El mexicano Santiago Levy Algazi es el vicepresidente de sectores y conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo, además de un experto en temas económicos y sociales. Sobre estos y otros temas habló con PORTAFOLIO.
¿Cómo está viendo la región?En temas generales, y a corto plazo, somos optimistas. Pensamos que el resto del 2010 éste va ha evolucionar en forma positiva para la región. Sin dejar de señalar que todavía hay incertidumbres y puede haber hechos que cambien el panorama rápidamente.
¿Será homogénea la mejoría?Sentimos que va haber una recuperación del crecimiento en América Latina, aunque más en los países grandes que en los de Centroamérica y el Caribe. La gran pregunta es si esta situación se va a mantener luego del 2011. Y ahí las incertidumbres son más grandes.
¿En qué basa su apreciación?Para citar un caso concreto, en Estados Unidos es cada vez más clara la recuperación y la esperanza es que el desempleo empiece a bajar dentro de poco, con lo cual la región se verá beneficiada. Eso también ocurre en otras economías industrializadas.
¿Qué tan importante fue China en todo esto?Fue una grata realidad, porque China sorprendió a los propios chinos. Su paquete de estímulos fue muy eficaz, y eso llevó a que la tasa de crecimiento que se pronosticaba en 6 por ciento para el 2009 fuera dos puntos y medio más alta.
Y eso le ayudó a la región...Le ayudó con los precios de los productos básicos. Parte de la recuperación del precio del cobre, de los alimentos, del petróleo, está plenamente asociado a China, aunque no se puede desconocer a India o a otras naciones.
¿Qué lecciones nos dejó esta crisis?La primera es que el haber hecho la tarea antes de la crisis tuvo unas altas tasas de retorno. El hecho de que la tormenta encontró a América Latina, en promedio, con un manejo macroeconómico mucho más prudente fue definitivo. Esto se vio en cuentas fiscales mucho más en orden, en tipos de cambio flexibles, en inflaciones bajas y en cuentas corrientes de las respectivas balanzas de pagos en superávit.
¿Qué más?Que la respuesta de la comunidad financiera internacional a la crisis fue clara. A diferencia de épocas pasadas en donde la intervención económica era curativa y tenía lugar después de la debacle, en ésta hubo importantes líneas de crédito flexibles, con el apoyo del Fondo Monetario y el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros.
Sabiendo que en economía las cosas vuelven y se repiten, ¿qué se debería hacer como medida preventiva?Creo que los países deben acumular más reservas con el fin de tener un margen más grande a la hora de enfrentar sus obligaciones de corto plazo. Igualmente, harían bien en la medida en que puedan renegociar los plazos de sus deudas y extenderlos un poco, particularmente en sus obligaciones en moneda extranjera. También hay que mirar los pasivos en divisas de los sistemas financieros internos.
¿Otros elementos qué rescataría?Los manejos cambiarios y de la inflación deben mantenerse, aunque se deben pulir ciertos mecanismos un poco más. Además está el tema de las reglas fiscales y la pregunta es si deberíamos tenerlas más establecidas como hace Chile. En esta fase expansiva eso permite ahorrar recursos fiscales para poder construir engranajes de defensa para futuras crisis.
¿Por qué menciona usted que hay cierta inquietud a partir del 2011, en el sentido de la sostenibilidad de la recuperación?Porque en algún momento tanto el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos como el Banco Europeo van a tener que revertir las medidas monetarias extraordinarias que tomaron en el 2008 y 2009. Entonces, la noción de que las tasas de interés internacionales se mantengan en los niveles actuales es algo que no se debería esperar. La pregunta más bien es cuándo y a qué velocidad van a modificar las tasas.
¿Y eso de qué depende?Aquí hay un equilibrio muy difícil. Uno puede suponer en un escenario optimista que todo se hace con una precisión de relojero suizo y en ningún momento se impacta el crecimiento. Pero también hay escenarios en donde los bancos centrales se ven forzados a hacerlo de una manera un poco más brusca, tal vez porque los déficits tan altos que se tienen en Estados Unidos y en Europa hacen que haya que competir por los recursos y el acceso al crédito internacional se dé en condiciones más onerosas.
¿Qué pasaría entonces?Si es así uno puede visualizar que incluso los precios de los productos básicos se desaceleren y entonces mucho de lo que le está ayudando a la recuperación de América Latina perderá ímpetu. Eso no quiere decir que vayamos a caer, sino que tendremos tasas de crecimiento del 3 ó 4 por ciento pero que no habrá nada más que eso.
La Cepal insiste en que nuestra suerte estará más atada a lo que suceda en Asia ¿Coincide con esa apreciación?Sí. De hecho, una lección adicional de esta crisis es que la diversificación del comercio paga. Los países cuyo producto más cayó en esta crisis, que fueron México, Centroamérica y los del Caribe, son los que tenían su comercio internacional o sus ingresos por turismo y remesas, más concentrados en un sólo país grande, en este caso Estados Unidos. En cambio, los de Suramérica pudieron tener amortiguadores más importantes.
¿Y hacia adelante?Es claro que Asia, entendida como la suma de India más China y en general el resto de economías que han tenido un muy buen desempeño, va a ser una fuente de crecimiento importante, con tasas más altas que las provenientes de Estados Unidos o Europa. Ese es un llamado para que los países de la región que estén más concentrados en un sólo mercado, amplíen sus horizontes.
¿Coincide usted en que el efecto social de esta crisis pudo haber sido más grave si se hubieran repetido circunstancias anteriores?
Sin duda, aunque todavía no tenemos datos de encuestas para medir lo que pasó. Dicho eso, creo que vamos a observar un aumento en la pobreza en el 2009 respecto a 2008, o sea que esta crisis va a tener un costo social importante. Pero también vamos a llegar a la conclusión de que si no se hubiese tenido esta situación macroeconómica sólida y si no hubiésemos tenido una respuesta de política pública, el saldo habría mostrado una pobreza mayor, como ocurrió en crisis anteriores.
¿Eso quiere decir que las redes de protección social funcionaron?Cierto. Otra lección es que los países que tenían ciertos programas para combatir la pobreza extrema bien instrumentados y con amplia cobertura, tuvieron un instrumento de respuesta frente a la crisis, que anteriormente no se tenía. Así protegieron en gran medida a la población pobre de los impactos de la situación. Fue ese el caso de Brasil, Colombia y México.
Pero falta mucho...Sin duda. La tarea por hacer en materia social en América Latina es muy amplia, y hay todo un tema asociado a otro tipo de programas sociales que tiene que ver con la intersección de la seguridad social con otros programas que son fuente de informalidad, de baja productividad y que implican un reto importante en materia de reformas.
El desempleo tampoco subió tanto...Subió de manera general, pero recordemos que la mayor parte de los países de la región no tienen un seguro al desempleo, con lo cual lo que ocurre es que la informalidad aumenta.
¿Y cómo se revierte eso?No solamente creciendo. La informalidad es un problema mucho más profundo y estructural. Apostarle a que el crecimiento va a reducir la informalidad, es bastante riesgoso. Además de crecer, los países tiene que hacer reformas importantes en materia fiscal y social. De hecho, hay evidencia que sostiene que la informalidad es una fuente de reducción de la tasa de crecimiento. Crecemos menos rápido que el resto del mundo, porque tenemos sectores informales muy grandes, y porque son una fuente de pérdida de productividad.