Un astrólogo que se respete tiene en cuenta al hacer sus pronósti- cos los cambios que aparecen en el firma- mento. Y aunque los economistas también deberían ajustar sus proyecciones de acuer- do con las novedades que aparecen en el entorno, eso no siem- pre sucede.
No hay comienzo de año que no tenga el ritual de las predicciones. Mientras algunos consultan el horóscopo, otros recurren a los secretos de las runas. Y así como muchos economistas ven con desdén estas artes adivinatorias, otros optan ver la viga en sus propios ojos.
Para la muestra está lo que dijo alguna vez el famoso economista John Kenneth Galbraith: "la única función de las proyecciones económicas es hacer que la astrología parezca respetable".
Aunque la frase de Galbraith tiene más de provocación que de verdad, hay que reconocer que a veces los astrólogos superan a los economistas en su manera de predecir.
Un astrólogo que se respete tiene en cuenta al hacer sus pronósticos los cambios que aparecen en el firmamento. Y aunque los economistas también deberían ajustar sus proyecciones de acuerdo con las novedades que aparecen en el entorno, eso no siempre sucede.
Ese es el caso de los estimativos oficiales sobre el crecimiento de 2009 y 2010, que han permanecido intactos a pesar de los cambios que han aparecido en el panorama.
Desde hace varios meses el Gobierno proyectó que la economía colombiana crecería 0,5 por ciento en 2009 y 2,5 por ciento en 2010.
Pero en vísperas de Navidad una novedad importante emergió en el horizonte, como si se tratara de la estrella de Belén: el Dane anunció que la economía se contrajo 0,2 por ciento en el tercer trimestre de 2009, frente el mismo periodo del año anterior, lo que sorprendió a todos teniendo en cuenta que se esperaba que creciera.
Pero lo que más ha impresionó es que, tras conocer el resbalón del tercer trimestre, el Gobierno haya mantenido intactas sus proyecciones.
El dato que reveló el Dane muestra que la recuperación económica está avanzando de manera más frágil y más lenta que lo que se pensaba, y ante esa circunstancia se vuelve más difícil alcanzar las metas planteadas previamente.
Por ejemplo, para llegar al crecimiento de 0,5 por ciento planteado por el Gobierno para 2009 se requeriría que la economía hubiera crecido más de 2,5 por ciento en el último trimestre del año pasado, un nivel prácticamente inalcanzable teniendo en cuenta las cifras más recientes de la industria y el comercio.
De esta manera, tras conocer los datos del tercer trimestre, lo más aconsejable para los observadores es que ajusten sus proyecciones: a juzgar por los indicadores disponibles, lo más probable es que en 2009 la economía haya tenido un crecimiento nulo.
¿Y qué se puede decir del año que comienza? En medio de la incertidumbre, se pueden decir por lo menos cuatro cosas: el gasto público no podrá ser el motor de la economía, como lo fue en 2009, debido a restricciones fiscales; el consumo no podrá tener una gran recuperación, por cuenta del alto desempleo; la inversión privada no volverá a crecer mientras no haya una reactivación significativa de la demanda que eleve el uso de la capacidad productiva; y las exportaciones, que disfrutarán de cierto impulso por la recuperación económica mundial, acusarán el golpe del bloqueo comercial impuesto por el Gobierno venezolano.
Con todo esto en mente, ¿es razonable mantener intacta la meta oficial de 2,5 por ciento de crecimiento para 2010? Por supuesto que no. Es cierto que conviene ser optimista en el principio del año, pero no tanto. mareina@cable.net.co