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Carlos

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Finanzas

29 may 2008 - 5:00 a. m.

Más vale tarde...

Más vale tarde...

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29 may 2008 - 5:00 a. m.

La presentación en el día de ayer del Plan Nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, más conocido como Plan TIC, es una buena noticia para Colombia. La razón es que por primera vez existe en el país una estrategia de largo plazo, con instrumentos específicos, para cerrar la llamada brecha digital. El trabajo fue producto del esfuerzo del Ministerio de Comunicaciones, que desde hace meses inició un proceso que incluyó consultas con la academia y el sector privado. Aunque lo hecho recibió comentarios elogiosos de los diversos participantes, quizás lo único que hay que lamentar es la demora para meterle el diente a un tema que es clave para cualquier economía que quiera crecer.

De tal manera, la definición de una ruta llega años después de que otros Estados del continente hicieran lo propio y estén cosechando resultados que, en el caso nacional, forman parte todavía de la categoría de las promesas. Quien lo dude no tiene más que mirar las clasificaciones hechas sobre la materia.

Según la medición adelantada por el Foro Económico Mundial e Insead para el período 2006-2007, Colombia ocupa la posición 64 entre 122 países con una puntuación de 3,59 sobre un máximo de 7,0. En la región el país está por detrás de Chile (puesto 31), Jamaica (45), México (49), Brasil (53), Costa Rica (56), Uruguay (60), El Salvador (61) y Argentina (63). Un segundo indicador elaborado por la misma entidad y conocido como el Índice de Tecnología muestra que el país descendió 18 posiciones entre el 2001 y el 2005. Por último, otra clasificación realizada por The Economist señala que entre el 2002 y el 2008, la caída fue de 15 lugares, a pesar de que la calificación general mejoró. Dicho de otra manera, Colombia avanzó, pero los demás lo hicieron más rápido.

Por tal motivo, el desafío es pasar de los lugares intermedios a los de vanguardia. Para hacerlo se necesita un esfuerzo de años, al igual que políticas que estimulen la adopción y el uso de las nuevas tecnologías. Aunque eso puede sonar difuso para algunos, el ejemplo de que un cambio rápido es posible, es el de la telefonía celular cuya penetración era de un 10,5 por ciento de la población en el 2002 y que llegó al 77,2 por ciento en diciembre pasado. Eso fue posible gracias a la intensa competencia entre los operadores, a las tarifas a la baja y al convencimiento general de que tener un aparato móvil es útil por razones personales y profesionales. De allí que sea necesario propiciar un clima similar.

Lo anterior no quiere decir que los avances hayan sido inexistentes. Por ejemplo, la proporción de municipios con acceso a Internet de banda ancha pasó de 6,3 por ciento en el 2005 a 43,4 por ciento en el 2007. A su vez, el número de computadores promedio por cada 100 habitantes avanzó de 3,4 en el 2002 a 8,4 el año pasado, mientras que los usuarios de Internet de banda ancha sumaron 9,5 millones en diciembre, de acuerdo con la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones.

Pero hechas esas consideraciones, es necesario avanzar todavía más rápido. Por eso, resultan fundamentales los 1,5 billones que presupuestó el Ministerio de Comunicaciones para impulsar las TIC en los próximos dos años. Si ese dinero se invierte bien sería posible darle acceso de banda ancha al 70 por ciento de los municipios y a 40 por ciento de los hogares, así como lograr que 7 de cada 10 maestros estén capacitados en nuevas tecnologías.

También en este tema es necesario que el Gobierno como un todo entienda que el Plan TIC no es una excentricidad de un ministerio, sino que es una política de Estado. La disparidad que existe entre los servicios en línea y la información que entregan las entidades públicas muestran que, con excepciones, las semillas de la modernidad no caen en terreno fértil.

Ahora, sin embargo, la oportunidad está ahí. Más allá del mapa trazado, el desafío es poner manos a la obra para recuperar el tiempo perdido y volver realidad los propósitos de un plan que se demoró, pero al cual se le puede aplicar ese refrán que dice que 'más vale tarde, que nunca'.

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