Aunque el incremento del salario mínimo se constituye en un reiterado motivo de debate no solo en Colombia sino en naciones como Estados Unidos, el director del Centro de Economía y Política Pública de la Universidad de California – Irvine (Estados Unidos), David Neumark, señala que hay evidencias que apuntan a que en algunas naciones esta herramienta no necesariamente ha ayudado a superar la pobreza.
Neumark habló con Portafolio y contó que no se trata de redistribuir ingresos sin tener en cuenta las consecuencias.
Diferentes estudios dicen que el salario mínimo en el país es muy alto...
Un salario mínimo alto tiene algunas consecuencias positivas y negativas, como estar atado a la inflación para así mejorar el nivel de vida de los trabajadores.
Todos los países, a excepción de los más pobres, usan esta política para asegurarse de que no haya gente en la pobreza.
En la mayoría de las naciones, la variación del salario mínimo está atada a la inflación y es una herramienta contra la pobreza.
Esta política es muy popular en todos los países. Cuando se miran las encuestas, naciones como Estados Unidos están a favor. Sin embargo, eso no quiere decir que esto funciona.
¿Y sí funciona?
En términos de criterio, de la teoría, es floja la evidencia que existe. El argumento tiene varias maneras de mirarlo. ¿Por qué los países tienen políticas de salario mínimo? La forma más simple de considerarlo puede ser la de darle un salario mínimo a los que están a la pobreza.
Pero todo no se trata de redistribuir ingresos sin tener en cuenta las consecuencias. El costo potencial es la pérdida de trabajos.
Cuando se suben los salarios mínimos, el trabajador que no está muy bien capacitado tiende a perder su empleo. Ese es el gran problema que han tratado de resolver muchos economistas. La evidencia muestra que sí se pierden empleos. Por ejemplo, los adolescentes que no están preparados y las minorías pueden ser vulnerables.
Diría que en la mayoría del debate de salarios mínimos todo gira en torno a reducir la pobreza.
Usar una métrica de reducir la pobreza es una manera que puede resultar tosca para evaluar el tema de los beneficios alrededor del mínimo.
Estados Unidos tiene evidencias, pero hay países en vía de desarrollo que no la tienen. Existen tan pocos datos y es difícil concluir, a partir de esto, una relación de causalidad entre el salario mínimo y una reducción de la pobreza.
Normalmente, el salario mínimo no reduce la pobreza. Sin embargo, hay estudios de casos, como el de Nicaragua, donde el mínimo sí ha ayudado a la gente a salir de esa condición. Pero en ese caso la especificación muestra que los trabajadores que son cabeza de familia no perdieron el trabajo. Asimismo, cuando la remuneración mínima sube en Nicaragua, el trabajo lo pierden quienes están más abajo de los trabajadores en mención.
Quienes pierden su trabajo, siguen igual de pobres.
Un caso contrario es lo que sucede con la clase media de Estados Unidos, donde los jóvenes a los que no se les aumenta el mínimo, bajan hacia la línea de pobreza.
El punto acá es que es fácil sacar una conclusión y una correlación en que un aumento en el mínimo reduce los puestos de trabajo. Pero es más difícil que el aumento del mínimo reduzca la pobreza. Es difícil que alguien tenga una posición realista de cómo los salarios mínimos terminan bajando los niveles de pobreza.
Hay presión en EE. UU. al aumentar el salario mínimo...
Por ejemplo, el Alcalde de Nueva York apoya el salario mínimo de US$15 (por hora). El salario mínimo federal no aumentará en el mediano plazo, pero sí en caso de que los demócratas ganen. Muchos estados han bajado la remuneración y ahora hay un fenómeno en las ciudades. Tenemos a Seattle, San Francisco y Los Ángeles, que también tienen salarios mínimos.
Aunque se plantee dar US$15 por hora a los trabajadores, el salario mínimo federal sigue siendo de US$7,25 por hora. Se puede argumentar que las ciudades son caras y que tiene sentido subir el mínimo. Otras ciudades y estados más pobres buscan llegar al menos a US$12.
En su mundo ideal, ¿el mínimo debería existir? ¿Cuál sería la manera de enfrentar la inequidad?
La forma de abarcar la inequidad sería diferente y el salario mínimo no debería existir, cosa que nunca pasaría, en parte porque si se pone de una forma contraria y se sube el mínimo federal de US$7,25 a US$15, como Bernie Sanders lo propone en estados con salarios bajos como Louisiana, mi intuición es que sería un gran desastre.
Pero no me puedo basar en la evidencia, porque la que hay es de pequeños incrementos. Si por alguna razón adoptamos un salario mínimo para acabar el problema de inequidad, creo que estamos tratando de coger los frutos del árbol equivocado.
Mirando el caso colombiano, los sindicatos piden que el mínimo se aumente 12 por ciento...
A los sindicatos les gusta llevar a los salarios a un punto en el que no sean competitivos. Ellos creen que los mercados laborales competitivos son malos para los trabajadores. Los líderes sindicales buscan dos cosas con esto: proteger de la competencia del mercado a los trabajadores con bajos salarios y obtener más apoyo de los trabajadores agradecidos por el incremento.
Pero no veo cómo los sindicatos internalizan costos que son relevantes.
Mi conclusión, después de muchos estudios sobre los salarios mínimos es que estos no son necesariamente buenos, y tampoco, son malos. Lo que se debe analizar son los costos que vienen con ellos y que hay otras maneras de generar desarrollo y de mejorar la redistribución que no están siendo abarcadas.
¿Un aumento nacional del mínimo sería un error?
En un país donde las diferencias salariales son tan abismales, estipular un mínimo para todo el país es un gran error. Coja el caso de Estados Unidos: California y Nueva York tienen salarios muy altos, pero los estados del sur, cuentan con unos muy bajos. Sin embargo, está el salario mínimo federal de US$7,25, pero la mitad de los estados lo sobrepasan, hecho que hace que el efecto real de la remuneración sea inexistente.
¿Usted cree que salarios mínimos altos generan informalidad?
La teoría general dice que sí, pero en algunos países en desarrollo pasa lo contrario por razones que muy pocos logran explicar. Elevar los salarios tiene un efecto en la retribución informal. La evidencia no logra ser compatible con la teoría que se conoce.
Ricardo Ávila Pinto
Director de Portafolio