Uno de esos profesionales es Clara Lucía Zuluaga, que se ha especializado a lo largo de sus más de 15 años de experiencia en sicología organizacional; también le ha tocado estudiar bastante sobre sicología de pareja para poder lidiar con los conflictos que sufren las empresas cuando hay asociaciones.
Esta relación es diferente a la que se da con un proveedor, un contratistas o en un caso de outsourcing. "Es una nueva empresa que surge de la alianza de dos o más compañías que se unen para cumplir un objetivo específico durante un tiempo determinado", dice la directora de Insight.
La asociación se caracteriza por que las empresas se unen por un propósito común (desarrollar un proyecto específico como construir una carretera o modernizar un aeropuerto), en una relación de complementariedad (uno busca al otro para aprovechar sus fortalezas como conocimiento, tecnología, músculo financiero, experiencia, etc.) y por un largo plazo, que generalmente es mayor a cinco años y puede ir hasta 25 como sucede, por ejemplo, en el caso de contratos de exploración y explotación petrolera.
Pero la armonía no es fácil de sostener por la diferencia de carácteres -como dicen hoy día tantas parejas que se separan-, más ahora con la globalización, en la que frecuentemente las asociaciones se establecen con empresas de culturas totalmente opuestas.
De esta unión surge una nueva empresa que es un híbrido y en la que muchas veces no está claro cómo se va a funcionar.
La confusión de roles es uno de los conflictos que con más frecuencia se suele presentar dentro de una asociación. "Se puede confundir el papel de socios con el de contratista, por ejemplo. O que uno quiera imponer su cultura sobre la otra. O si hay un socio más pequeño, el grande quiera dominar", comenta Zuluaga.
"Por lo general, una cultura, ya sea del país o de la misma empresa empieza a imporse sobre la otra y comienzan las dificultades para entenderse, surgen los conflictos y vienen las crisis", añade Catalina Correa, de Insight.
Así mismo, la forma de hacer las cosas, los procedimientos, las expectativas sobre cómo van a funcionar (quién lidera) e incluso la mamera de comunicarse puede incidir en el buen desarrollo del proyecto y en la solidez de la asociación.
Cuando se presentas los conflictos y surgen los inconvenientes, como sucede con las parejas, a veces se necesita de un tercero, un intermediario que ayude a limar las asperesas.
"Nosotras escuchamos a uno, luego al otro, después a los dos y les ayudamos a resolver los inconvenientes estableciendo tareas y compromisos claros, así como maneras de hacer seguimiento a lo acordado", dice Zuluaga.
De hecho, estas profesionales, aplicando la sicología social y la de pareja, y los años de experiencia, sistematizaron su conocimiento y crearon Resocia, una metodología que permite hacer el diagnóstico, identificar los conflictos, ofrecer soluciones y tener indicadores de getión. Todo enfocado a permitir el buen funcionamiento de la asociación, que es el objetivo fundamental.
Dentro de este proceso, las especialistas han identificado ciclos por los que pasan las asociaciones, parecidos a los que viven las parejas.
"No se empieza en uno y se pasa al otro y luego al siguiente. No tienen un orden. Lo importante es poder identificar si se ha entrado en uno y cómo movilizarse a otro más positivo si es el caso", comenta Correa.
Lo más importante, según las especialistas, es comenzar como hacen las parejas: conociéndose. Tienen que saber cómo son los valores, la misión y la visión de cada una para ver si coinciden.
"Hay temas hoy día muy sensibles como la responsabilidad social, el cuidado del medio ambiente y, en el caso colombiano, la seguridad", dice Zuluaga. Como se manejarán estos puntos en la asociación deben quedar claros desde el principio.