El capitán Sergio Moncayo, quien coordina el envío de aeronaves, señala que sus tripulaciones están altamente calificadas para ese tipo de operaciones.
Los tres helicópteros están dotados con equipos para el rescate de los damnificados. Un procedimiento de evacuación dura entre 3 y 5 minutos. Han tenido que enfrentar los fuertes vientos y las adversidades climáticas.
No hay posibilidad de llegar vía terrestre al municipio dado que los deslizamientos han taponado varios puntos de la carretera que también perdió completamente su bancada en dos puntos entre Venadillo y Santa Isabel.
La Cruz Roja coordina la recolección de ayuda para los damnificados pues las provisiones se acabaron.
"Necesitamos alimentos no perecederos, pañales, leche en polvo, biberones, cobijas y mucha ropa en buen estado", dice el médico Harold Trujillo, director de la Cruz Roja seccional Tolima.
El gobernador Óscar Barreto, anunció que cada vez está más cerca la posibilidad de declarar la emergencia económica y social en el departamento debido el impacto de la tragedia.
"Tan pronto tengamos el censo de damnificados y de los daños causados en la región, seguramente será evaluada esa posibilidad que nos permitirá hacer uso de importantes recursos", dice Barreto.
Adelantó que para financiar el Banco de Materiales, que será manejado con los alcaldes de Anzoátegui y Santa Isabel, el departamento podrá contar con 600 millones de pesos, pero ya adelanta gestiones para conseguir más.
"Los dineros son para financiar la reconstrucción y mejorar las casas afectadas", explica Barreto.
Anunció que de parte del ministerio del Transporte destinaron un bulldozer para ayudar a despejar las vías a Anzoátegui y Santa Isabel. "Hay que ser realistas, los daños en las vías son enormes. No será muy pronto la apertura", explicó.
Una tragedia
"Con mi esposo y mi hija de 10 años vimos cómo se cayó el puente al frente de la casa, cómo los árboles eran arrastrados por los deslizamientos y cómo los cultivos de yuca y de café y los animales se perdieron", cuenta.
Agrega que en la zona hay temor a que las lluvias provoquen un represamiento de la quebrada Las Nimas.
Sin embargo, Piedad tuvo que concertar con su marido porque él se niega a ser rescatado y prefiere quedarse al cuidado de la casa y de algunos animales que lograron vivir.
Una situación similar vive Jesús Manuel Becerra, quien en medio de la lluvia viajó hasta la vereda Colón desde Ibagué para sacar a sus padres de la zona.
A pesar de la amenaza, tuvo que llegar en carro hasta el sitio Puerto Colón (Santa Isabel) y de allí caminó tres horas entre derrumbes y trochas para llegar.
Sin embargo, sus padres José Darío Becerra y Ana Beatriz Laserna, se resisten a salir de la zona.
"No quieren salir porque les da temor que les roben todo lo que lograron construir durante tantos años. Lo mismo está pasando con mucha gente de la vereda en medio de un panorama desolador", señala Becerra.
Luz Elena Gómez, también de la zona de Colón, cuenta que con su hijo de dos años, su sobrina de 8 y su esposo buscaron refugio en el filo de un cerro porque su casa quedó en el borde de un abismo. "Cuando vuelva a llover la casita se va abajo", dice.
Ella logró salvarle la vida a su suegra afectada por el corazón y problemas serios de hipertensión, los cuales se agravaron con la emergencia. En medio del barrizal se abrió camino para llegar a un sitio de menor riesgo hasta que buscó ayuda de pilotos y suboficiales de la Fuerza Aérea para que la evacuaran y la llevaran a un hospital en Venadillo.
"Nos tocó bajarla entre cuatro personas", precisa.
Narra que una avalancha de la quebrada Las Nimas arrastró con algunas casas y animales.
Además, recuerda que camiones repartidores de gaseosa y otros vehículos y motos, quedaron atrapados entre el lodo y palos arrastrados por las aguas.
"Eso se acabó todito. Lo que no está inundado, se lo llevaron los 'volcanes' (derrumbes)", asegura la mujer.