Dice el investigador que las pirámides son un fenómeno que se ha presentado a lo largo de la historia y que es difícil de evitar.
"El sistema es un engaño disfrazado", anota Sarmiento. El procedimiento consiste en reunir un grupo de personas para que haga una contribución; por ejemplo, 100 personas bajo la promesa de que si se deposita un millón de pesos se le devuelven dos millones al cabo, por decir algo, de seis meses.
Si en la segunda ola llegan 300 personas, es posible cumplirles a quienes dieron su plata sin problemas, y así sucesivamente. No obstante, dice Sarmiento, "es una cadena que no se puede mantener indefinidamente, ya que se llega a un punto en el cual el modelo no puede mantener el crecimiento".
Los primeros 'contribuyentes' obtienen rentabilidad, mientras que puede que los últimos se queden sin nada. "Se asume un alto riesgo y es claro que alguien tiene que perder".
En las pirámides, los participantes asumen grandes cantidades de riesgo. Incluso, guardadas las proporciones, es algo parecido a lo que sucede en la crisis actual en E.U., en cuanto a la cantidad de riesgo asumida por los actores del sector.
Respecto a la pregunta de por qué la gente del común se mete en pirámides, el experto dice que "típicamente, los pobres asumen más riesgos", pues ven en las promesas de grandes dividendos en poco tiempo una forma de solventar su situación financiera.
En cuanto al efecto que las pirámides tienen sobre la economía, Sarmiento asegura que "no se sabe cuál es el destino de esos ahorros, pues no van al sector productivo" (que es el curso que toma el dinero cuando se deposita en un banco).
"Cuando hay un sistema de alto riesgo, se le transfiere a todo el mundo y, finalmente, si hay una pérdida, se le traslada a toda la sociedad", agrega Sarmiento.
La solución, según Sarmiento, es que el Gobierno debe establecer límites para no asumir grandes riesgos y para ello la regulación financiera es clave. "Bancos, familiares y todo el sistema sufren por la decisión de una sola persona", comenta el investigador.
La situación que se presentó este miércoles, aunque en muchísima menor proporción, es similar a lo que sucedió en Albania, donde hace una década dos terceras partes de la población tenían sus ahorros en pirámides y cuando éstas colapsaron, se derrumbó la economía del país.
"En algún momento se da el colapso, el fenómeno se transmite a toda la sociedad. En el caso de Albania, si dos terceras partes le apostaban al riesgo y se da la perdida, se extiende a toda la economía; ese riesgo no lo asume una sola persona", insiste Sarmiento.