Cuál es la realidad de lo que ocurre en las entrañas del imperio con relación a este tema es imposible de saber, pero me atrevería a afirmar que las demoras de nuestro TLC poco tienen que ver con los temas colombianos y, en cambio, mucho con la política doméstica norteamericana. Como decía al comienzo quienes han seguido esta negociación saben que la misma tiene algunas fechas claves que, de una o de otra manera, van a incidir en lo que ocurra con la aprobación del tratado. A mi modo de ver eso, más que cualquier cosa, es lo que puede explicar lo que tiene tan desconcertado a muchos en Colombia. El tema central tiene que ver con el proceso electoral para renovar parte del Congreso de los E.U. en el mes de noviembre. Es bastante claro que la posición política del presidente Bush es bastante débil y son muchos los reveses que ha tenido en los últimos meses. No es, por el otro lado, que se esperen grandes cambios en los comicios por venir, pero lo que no se puede perder de vista es que el Congreso actual está bastante parejo en términos de participación entre demócratas y republicanos y lo que puede llegar a ocurrir es que se den cambios en el balance de algunas comisiones. El poder que otorga el tener la mayoría en comisiones claves y las presidencias de algunas de ellas es algo que deben tener los demócratas como una de las metas importantes de su estrategia electoral. Pues bien, para nadie es un secreto que los acuerdos de comercio del estilo de nuestro TLC no son santo de la devoción de muchos demócratas y más de un republicano, respondiendo a intereses locales, asumirá sin reticencias posiciones poco favorables a la aprobación de más tratados. No es apoyando las amenazas de que se pueden perder puestos de trabajo por cuenta de estos tratados que van a obtener los votos. Difícilmente, por su parte, el Gobierno va a darle fuerza a la consideración de un TLC en este momento en que el proceso electoral toma fuerza. Hasta que no haya más claridad sobre el asunto electoral difícilmente este tema tendrá el momento para poder ser discutido en el Congreso y los tiempos no son fáciles. La mejor opción es que se lleve a lo que se denomina el lame duck period que corresponde a las sesiones que pueden desarrollarse entre las elecciones y la posición del nuevo Congreso en diciembre. Esto, sin embargo, dependerá de los resultados de noviembre. Y, como si fuera poco, en julio de 2007 expiran las facultades del presidente Bush para la negociación por la vía rápida (TPA). Si no se logra la aprobación del tratado en el período mencionado o en los primeros meses del próximo año vamos a tener que esperar largo rato para tener un TLC. Lo concreto, por el momento, es que los beneficiarios del Atpdea tendrán, a partir de enero, dificultades mientras se encuentra algún sistema de transición y contar con un TLC en operación puede llegar a requerir de mucho más tiempo del que se hubiera querido y todo ello por causas completamente por fuera del control de Colombia. Ricardo Villaveces P. Ex presidente de Asocaña "Los acuerdos de comercio del estilo de nuestro TLC no son santo de la devoción de muchos demócratas".
Finanzas
07 ago 2006 - 5:00 a. m.
Sin sorpresas
Quienes han tenido la paciencia de seguir esta columna recordarán las múltiples ocasiones en que me he referido a la importancia de seguir el proceso político norteamericano para entender lo que puede ocurrir con nuestro TLC. Por estos días periódicos y revistas manifiestan la extrañeza por la suerte del tratado y se especula sobre posibles razones relacionadas con nuestra situación particular. Que si la negativa a extraditar a los paramilitares, que si los acercamientos a Chávez etc., etc.
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