Los españoles la bautizaron 'gaita' por asimilación con un instrumento europeo que les era familiar, así como llamaron 'piña' al ananás, o 'armadillo' al tatú. Se trata, en realidad, del kusi bunzi (hembra) o kusi sigi (macho), aerófonos que se interpretan en la Costa Atlántica desde los tiempos precolombinos. De la gaita surgió buena parte del folclor caribe colombiano, pues no solo ha servido para interpretar porros, fandangos y cumbias, sino que fue predecesora del acordeón en el conjunto vallenato.
Nada más justo, pues, que reconocer el papel estelar de la gaita en esta región de América con un premio como el Grammy, que les fue concedido el jueves a sus más preclaros representantes: los Gaiteros de San Jacinto. Hasta Las Vegas llegaron en busca de su estatuilla, no sin dificultades económicas y de visa, dos de los miembros clásicos del grupo: Toño García y Juancho Fernández. Los Gaiteros competían en la categoría de Mejor Álbum de Folclor, donde también se presentaban otros grupos célebres de Cuba, México y Portugal. La rivalidad era recia, pero el sonido aéreo de las gaitas y el retumbar de los tambores en el disco Un fuego de sangre pura, patrocinado por el Instituto Smithsonian, convencieron al jurado. En la modalidad de vallenato ganaron Jorge Celedón y Jimmy Zambrano.
No era la primera vez que los Gaiteros ganaban un premio destacado, pues también obtuvieron, entre otras distinciones, la medalla de oro en la Olimpiada de México (1968) y el Festival Internacional del Folclor en España. Pero sí ha sido uno de los más valiosos y sonados. Parte del mérito corresponde al grupo puertorriqueño de reguetón Calle 13, mecenas de los intérpretes bolivarenses.
Los Gaiteros de San Jacinto llevan más de medio siglo recorriendo el mundo con sus sones. Nacieron en una parranda, como corresponde, en "la tierra de la hamaca" y de Adolfo Pacheco, cuando se juntaron los talentos silvestres de Toño Fernández y los hermanos gaiteros Juan y José Lara. Más tarde se les sumó el compositor Catalino Parra (Candelaria, Déjalo llorar, Aguacero de mayo, Morrocoyo), Nico Hernández, Efraín Mejía, Toño García, Pascual Castro, Juancho Fernández y otros grandes músicos populares, muchos de los cuales desaparecieron ya. A ellos han seguido cuatro generaciones de gaiteros y tamboreros.
En fin, unos premios con sabor a madera de caracolí, cuero de chivo y caña de cactus.