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Finanzas

29 oct 2005 - 5:00 a. m.

La terrible noche que detuvieron al oso Yogui

Dispuesto a ganar por glamorosa diferencia el premio al mejor disfraz en la fiesta de la empresa con motivo del Halloween, me rompí la cabeza buscando el personaje. Descarté a El Zorro porque qué iba a ir sin Catherine Zeta Jones. No intenté con Superman, El Llanero Solitario o Drácula porque están muy trillados.

POR:

Mi mente se iluminó cuando me vi vestido de oso, al mejor estilo de los dibujos animados. ¿Por qué no el oso Yogui, merodeando cestas de comida en un parque imaginario? ¿Qué tal ensayar su “hey-hey-hey”, hasta que sonara verdaderamente a oso? ¿Podría alguien competir con mi disfraz magnífico, mi corbata verde, mis pequeñas orejitas y i cuerpo descomunal? Todo iba bien hasta que mi esposa se negó a vestirse de Boo - Boo (léase Bu - Bu), fiel amigo del plantígrado elegido, y me mandó solo a hacer el oso Yogui.Me acomodé en el carro con mi monumental, afelpada y rellena cola de oso y mi rabito diminuto, pegado estratégicamente en mi vestido enterizo que ocupaba casi las sillas de piloto y copiloto y me ensartaba ingratamente el freno de mano. Cuando salí del garaje alcancé a escuchar cómo mis hijos decían a sus amigos que ese no era su padre.Mientras manejaba, me imaginé recibiendo el premio al mejor disfraz, oí los aplausos y los “ ¡Viva el Oso Yogui!”. Entonces escuché un pito y vi al agente de Policía que sostenía la señal de PARE y me indicaba el retén.Me esperaba la comandante y tenía un transmisor. Pensé que iba a sonreír al ver mi ingenioso disfraz, pero no, se quedó muy seria.Hey, hey, hey --dije para romper el hielo--. Soy el Oso Yogui.La comandante se alejó del carro y alcancé a escuchar que transmitía con sigilo: “Atención unidades: civil sospechoso, identidad encubierta”. Bajó el tono de su voz y dijo: “Responde al alias de ‘Yogui’”.La cosa no iba por buen camino. Así que decidí aclarar: “Era una broma, comandante, mi nombre verdadero es…”. Pero ella fue tajante: “Descienda del vehículo ”.--No puedo --dije.--Ah, ¿se resiste? --preguntó la comandante con seriedad y ya todos sabemos lo serias que son las mujeres policía. Y transmitió: “Necesito refuerzos, puede tratarse de un oso-bomba.”Los agentes me ayudaron a bajar. Lo logramos media hora después. Una voz salió del transmisor: “Describa al sujeto”. La comandante se esforzó en la precisión. “Tiene dos pequeñas orejas que sobresalen de un sombrero verde –-dijo--. Y una nariz muy grande. Negra. En el vestido parece esconder algo, al nivel de la cola. Insiste en comunicarse con alguien llamado Bu - Bu, a quien identifica como su esposa”.Ella llegó en una patrulla, justo en el momento en que analizaban todo el algodón extraído de mi cola. Amanecía cuando terminaron de identificarme. La comandante me ofreció disculpas, pero me explicó que se habían extremado las medidas de seguridad en Bogotá. Encargó a una patrulla para que nos acompañara hasta la casa. “No era conveniente que el Oso Yogui condujera su automóvil por ahí”, dijo sonriente. Mis hijos me miran como el agente Smith. Bu - Bu no me dirige la palabra.

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