Los resultados del más reciente Gallup Poll, según el cual los colombianos han comenzado a ver las cosas con un cristal más oscuro que en el pasado reciente, muestran un cambio de tendencia llamativo en un país que había tenido un talante optimista en los últimos años. Y es que de acuerdo con la medición, apenas 41 por ciento de los encuestados en las cuatro principales ciudades a finales de octubre considera que la situación nacional está mejorando, una cifra inferior en 32 puntos al máximo histórico alcanzado hace apenas cuatro meses, por cuenta de la euforia que generó el éxito de la Operación Jaque, que liberó a Íngrid Betancourt y 14 secuestrados más de las garras de las Farc. Así las cosas, los pesimistas son ahora mayoría por un punto porcentual, un nivel que es manejable, pero que constituye un campanazo de alerta sobre los retos futuros de gobernantes y gobernados. Buena parte de lo ocurrido tiene que ver con el giro negativo que ha tomado la economía, por cuenta de factores internos y externos. De tal manera, es indudable que los temas relacionados con el bolsillo le preocupan ahora más a la opinión que los que tienen que ver con orden público y seguridad. En áreas específicas como desempleo, costo de vida o lucha contra la pobreza, el Ejecutivo recibe notas en rojo, mientras que en otros campos como las relaciones internacionales, el deterioro es menor. Una mención aparte merece la imagen del Presidente de la República, cuyo índice de favorabilidad está en 75 por ciento y que recibe un 77 por ciento de aprobación a su gestión, números que envidiaría cualquier dirigente del planeta, al cabo de más de seis años en el poder. La pregunta, sin embargo, es si esta vez la combinación de mayor carestía y menor crecimiento se conjugarán para desprender la coraza de teflón que parece proteger a Álvaro Uribe, expresión que usan los especialistas para insinuar que al mandatario no se le pega ningún escándalo. En respuesta, los conocedores afirman que un deterioro es inevitable. Una de las causas es la fuerte desaceleración que experimenta el sector productivo y su contraste con el auge de hace un año. Tal como dijo hace poco el propio director del Fondo Monetario Internacional, cuando un frenazo es de la magnitud del actual se siente como una recesión. Por otro lado, el fracaso en la lucha contra la inflación que sigue en cercanías del 8 por ciento anual ha afectado el ingreso real de los consumidores y reducido la capacidad adquisitiva de la población que, a su vez, culpa al Gobierno de lo sucedido. Factores como el anotado pueden explicar por qué la proporción de personas que ve con buenos ojos que Uribe se presente de nuevo a elecciones en el 2010 ha bajado de 74 a 63 por ciento entre julio y octubre, mientras que los opositores de la idea aumentaron de 22 a 35 por ciento. Si bien el resultado es ampliamente favorable para los partidarios de que el actual inquilino de la Casa de Nariño continúe en el cargo, hay un retroceso llamativo. Ese cambio de tendencia hace pensar que la ruta de la reelección puede ser más tortuosa que lo esperado, más allá del difícil tránsito de la iniciativa en el Congreso. En medio de semejante panorama es indudable que los dignatarios de las dos principales capitales no le están ayudando al optimismo. El caso más extremo de todos es el de Bogotá, en donde la aprobación a la gestión del alcalde Samuel Moreno cayó a 31 por ciento, un nivel que no se había visto en esta década. En Medellín, por su parte, la imagen de Alonso Salazar también va en picada, algo que resulta sorprendente en una ciudad donde el burgomaestre ha sido tradicionalmente la figura política más popular. Los resultados anotados se quedarían en el terreno de lo curioso, de no ser porque la calificación que hacen los consumidores tiene su expresión en otro tipo de decisiones. Dicho de otra manera, el comportamiento de la demanda también tiene que ver con el vaso de la prosperidad. Y si hace unos meses, los colombianos veían el nivel medio lleno, todo indica que ahora lo empiezan a ver medio vacío. '' Los sondeos de opinión revelan una profunda baja en el opti- mismo, que a su vez puede influir sobre el comportamiento de los consumidores y de la demanda.WILABR
Finanzas
05 nov 2008 - 5:00 a. m.
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