Inexplicablemente, cuando terminó el gobierno Pastrana desapareció también el programa Rumbos, que dependía del despacho presidencial y estaba a cargo del doctor Augusto Pérez Gómez, seguramente el hombre que más conoce de estos temas en nuestro país. Durante ese cuatrienio hubo un gran avance normativo para dotar de respaldo jurídico el desarrollo de las acciones de prevención, y todo un conjunto de actividades estructuradas para contrarrestar el riesgo social que implica el uso de sustancias prohibidas y disminuir los costos que el consumo causa al país en términos de tratamientos, accidentalidad, ausencias laborales, y violencia, entre otros. Recientemente, el mismo profesional publicó un estudio sobre las Transiciones en el Consumo de Drogas en Colombia, cuyas conclusiones deberían preocuparnos a todos. Señalan, por ejemplo, que se observa un incremento en el volumen y en la variedad de drogas, particularmente heroína, que consumen las personas jóvenes, con énfasis en los estratos medio y alto. Las noticias diarias muestran crecientes niveles de delincuencia juvenil e incluso infantil, y para nadie es un secreto que ese fenómeno está estrechamente ligado al uso de sustancias prohibidas. En un país con escandalosos grados de impunidad, como el nuestro, es más grave aún la aparición de nuevas formas de delitos, mediante la utilización de todo tipo de drogas. A los frecuentes casos de atracos con escopolamina, ahora se suman los de violaciones carnales con la ayuda de drogas de extremo poder, que no solo someten a las víctimas, sino que les pueden ocasionar la muerte; para actuar como bestias, seguramente estos depravados están bajo la influencia de estimulantes. Estudios como el mencionado se realizan de vez en cuando, pero generalmente se quedan en el papel, al servicio de los académicos, mientras crecen los delitos y la demanda de acciones efectivas. Los programas de prevención en el uso de las drogas deberían estar dentro de las prioridades del Estado, y no quedarse en los diagnósticos. Muchas de las respuestas que recibieron los encuestadores, indican que los jóvenes utilizan las drogas más sofisticadas para elevar su estatus, de manera que el crecimiento económico incrementa los riesgos. Ojalá la euforia de la abundancia que vive el país no estimule a estas generaciones de niños y de jóvenes a copiar los modelos de Hollywood y sus alrededores, donde es muy in aparecer en primera plana víctima de una sobredosis. La salud física y mental de los jóvenes también forma parte de la seguridad democrática. Consultor Los programas de prevención en el uso de las drogas deberían estar dentro de las prioridades del Estado.
Finanzas
28 sept 2007 - 5:00 a. m.
La plata de las caletas
A raíz del hallazgo de las caletas con gruesas sumas en dólares producto del narcotráfico, y en medio del reality que se armó para opinar sobre el destino de esos dineros, anoté que al menos una parte debería ser utilizada en programas de prevención del uso y consumo de sustancias psicoactivas, particularmente entre los jóvenes. Porque son indudables los enormes esfuerzos y los sacrificios del país para combatir la producción y tráfico de drogas hacia el exterior, pero no muy visibles los destinados a la prevención y educación sobre el consumo interno, como si el problema fuera menor.
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