Todo tiene un tiempo y un límite. Cuando se habla de estimulación se hace referencia a aquellas actividades que promuevan el crecimiento del bebé a nivel perceptivo, motriz, sensorial, afectivo, social y de lenguaje, según la etapa en la que se encuentre. La idea no es obligarlo a participar de las actividades que se realizan con él, pues deben ser cortas respetando el ritmo, el temperamento y la sensibilidad del menor. El bebé es quien establece los límites de los ejercicios. El primer factor que garantiza la estimulación adecuada de un niño es el afecto de los padres y adultos que interactúan con él, pues de esta forma le transmiten paz, tranquilidad y seguridad. El juego es la mejor herramienta de estimulación, pues es natural y sin premeditación. A través de una actividad lúdica, los adultos aprenden a leer el comportamiento de los niños y a respetar sus necesidades; además, saben cuándo parar. En los primeros 12 meses de vida, el mundo del bebé es totalmente físico y sensorial, de manera que todas las actividades de estimulación se dirigen a estos aspectos. El primer paso es estimular la parte táctil, es decir facilitarle diferentes materiales y texturas. En cuanto al lenguaje, gran parte de esta estimulación empieza con canciones, y es muy importante que estén acompañadas de rimas. Los adultos deben vocalizar muy bien para que el menor aprenda a hablar de manera clara. El arte es vital en este proceso, pues favorece el desarrollo de la motricidad fina (relacionada con los músculos pequeños de las manos) y la parte sensorial, cuando el niño experimenta con diferentes tipos de formas, colores y texturas. Cuando hay estimulación se garantiza de alguna manera la estabilidad emocional del pequeño, pues además de explorar sus habilidades, está en contacto con diversos estímulos, juega y comparte con sus seres queridos. La respuesta del infante en cualquier etapa del desarrollo debe ser de alegría y satisfacción. Todos los momentos del día son una oportunidad para estimular al infante. Fuentes Carolina López, terapeuta ocupacional y magíster en estructuras y procesos del aprendizaje; María Carolina Sánchez, sicóloga clínica, especialista en primera infancia; David Benavides, director de la fundación para la estimulación temprana oportuna y Paula Bernal, sicóloga especializada en desarrollo infantil e instructora certificada en masajes para niños. En estos primeros meses, el contacto piel a piel es vital. La estimulación está directamente relacionada con el cuidado y actividades cotidianas como la alimentación, el baño, el sueño, el cambio de pañal y de vestido. ¿Qué hacer? Masajearlo: realizar movimientos suaves hacia adelante y atrás o hacia arriba y abajo mientras papá o mamá los cargan en su pecho boca abajo para que sienta el latido del corazón. Mostrarle objetos con contrastes de colores: negro-blanco, azul-blanco y rojo-blanco. Efectuar cambios de luz que se den de forma gradual: desde oscuro hasta luz media. Cantarle: la voz de los padres es el mejor estímulo. Mecerlo cargado. Permitirle que escuche música con ritmo constante y armónico. Bañarlo con elementos de diferentes texturas: elaborar muñecos o guantes con telas de estropajo (suave y húmedo), toalla o terciopelo. Exponerlo a temperaturas que tengan cambios suaves y explicarle esto es caliente y esto es frío. Hablarle y contarle qué se está haciendo con él. Al arrullarlo, balancearlo a diferentes velocidades. A partir del tercer mes, cobran importancia objetos sencillos que el pequeño pueda agarrar, presionar, llevar a la boca, seguir con su mirada y sobre los cuales pueda rodar. ¿Qué hacer? Dejarlo que llore un poco cuando tiene hambre; así puede imaginar la leche y adquiere la sensación de espera. Cargarlo de frente para que pueda observar todo a su alrededor. Repetir los sonidos que el niño emite. Leerle cuentos con imágenes de colores. Permitirle que experimente diferentes texturas, que deben asociarse con experiencias gratas. Abrazarlo fuerte, luego más suave, de manera que le llegue la información a nivel muscular. Exponerlo a diferentes olores y objetos de distinto volumen, planos y colores de contraste. El olor de la vainilla es ideal. Cantarle rimas y versos. Ponerlo sobre pelotas inflables, jugar con títeres en los dedos y objetos sonoros fuera de su campo visual para que identifique la fuente de sonido. Arrullarlo hacia delante y hacia atrás. En esta etapa, el bebé empieza a reconocerse como un sujeto diferente de los demás. ¿Qué hacer? Mientras se encuentran en el carro, es recomendable poner un CD y escuchar música con él o si va en el coche puede jugar con los móviles o tener objetos que pueda halar y llevar a la boca, o sacar y ensartar. Esconderle objetos o jugar a esconderse. Sacarlo al parque y ponerlo a gatear sobre diferentes superficies. Sentarlo sobre tapetes con diferentes colores y texturas. En la cuna, se pueden armar gimnasios o centros de actividades. Estos tendrán varios elementos que, cuando el bebé los patee, los toque, los pise o los mueva, respondan con algún sonido o movimiento. El pequeño estructura en su mente objetos ausentes; sabe que su mamá se va porque no la ve, pero es consciente de que volverá. Comienza a moverse por sí mismo, a ejercer control sobre los objetos y a identificar sus juguetes favoritos. ¿Qué hacer? Tomarlo de la mano y llevarlo a caminar, para que sienta protección. Exponerlo a distintas texturas y temperaturas Facilitarle móviles y rompecabezas elementales. Los juguetes que se le entreguen deben ser interactivos y duraderos. Jugarle con pelotas de diversos tamaños, texturas y materiales de látex, que se desinflan y vuelven a inflarse por sí solas. Darle bloques. Pueden comenzar a apilar dos o tres de ellos y luego derribarlos. Los de espuma son útiles, así como los de encajar. Permitirle empujar: un juguete de este estilo le ayuda a mantener el equilibrio. A esta edad les gustará dar vuelta a las páginas. Los libros de cartulina son ideales, así como aquellos con dibujos en relieve o elementos interactivos como botones que hacen sonidos y tapas que se abren.WILABR
Finanzas
22 nov 2008 - 5:00 a. m.
Sentir y conocer el pequeño mundo
Estimular a un bebé no significa lograr avances en su desarrollo sin contar con su aprobación y bienestar. Tampoco obtener resultados a corto plazo para que se adelante en su proceso de aprendizaje.
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