Valga también citar en este positivo cambio climático, la renovación en dos importantes carteras del gabinete, el Ministerio de Interior y Justicia, a donde llegó el dirigente conservador Fabio Valencia Cossio, en reemplazo del desgastado Carlos Holguín Sardi, y la Cancillería, donde parece ya un hecho que el intrascendente Fernando Araújo será sustituido por Jaime Bermúdez. Ojalá que estas pocas golondrinas que asoman en el horizonte consigan hacer verano. Para ello es fundamental que todos los involucrados se pongan la mano en el pecho y se comprometan a que, en el futuro, cuando surjan nuevas diferencias, éstas puedan expresarse en tono respetuoso y canalizarse sin generar crispaciones. En el caso de los roces entre el Ejecutivo y las Cortes, hay que decir que, en un Estado de Derecho, el ejercicio de pesos y contrapesos que se deriva de la separación de poderes, suele conducir a que uno haga algo que no le guste a otro. La clave no está en evitar a como dé lugar esas diferencias, sino en garantizar que puedan resolverse sin ataques y contraataques que generen inestabilidad e incertidumbre. Lo mismo podría predicarse de las relaciones entre Colombia y Venezuela. Más allá de diferencias ideológicas que son evidentes entre los dos mandatarios, los hechos han demostrado que ambos son capaces de ponerlas a un lado para garantizar que la integración comercial y los proyectos energéticos y de infraestructura, consoliden la relación binacional. Un clima de cordialidad y respeto en las altas esferas del poder es siempre deseable. Pero en la actual coyuntura colombiana lo es mucho más. El Presidente de la República necesita, quizás hoy más que nunca desde cuando llegó hace casi seis años a la Casa de Nariño, que reine la calma en todos los frentes donde esto sea posible, pues está obligado a concentrar su mente y sus esfuerzos en la situación económica. Después de un período de bonanza y crecimiento en el que tanto la situación internacional como los logros locales han pesado de modo positivo, el horizonte mundial se ha llenado de nubarrones al tiempo que varios de los factores que han impulsado el crecimiento nacional, muestran síntomas de fatiga. Conviene por ello que el Gobierno piense seriamente en utilizar el semestre legislativo que arranca este fin de semana para introducir un paquete de medidas que apunten a prevenir la crisis o, en todo caso, a evitar que, de presentarse, tenga la gravedad que los más pesimistas presagian. Al quedar atrás, por la decisión de la Corte Constitucional, cualquier cuestionamiento jurídico a la reforma que abrió las puertas a la reelección presidencial de 2006, por las dudas que, a juicio del Gobierno, había generado la providencia de la Corte Suprema en el caso de Yidis Medina, el referendo propuesto por el Ejecutivo pierde todo sentido. Desgastar al Congreso en temas como ése, cuando la administración va a requerir el concurso de sus mayorías, e incluso de sectores de oposición como el Partido Liberal, para los asuntos económicos, sería un grave error. Por el contrario, lo que debe hacer el Presidente es aprovechar los nuevos y más tranquilos vientos que soplan, para dedicarse a lo que ahora es urgente: vacunar a la economía contra cualquier posibilidad de recesión, por remota que sea. '' El cambio de clima que han traido los más recientes acontecimientos, debería perimitirle al Gobierno concentrarse de manera prioritaria en la economía.WILABR
Finanzas
14 jul 2008 - 5:00 a. m.
Nuevos vientos
En buena hora, una serie de noticias parece haber calmado el clima de crispación nacional de los meses recientes, en especial por el durísimo enfrentamiento que protagonizaban ni más ni menos que el Presidente de la República y la Corte Suprema de Justicia. Primero, claro está, hay que mencionar el impecable operativo de la Fuerza Pública que permitió el rescate de Íngrid Betancourt y 14 ciudadanos más, el cual abrió las puertas para que los aires, que estaban muy cargados, se renovaran. Pero además, los acercamientos entre el Gobierno y la Corte que desde ya hacen evidente cierta distensión, así como el reencuentro y reconciliación entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez, confirman un panorama de recuperación de la calma en varios frentes.
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