A partir del día de hoy comienza la cuenta regresiva de una legislatura que poco ha tenido de memorable. Y es que a un mes exacto de que terminen las sesiones ordinarias del Congreso, es escaso lo que hay para mostrar, tanto en materia económica como en otros asuntos, pues ni las leyes aprobadas se destacan, ni los debates adelantados han logrado entusiasmar a la opinión. La razón es que, como pocas veces en la historia reciente del país, sobre el Capitolio Nacional han confluido circunstancias de diversa índole.
En primer lugar, el que termina fue un año electoral, un factor que distrajo la atención de senadores y representantes, interesados en que sus aliados tuvieran buenos resultados en la puja por gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos. De tal manera, tanto las semanas previas a los comicios, como los días que siguieron al escrutinio, crearon un vacío que afectó a comisiones y plenarias.
En segundo término, fue notoria la falta de liderazgo del Gobierno en la presentación de proyectos de ley que alimentaran a los legisladores. Ese marasmo de los diferentes ministerios no tiene una explicación clara. Para algunos, buena parte de las reformas que perseguía la administración ya fueron aprobadas. Para otros, no había mucho interés en presentar iniciativas debido a que las relaciones entre la Casa de Nariño y su bancada no son las más fluidas, por contradictorio que parezca.
Un tercer elemento fue el derivado de la llamada 'parapolítica', que ha sacudido al Congreso hasta sus cimientos. A la fecha, 42 parlamentarios han sido investigados y la mitad están detenidos, una cifra enorme en cualquier democracia, que tiene pocos precedentes en la tradición del país. El limbo derivado de las curules vacías de los congresistas, que prefieren renunciar a su investidura, y de la demora de los suplentes en asumir el cargo, ha pesado, y mucho, en el trabajo diario. Si a eso se le agrega la cadena de rumores sobre nuevos nombres que podrían resultar implicados, queda claro por qué para muchos ha sido difícil concentrarse en estudiar artículos y proposiciones. Quizás la ironía de la situación la representa la senadora Piedad Córdoba, quien ha resultado ser la legisladora más destacada del año, no por razones inherentes a su cargo, sino por su papel en un posible acuerdo humanitario con la guerrilla de las Farc, de la mano del presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Dicho lo anterior, hay algunos resultados que merecen resaltarse. Por ejemplo, el debate al Presupuesto resultó más juicioso y puntual que en años anteriores. Así mismo, las discusiones de los TLC pendientes de ratificación y de las modificaciones al ya aprobado con los Estados Unidos han tenido un trámite normal. No obstante, apenas esta semana va a comenzar el tránsito de la que es considerada la iniciativa más significativa en el campo económico, como es el desarrollo legal de la reforma constitucional que modificó a mediados del año el Sistema General de Participaciones. Si bien el tiempo es corto, los conocedores del tema aseguran que la propuesta debería salir adelante, muy en la línea del texto gubernamental que, entre otros aspectos sobresalientes, busca darle a los departamentos un espacio más amplio en las transferencias.
Sin embargo, ese pronóstico favorable no es extensivo a dos proyectos de ley adicionales. Tal es el caso de la reforma al régimen de regalías que cuenta con la oposición de los entes territoriales, que prefieren mantener el statu quo y que probablemente acabe teniendo un entierro sin pena ni gloria. El segundo caso es el de la creación de zonas libres de segunda vivienda, que seguramente hará tránsito y podría resultar aprobada en la primera mitad del 2008.
Por tales razones, incluso los aliados del Gobierno reconocen que la que termina no será una legislativa excepcional. De hecho, en número de leyes aprobadas el balance será el peor en mucho tiempo, y aunque cantidad y calidad no siempre van de la mano, no deja de ser lamentable que el saldo, más que bueno o malo, sea casi inexistente.