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Finanzas

30 oct 2013 - 1:42 a. m.

Si se sigue despilfarrando agua será inevitable una crisis

Peter Brabeck-Letmathe, presidente global de Nestlé, el más grande productor de alimentos en el mundo, defiende la responsabilidad social como un negocio, pues solo el valor compartido atrae más clientes en el futuro.

Peter Brabeck-Letmathe / presidente global de Nestlé

Archivo Particular

Peter Brabeck-Letmathe / presidente global de Nestlé

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El presidente de Nestlé, la firma agroalimentaria más grande del mundo, Peter Brabeck-Letmathe, sentencia que estamos gastando más agua de la que debemos y que si no se hace nada, en poco tiempo la humanidad se verá abocada a una gran crisis alimentaria.

Brabeck estuvo el lunes en Cartagena, durante el Foro Mundial de Valor Compartido y habló en exclusiva con Portafolio.

Ustedes son impulsores de una reunión titulada ‘el papel cambiante de las empresas’. ¿Qué quiere decir eso?

En los últimos años, el mundo se ha dado cuenta de que las empresas tienen una responsabilidad que va más allá de crear valor para sus accionistas, muy en boga en los 80. Claramente, se demostró que esta era una visión de muy corto plazo, y se desarrolló una medición diferente según la cual hay una responsabilidad que tienen las empresas con la comunidad y la sociedad en un sentido más amplio.

Ahora estamos integrando estos desafíos sociales a la política empresarial, y esta quizás es la gran diferencia con lo que existía –que era un aspecto más filantrópico–, porque si yo he recibido un provecho de la sociedad, tengo que llevarle algo de regreso.

¿Qué significa esto en el caso de Nestlé?

Identificamos tres áreas en las que pensamos que podemos optimizar la creación de valor compartido. Son la nutrición, el agua y el desarrollo rural.

Habíamos sido líderes en alimentos, pero hicimos un cambio estratégico y ahora nos proponemos serlo en salud, nutrición y bienestar.

En este sentido, vimos que el agua es un aspecto prioritario, porque cuando analizamos cuál fue un factor importante para que la empresa celebrara 150 años de existencia, y quizás otros 150 a futuro, se llegó a la conclusión de que era agua.

El otro punto es el desarrollo rural, por dos razones: uno, porque trabajamos con más de 660 mil pequeños campesinos en el mundo entero y les podemos ayudar a mejorar su vida, y dos, porque en la parte rural es en donde están los mayores problemas sociales –80 por ciento de la extrema pobreza y los mayores problemas de salubridad–.

¿Qué están haciendo en cada uno de esos campos?

La nutrición va a ser el tema más importante en los próximos años para nosotros.

Ahí, hicimos una revisión completa de todos nuestros productos y estamos chequeando que todos tengan una ventaja organoléptica de mínimo 40 a 60 por ciento, y todos deben tener un perfil nutricional mejor que los de nuestros competidores.

¿Qué implicaciones ha tenido eso en sus procesos?

Nos ha llevado a reformular cada año el orden de 6 mil a 10 mil productos completos, a eliminar más de 250 mil toneladas de azúcar, igual que las sales y grasas saturadas, entre otros.

Además, nos hemos dado cuenta de que una caloría no es una caloría, sino que su calidad es muy importante. Por eso enriquecemos los productos con micronutrientes.

De hecho, el año pasado hicimos 190 mil millones de productos fortificados.

Lo tercero es que, en todo el mundo, con los gobiernos, estamos llevando los kids education, un programa para llevar educación alimenticia a los niños.

¿Qué tan importante es el agua para ustedes?

Para darle una idea, hace 10 años necesitábamos 4,5 litros para vender el equivalente a un dólar; hoy, hemos bajado a 1,4 litros. En el caso de Colombia, hemos ayudado a introducir tecnologías nuevas que eviten contaminar el agua, por ejemplo con el lavado del café en seco, lo cual ha llevado a un menor uso de agua, ha ayudado a mejorar la calidad del producto y la rentabilidad para el campesino en un 30 por ciento.

El tercer aspecto en el que nos enfocamos es llevar el tema del agua a nivel mundial. Tenemos una sobreexplotación de agua de 10 por ciento, y si no se hace nada va a llegar al 60 por ciento.

No se trata de encontrar más agua, porque la cantidad disponible es fija, sino de trabajar en la eficiencia del uso.

Usted ha trabajado 18 años en América Latina, ¿como ha visto la evolución de la región?

El cambio es enorme. En los 70, cuando llegué, el ingreso per cápita estaba en 1.700 dólares, y hoy en Chile y Uruguay tenemos 15.000, y aquí estamos entre 10 mil y 11 mil, etc.

Sin embargo, tenemos que hacer un modelo económico más inclusivo con la gente, y ese es nuestro propio interés, porque cada persona a la que podemos ayudar a salir de la extrema pobreza se convierte en un consumidor nuestro más.

El agua, su tema central, a veces es difícil de tratar en Colombia, donde está una de las riquezas hídricas más grandes del planeta.

El problema del agua siempre va a ser local, no digo esencialmente nacional, sino local. Para producir una caloría que venga de una planta, se necesita un litro de agua, y de un animal, 10.

Eso quiere decir que si un indio necesita 2.500 litros de agua para comer cada día y un texano, 6.500, estamos gastando 10 por ciento más agua de la disponible.

Así, pronto no tendremos agua para producir, es así de simple.

Por esto, si no hacemos algo, vamos a tener una crisis alimentaria del 30 por ciento de la producción de granos.

Usted es un escalador consumado, ¿cree que la humanidad podrá llegar a la cima de consolidar los avances contra la pobreza?

Yo soy optimista, de lo contrario no sería empresario.

Sé que, en primer lugar, existen las soluciones: la agricultura usa el 92 por ciento del agua que utilizamos, pero también sé que, por la manera irresponsable en que utilizamos el agua, cada planta recibe 2,5 veces más agua de lo que fisiológicamente necesita, simplemente porque no importa cómo se lleva el agua a las plantas. El problema es que en muchos casos falta la voluntad política.

¿Cuánta agua malgastamos en la vida cotidiana?

En la ropa, todavía hoy se pierde el 35 por ciento, por falta de infraestructura, y en los países emergentes es de 60 a 70 por ciento. Esto se puede arreglar, solo falta la voluntad para hacer las inversiones necesarias.

¿Y qué tan grave es el problema de hambre?

El 40 por ciento de todos los alimentos que producimos se pierde en los países en vía de desarrollo por falta de infraestructura, y Colombia es el ejemplo perfecto. Pero es más grave que en los países desarrollados se bota el 40 por ciento a la basura.

Solamente si lográramos que esta pérdida se disminuyera, nos ahorraríamos 1.600 de los 4.200 kilómetros cúbicos de agua que tenemos disponibles. En Nestlé vamos a seguir insistiendo en eso porque es parte de nuestra responsabilidad social.

ricavi@portafolio.co

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