“La crisis se tiene que ver desde las moléculas, del trabajo que uno hace en el laboratorio y todo lo que pasa en el recorrido hasta que ese medicamento llega a la cama del paciente”, señala Ibis Sánchez Serrano, genetista molecular, de visita académica en Colombia.
Nacido en Panamá, Sánchez ha hecho investigaciones en genética del cáncer, inmunogenética, genética de las bacterias.
Lo suyo, dice, es una mezcla de formación científica biomédica y también de políticas públicas y de administración de empresas en el campo farmacéutico y biotecnológico de innovación.
Entonces, ¿la crisis del sistema de salud colombiano es una crisis de acceso a medicamentos?
Absolutamente, y no es exclusivo de Colombia. Es un problema mundial.
¿Cuál es el fundamento de esa afirmación?
Si comparamos los sistemas de salud norteamericano, el más privatizado del mundo, y suizo, que también es privado, con los europeos, más socializados, y los de América Latina, más universales, e incluso los de Asia, el común denominador es la dificultad de acceder a los medicamentos.
En Colombia hay ese tipo de problemas.
Esta es una nueva concepción del problema; quizá para usted no lo sea porque es de aquí y ha visto el impacto que tienen los fármacos en el sistema de salud colombiano, pero esta es una idea que los norteamericanos no podrían comprender y que en Europa ya la han comenzado a vivir.
¿A qué se refiere con que el problema central es el acceso?
Me refiero a varias cosas: al precio; a que hay enfermedades para las cuales no existe un tratamiento adecuado y cuando existe volvemos a que el precio es muy alto; a la gran cantidad de enfermedades con necesidades médicas no satisfechas porque las farmacéuticas no han tenido interés en desarrollar esas líneas terapéuticas.
¿Por qué?
Porque si no hay dinero no hay mercado y si no hay mercado no hay medicinas. Aunque esto sea cruel es la realidad.
¿Por qué los precios altos?
El argumento de la industria farmacéutica es el alto costo de investigación y desarrollo, lo que no es totalmente cierto.
Según algunos estudios, desarrollar un medicamento nuevo cuesta aproximadamente 1.000 millones de dólares, pero eso es solo para algunos fármacos; si eso fuera así nadie produciría medicamentos, porque es muy caro.
Entonces, ¿por qué los altos precios?
Porque el dinero es gastado no tanto en investigación y desarrollo sino en mercadeo y altas compensaciones para sus ejecutivos, en actividades que sinceramente no son muy éticas y esto lo tiene que compensar el consumidor.
¿Hay otras causas?
Sí, el líder de las casas farmacéuticas y de la innovación en el sector es Estados Unidos, donde no hay controles de precios, y como es el mercado de medicamentos más grande del mundo las farmacéuticas y biotecnológicas les ponen los precios que se les da la gana, independientemente de cuál sea la enfermedad o el valor terapéutico.
¿Incide la propiedad intelectual en los precios altos?
No hay que atacar el sistema de patentes, que ha funcionado bien y es necesario para proteger las inversiones. El problema está en el abuso. Muchas casas farmacéuticas y biotecnológicas en Estados Unidos y Europa bloquean con sus patentes la competencia y mucha investigación que podría ser benéfica para desarrollar medicamentos más baratos y hasta más efectivos.
¿Qué propone?
Entender que este es un problema global y que ninguna reforma en el mundo va a funcionar, y el sistema de salud quebrará, si no contempla el aspecto farmacéutico.
¿Y cómo abordarlo?
Hay que buscar formas efectivas de hacer la investigación, conocer más sobre las enfermedades y desarrollar medicamentos más eficaces y más seguros, para lo cual hay que tener una política nacional de largo plazo volcada hacia la innovación.
A usted no le disgusta, si es el caso, controlar los precios de los medicamentos.
No me disgusta, pero hay que ser muy cuidadoso porque, por lo general, los gobiernos son más reactivos que proactivos y aplican políticas trasnochadas que hacen más daño que si no se hubiera hecho nada.
El control de precios depende del medicamento y de las líneas biológicas; el control de precios en cierta forma bloquea el incentivo de la innovación y el desarrollo de nuevos fármacos y al final los que van a sufrir son los pacientes.
Jorge Correa C.
Redacción de Economía y Negocios