología, así padres y maestros prefieran opciones más tradicionales. No obstante, también es claro que hay un gran terreno por recorrer en el campo de la cultura. Más allá de la discusión sobre si los libros son caros o no, es indudable que hay que promover que niños y adultos lean más y tengan acceso a otras expresiones. En ese sentido, esfuerzos como el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas resultan fundamentales para que toda la población, incluyendo las zonas más pobres y apartadas, puedan ver el mundo que se abre a través de la palabra escrita. Ese solo factor, claro está, no garantiza el progreso, pero si asegura que un país con mayor consumo de bienes culturales se convierta, ojalá más temprano que tarde, en un terreno fértil para la paz y la tolerancia. '' La entrega de los resultados de la Encuesta de Consumo Cultural hecha por el Dane, muestra que Colombia ha mejorado pero que todavía hay camino por recorrer.WILABR
Finanzas
19 may 2008 - 5:00 a. m.
Leer es crecer
Dicen quienes saben de desarrollo que un país que no lee está condenado al atraso. Por eso resulta bien interesante el trabajo que fue presentado por el Dane y el Ministerio de Cultura la semana pasada. El informe es el resultado de una encuesta hecha a finales del 2007 entre 8.275 personas en 2.415 hogares de 14 municipios del país, con el fin de conocer los hábitos de consumo cultural en la población mayor de 5 años. Dicha expresión tiene que ver con el uso y acceso a bienes que incluyen desde ir al cine o al teatro, hasta visitar bibliotecas. Además la investigación tuvo un módulo cuyo objetivo era determinar en qué invierte la gente su tiempo libre, algo sin antecedentes.
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