El evento impulsado por Luis Alberto Moreno, por ese entonces Ministro de Desarrollo de la administración Gaviria, será conmemorado hoy en Bogotá en un foro sobre el mismo tema.
Al respecto, Portafolio habló con el hoy presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
Hace 20 años, cuando tuvo lugar la primera cumbre de competitividad, ¿cuál fue la razón de hacerla?
En ese momento Colombia apenas estaba comenzando a insertarse en la economía global. La política de internacionalización era muy joven y era evidente que teníamos que pensar de manera diferente, después de haber vivido en un sistema cerrado en el que había muchas ineficiencias.
¿Qué se logró en esa ocasión?
Pienso que la lección más clara que dejó este ejercicio fue demostrar que el país tenía inmensas posibilidades de aprovechar las oportunidades que le brindaba la globalización, y que ese camino había que recorrerlo de la mano del sector privado.
¿Qué pasó desde entonces?
Diría que si uno hace un balance, encuentra luces y sombras. Desde el punto de vista de la política pública, se hicieron algunas tareas, pero muchas siguen pendientes.
Tal vez el error más grande fue pensar que el tema de la competitividad le correspondía a un Gobierno determinado, con lo cual vimos muchos arranques y frenazos, dependiendo de la administración de turno.
¿Qué rescata?
Yo creo que dejamos el tema en la mente de los empresarios y de algunos funcionarios. Gracias a la semilla que sembramos, se desarrolló un sistema de seguimiento a la competitividad que es bueno, tanto a nivel nacional como en ciertas regiones, y cuyas recomendaciones son muy valiosas.
Tenemos buenos diagnósticos y en la mayoría de los casos es claro qué hacer.
¿Cuál es el problema, entonces?
Que a la hora de tomar decisiones a veces ha faltado determinación y en otras, manejo político para poner ciertos temas espinosos sobre la mesa y tener visiones de largo plazo que trasciendan lo que dura un Gobierno.
¿Qué ejemplos tiene en mente?
Muchos, por supuesto. Pero es claro que tenemos una gran tarea por hacer en materia de calidad educativa, de efectividad de la justicia, así como de cerrar la brecha de la infraestructura. Eso para no hablar del inmenso atraso en materia de innovación.
A la vista de lo sucedido, ¿qué recomienda?
Pienso que los colombianos tenemos que ponernos de acuerdo en torno a unas metas básicas, con miras a 20 o 30 años. Los consensos que logremos deben estar por encima de la coyuntura política.
Eso suena más fácil decirlo que hacerlo…
No lo dudo. Pero hay ejemplos en esta región, como los de México o Chile, en donde personas de vertientes muy diferentes pudieron hablar un lenguaje común. Y en otras latitudes están los de Corea o Australia, para solo citar un par de casos.
En resumen, hay que crear espacios para ponerse de acuerdo sobre temas difíciles.
¿Cómo llamaría ese esquema?
Yo propongo que se bautice el Pacto por el futuro de Colombia. Eso no es algo que se logre de la noche a la mañana, pero si el país se fija como propósito disminuir la pobreza, eliminar la miseria, mejorar la educación, tener buenas carreteras y puertos, y contar con una administración de justicia que funcione, muchos de los problemas actuales se van a resolver.
¿Qué más áreas tiene en mente?
El desarrollo agropecuario, para salir de ese falso dilema entre explotaciones de tamaño pequeño y mediano, y el cultivo de grandes extensiones.
También hay que mirar la minería, ante la cual seguimos con actitudes ambivalentes, sin darnos cuenta que las realidades externas están cambiando.
¿Los objetivos que menciona implican aumentar el gasto público?
Muy seguramente. Si se compara a Colombia en términos de esfuerzo tributario con otros países, encontramos que aquí los impuestos representan el 14 por ciento del Producto Interno Bruto, siete puntos menos que el promedio de América Latina.
Estamos muy por debajo de Chile o Brasil y a gran distancia de las naciones de la Ocde, a la cual queremos pertenecer.
Eso no les va a gustar a los empresarios…
Cualquier empresario sabe que una buena inversión no se mide por los costos, sino por los retornos que genera.
Si este país se vuelve más próspero y consigue bajar la pobreza a los niveles de Chile, será un mejor sitio para hacer negocios. En cambio, si el entorno no mejora, el negocio tampoco.
IR MÁS ALLÁ DE LAS CIFRAS Y DEL ESTADO DE PÉRDIDAS Y GANANCIAS
Hay que pensar en la creación de valor compartido de la que habla Michael Porter. Es necesario ir más allá de las cifras del balance o del estado de pérdidas y ganancias. Con ello ganaremos no solo en productividad, sino en inclusión social.
Eso nos va a permitir conectarnos con las cadenas globales de valor y crecer, no a tasas del 4 por ciento anual, sino a las que se ven en partes de Asia, del 6 por ciento anual.
El BID puede apoyar en el proceso, con recursos financieros, técnicos y humanos. Nuestra misión es apoyar el progreso de los países de la región.
Ricardo Ávila Pinto
Director de Portafolio