Para hacer una fiesta como la del Carnaval de Barranquilla se necesitan unos 9.000 millones de pesos, recursos que consigue Carnaval S. A. mediante los palcos, el cobro de algunos eventos, derechos de transmisión, patrocinios y los aportes del Ministerio de Cultura.
“Mientras unos gastan y se divierten, otros trabajamos y ganamos.
No todos podemos estar bailando y tomando trago”.
Tan sencillamente resume José Llanos, exrey Momo, las dinámicas económicas que genera el Carnaval de Barranquilla, la fiesta popular más grande y esperada del país, que comenzó el sábado y se extiende hasta el martes.
Aunque la temporada se inicia mucho antes, con la época del precarnaval, detrás de la alegría desbordante, estas fechas son también una excelente oportunidad para hacer negocios y crear empleo.
Llanos, director de la danza Selva Africana, una de las más vistosas de los carnavales, alcanza a fabricar hasta 600 máscaras de hasta 300.000 pesos, que utilizan los grupos folclóricos.
“Tengo seis operarios, además de mis hijos, trabajando las 24 horas: mientras unos duermen, otros trabajan”, señala.
De acuerdo con las proyecciones de la Cámara de Comercio de Barranquilla, se estima que, gracias al Carnaval, la economía formal y la informal de la ciudad movilizarán unos 45.000 millones de pesos, con un crecimiento anual promedio del 10,5 por ciento en las últimas siete temporadas.
El secretario de Turismo y Cultura del Distrito, Afif Siman Slebi, calcula que el gasto promedio de cada turista que pisa la ciudad es de 300.000 pesos diarios.
“Generan ingresos desde el momento en que llegan”, señala.
La gran fiesta de los barranquilleros generó unos 11.000 empleos solo en el precarnaval, para crecer a una tasa anual del 1,8 por ciento.
En total, el año pasado se generaron 22.000 empleos.
Los carnavales son la temporada alta de Barranquilla, que solo se equipara con los partidos de eliminatoria de la selección de fútbol.
El transporte, la ocupación hotelera y los comercios locales también ven incrementar sus ingresos.
A su vez, la economía informal, según Undeco, el gremio que agrupa a las tiendas, alcanzó un 70 por ciento en sus actividades enfocadas en el consumo masivo de alimento y licores, que corresponde a lo de mayor demanda en las 15.000 tiendas de la ciudad.
Todo ello hace que, para el sociólogo Édgar Rey Sinning, por ser el Carnaval la principal actividad creativa de la ciudad, deba ser tenido en cuenta como una industria cultural que produce satisfacciones espirituales, pero también mejoras en la calidad de vida de miles de familias.
“Lo económico es importante en la valoración de la cultura, pero las actividades culturales también deben ser rentables socialmente”, subraya.
La empresa encargada de organizar las fiestas, Carnaval S. A., llegó a programar para este periodo unos 28 grandes eventos y 175 presentaciones menores, aparte de las que realizan otras organizaciones, como la del Carnaval de la 44 y la Toma del Sur.
Reyes del rebusque
La sola coronación de la reina central demanda una gran inversión de Carnaval S. A. y de la misma familia de la soberana.
Cada vestido puede llegar a costar hasta $ 30 millones y demanda el trabajo de exclusivos diseñadores, como Amalín de Hazbún, Judy Hazbún, Alfredo Barraza o Hernán Zajar.
En la velada de coronación, efectuada el pasado jueves, María Margarita Diazgranados Gerlein hizo 15 cambios de vestuario a lo largo de la noche, y utilizó a más de 500 bailarines. En total, unas 13.000 personas entraron al estadio Romelio Martínez para apreciar el espectáculo, amenizado por el dominicano Juan Luis Guerra y el dúo Ñejo y Dálmata.
En la Batalla de Flores, que se vivió el sábado en el cumbiódromo de la Vía 40, desfilaron 16 carrozas, cuyo precio puede estar entre los 60 y los 80 millones de pesos, y 22 tráileres con orquestas, que deben pagar 40 millones para mostrar la marca de la empresa patrocinadora, y que van amenizadas por 84 grupos folclóricos.
Rey afirma que no ha visto una alternativa que supere durante el año los aportes a economía barranquillera y de algunos municipios del Atlántico como el Carnaval.
“Solo pensemos cuántos empleos directos e indirectos se producen dos o tres meses antes de la fiesta, en el precarnaval y los cuatro días propiamente dichos”, subraya el investigador.
En un listado de oficios que garantizan rentabilidad durante la fiesta se encuentran los de fabricantes de instrumentos musicales, instructores de danza, comparsas, tocadores de tambores y tamboras, ejecutantes de millo, gaitas, clarinetes, saxos, disfraces, modistas, capuchones, etc. Tan solo Carnaval S. A. hizo aportes por 1.050 millones para los disfraces.
Los transportadores también viven su fiesta. Un taxista como Raúl Gómez dice que los cuatro días de carnaval le pueden dejar hasta 2 millones de pesos. “Eso sí, sin tomarme una ‘fría’ (cerveza), trabajando de noche”, asegura.
La empresa Transmetro movilizó a 156.639 personas e implementó una ruta de carnaval con 21 alimentadores.
Otro sector que genera gran movimiento de dinero y empleos es el de los bailes, según Carlos Padilla, que organiza el Tsunami Vallenato, en el que reúnen a 14 artistas de la música, y cuenta que para montar este espectáculo invierte 600 millones de pesos.
Como gancho, contrató al cantante Silvestre Dangond en exclusividad; es decir, no puede tocar en otro lado en los cuatro días de la fiesta.
Se estima que Silvestre cobra entre 70 y 80 millones de pesos por presentación. “Hay capacidad para 7.000 personas, pero con 4.500 recuperamos la inversión”, dice Padilla.
“Si lográramos entender que el Carnaval debe ser visto como una verdadera industria cultural, capaz de producir empleo durante todo el año y no solo en los días previos, la calidad de vida de estos artesanos y artistas sería diferente, posiblemente mejor”, agrega Rey.
Llanos insiste en que esta es una fiesta para gastar y ganar plata. Y advierte: “hay que andar alegre, porque te estás ganando el billete haciendo lo que más te gusta: trabajar para el Carnaval”.
Tradición marcó Batalla de Flores
La tradición marcó el ritmo de la Batalla de Flores el sábado en el acto de apertura de la fiesta más popular y multicolor del país: el Carnaval de Barranquilla.
El sonido de los cueros y la caña de millo, que retumbaron a lo largo de los 4,2 kilómetros del cumbiódromo de la Vía 40, predominaron entre las majestuosas carrozas que transportaban a las diferentes reinas.
Escoltada por una numerosa comitiva, María Margarita Diazgranados Gerlein, la reina central de esta edición, lanzó flores a ambos lados de la vía y, sin dejar de bailar, arrancó aplausos a los miles de espectadores que soportaron temperaturas cercanas a los 38 grados.
Grupos de bailarines y disfraces, además de reinas, bailaron con la música tradicional de esta fiesta, que en este 2014 rindió homenaje a los 60 años de su himno: 'Te Olvidé'.
El picante comenzó con la agrupación inicialista, la Banda de Baranoa, que le puso sabor a cada tema musical, seguido por danzas tradicionales como el Cipote Garabato y el Cumbión de Oro. La música champeta también se impuso, en especial el tema de estos carnavales: 'El Serrucho', de Mr. Black.
Orquestas y artistas como Bananas, Maluma, JBalvin, RH Positivo y Checo Acosta animaron con sus voces el recorrido que se prolongó hasta entrada la noche.
EL TIEMPO también se hizo partícipe de la fiesta con un tráiler amenizado con la música de Adriana Lucía.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Corresponsal de EL TIEMPO
BARRANQUILLA