Al iniciarse el 'viernes negro' (como se conoce el viernes después del Día de Acción de Gracias en E.U.) hubo un flujo de personas mayor que el esparado, por la renuencia que han mostrado los consumidores a gastar en artículos que no sean 'estrictamente necesarios'.
Sin embargo, el entusiasmo se vio atemperado por pronósticos de que este será el peor viernes negro en muchas décadas, a pesar de que hubo bastante movimiento.
Resultó claro que, pese a que las multitudes se concentraron en centros comerciales y en negocios, tratando de obtener mercancías con grandes descuentos, el temor por la situación económica atemperó las compras. Los despidos masivos, el endurecimiento del crédito y la disminución en las pensiones, obliga a los clientes a mostrarse más parcos que en otros años.
Los comercios minoristas ampliaron sus horarios de atención al público. Algunos abrieron sus puertas a medianoche, y ofrecieron rebajas en sus productos, algunas de las cuales superaron con creces a las hechas durante noviembre.
Muchos consumidores, llevando en sus manos folletos de negocios, se concentraron el viernes en buscar exclusivamente gangas. Algunos dijeron que piensan gastar mucho menos este año, agobiados por la situación económica y el aumento en los gastos de alquileres, electricidad, gas y alimentos. Incluso los padres que limitaron sus gastos prenavideños a comprar juguetes para sus hijos dijeron que la crisis financiera los obliga a ser avaros.
El 'viernes negro' que sigue al Día de Acción de Gracias, es llamado así porque en Estados Unidos ha sido históricamente el comienzo de la temporada en que los comercios minoristas salen de sus balances ''en rojo'' (pérdidas) y comienzan a obtener ganancias que recompensan por el resto del año.
Pero en el 2008, la esperanza de borrar las pérdidas parecía bastante escasa. Y eso, pese a que algunos negocios ofrecieron productos, como aparatos eléctricos y ropas, con un descuento de hasta el 70 por ciento de su valor original.