Al tiempo que en Venezuela hay un clima tenso por cuenta de las protestas estudiantiles que ayer se tomaron el centro de Caracas debido a la promulgación de la nueva constitución, en Colombia aumenta la preocupación sobre la suerte de la economía del país vecino, cuya marcha ha sido fundamental para enmendarle la plana a las estadísticas de comercio exterior. La razón es que las señales que vienen del otro lado de la frontera son contradictorias, pues mientras algunos agregados muestran buenos resultados, otros dejan en claro que hay desequilibrios profundos que presagian un fuerte ajuste que no parece inminente, pero sí inevitable. Por el lado de las buenas noticias, todo indica que la economía venezolana continúa a la vanguardia regional, creciendo a tasas superiores al 8 por ciento, apenas por debajo de la de Panamá en América Latina. Esto a pesar de que la producción petrolera tuvo una reducción de 4,8 por ciento en el primer semestre, pero esa disminución ha sido más que compensada por la marcha de otros sectores. Buena parte de lo ocurrido tiene que ver con un impresionante auge de 18,9 por ciento en el consumo privado, que despertaría gritos de horror si sucediera en Colombia. Por ejemplo, la cartera del sistema bancario creció a un ritmo anual del 80,8 por ciento hasta agosto pasado, mientras que las importaciones llegaron a la cifra de 20.081 millones de dólares en la primera mitad del año, con un crecimiento de 42,8 por ciento. Como consecuencia de esa dinámica, que también incluye un buen comportamiento de la actividad edificadora, el desempleo ha caído a niveles de un dígito, ubicándose en 9,2 por ciento. Pero al mismo tiempo que los centros comerciales y las vitrinas de exhibición de vehículos reciben más público que el normal, también hay motivos de preocupación. Uno de ellos es el aumento de la inflación, cuyo acumulado llegó a 13,6 por ciento en octubre, por encima de la meta oficial de 12 por ciento para el año. Al mismo tiempo, existe inquietud por el alto ritmo del gasto público que algunos consideran insostenible si las buenas condiciones actuales cambian. Esa circunstancia, sumada a la creciente hostilidad del Gobierno de Hugo Chávez hacia la inversión extranjera, y complementada con el cambio en las reglas de juego, explica por qué el margen de riesgo de los bonos de deuda venezolanos es más del doble del promedio latinoamericano. Tales desajustes se expresan igualmente en el frente cambiario, pues la tasa del mercado negro es cercana a los 6.000 bolívares por dólar, casi tres veces la cotización oficial. En todo este panorama, Colombia ha salido bien librada. En los primeros sietes meses del año las exportaciones a Venezuela alcanzaron los 2.301 millones de dólares, 73 por ciento más con respecto a igual período del 2006. Así las cosas, la Cámara Colombo Venezolana estima que al finalizar el año, las ventas de productos nacionales en el mercado vecino ascenderán a 4.399 millones de dólares, una cifra sin precedentes. Buena parte de lo ocurrido tiene que ver con la industria automotriz, cuyos despachos podrían llegar a 900 millones de dólares, pero lo más destacable es la llamada industria liviana que hasta julio había tenido un aumento de 104 por ciento en sus exportaciones. Con semejantes ritmos, es comprensible por qué muchos productores colombianos que están disfrutando la fiesta fruncen el ceño al saber que, tarde o temprano, esta terminará. Si bien es cierto que los precios del petróleo siguen disparados y que eso probablemente prolongará la celebración, también es evidente que las cifras actuales de consumo y de comercio exterior son insostenibles. Por tal motivo, lo importante es estar preparados y escuchar las experiencias de quienes tuvieron que sortear las dificultades, cuando en años pasados la economía venezolana tuvo también períodos de expansión, seguidos de contracciones. Eso no quiere decir, y vale la pena repetirlo hasta la saciedad, que la crisis sea inminente. Sin embargo, las cifras son tozudas e indican que la prosperidad venezolana tiene los días contados. Venezuela tiene cifras buenas y malas que hacen prever un ajuste eventual, pero no inminente, con consecuencias para los exportadores colombianos.
Finanzas
02 nov 2007 - 5:00 a. m.
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