Pero más allá de la definición que tenga la historia, lo ocurrido es un síntoma más de la presencia creciente que tiene la inversión extranjera en las más diversas latitudes. Hace unos días, por ejemplo, un estudio hecho en Nueva York reveló que más de una décima parte de los bienes y servicios producidos en la llamada capital del mundo pertenece a compañías foráneas que a su vez generan unos 200.000 empleos en la metrópoli. Dicho ritmo se ha incrementado en los últimos meses a raíz de la debilidad del dólar frente a diversas monedas incluido el euro, así como por la abundancia de recursos que han recibido los países ricos en recursos naturales. No deja de resultar irónico que los aumentos recientes de capital de algunos de los bancos y casas de bolsa más conocidos de Wall Street hayan sido suscritos por inversionistas árabes y asiáticos. En semejante escenario, América Latina ha comenzado a jugar un papel llamativo. Empresas como Cemex (cemento) y América Móvil (telecomunicaciones) de México; Gerdau (acero), Vale (minerales) y Petrobras (petróleo) de Brasil; Techint (construcción) de Argentina; y Cencosud (comercio) de Chile, han comenzado a tener figuración importante fuera de sus países de origen, adquiriendo en algunos casos activos en Australia, Europa o Estados Unidos, aparte de sus negocios regionales. Según la Cepal, la inversión directa en el exterior de las naciones latinoamericanas llegó a 20.619 millones de dólares en el 2007, algo menos de la mitad de los 42.665 millones registrados un año atrás. En semejante escenario, el retraso de Colombia es evidente. A pesar de ser el cuarto receptor más grande de recursos en la zona, detrás de Brasil, México y Chile, el país es un inversionista extranjero tímido, ocupando el sexto lugar con escasos 370 millones de dólares girados el año pasado y 349 millones en el primer trimestre del 2008. Si bien compañías como Carvajal, Noel, Corona, Colombina o Procafecol han probado suerte en otras latitudes, sus números los ubican en posiciones intermedias dentro de las clasificaciones hechas. Bavaria, por su parte, es un jugador importante en varios territorios, pero ya las decisiones estratégicas no son tomadas en Bogotá, después de su venta a SABMiller. Más recientemente ISA, Bancolombia, Nacional de Chocolates, Promigas y Terpel, han comenzado un interesante proceso de expansión, circunscrito en la mayoría de los casos al vecindario. Quizás el único caso de presencia importante en el primer mundo es el de Cementos Argos que adquirió una serie de plantas en el sur de los Estados Unidos, logrando una efectiva articulación con sus fábricas en territorio colombiano. Pero ese ejemplo no debería ser el único. Tal como ha sucedido en otras latitudes, la combinación de dólar barato junto a la buena salud del sector privado local, podría generar la búsqueda de oportunidades en el resto del hemisferio. A su favor, los ejecutivos nacionales tienen un bien ganado prestigio, gracias a su formación académica, a su capacidad de trabajo y a su habilidad en condiciones difíciles. Ahora lo que les falta es más apetito para diversificar el riesgo e identificar opciones con el fin de conformar emporios hechos y manejados desde Colombia. '' El crecimiento de compañías multinacionales oriundas de América Latina es un hecho, pero el empresariado colombiano sigue siendo tímido en este campo.WILABR
Finanzas
08 jul 2008 - 5:00 a. m.
A salir de compras
La intensa disputa que protagoniza la multinacional cervecera de origen belga InBev, la misma que hace unos días hizo una oferta hostil de compra por la estadounidense Anheuser-Busch, fabricante de la conocida Budweiser, va mucho más allá de un negocio cualquiera. Y es que aparte de la suma de 46.000 millones de dólares que valdría la operación y del nacimiento del conglomerado de bebidas alcohólicas más grande del mundo, lo que está en juego es la propiedad de un ícono norteamericano, tan cercano al corazón del ciudadano promedio como la torta de manzana o el béisbol. Debido a ello, en la ciudad de San Luis, en el estado de Missouri, ya comenzó una campaña para impedir la venta, a pesar de que InBev ha reiterado en repetidas ocasiones que nada cambiaría para los consumidores, ni para los empleados de Anheuser-Busch.
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