En momentos en que la producción petrolera del país ha superado el millón de barriles por día en promedio, las noticias no han sido igual de buenas en el frente del transporte.
El año no comenzó bien en materia de seguridad para la infraestructura petrolera del país, aun cuando hubo una tregua unilateral de las Farc por espacio de 20 días en enero.
Aunque hasta ahora no se ha sentido un impacto fuerte, no hay que perder de vista que los atentados pueden afectar la marcha de la locomotora minero-energética.
Según cifras del ministerio de Defensa, este año se han registrado 24 hechos violentos contra oleoductos, la mayoría de ellos después del 20 de enero pasado.
El 70 por ciento de estos ataques se perpetró contra el oleoducto El Oso en Putumayo, el cual se encontraba fuera de operación, cuando fue objeto del ataque, razón por la cual no ha habido mayor impacto económico y ambiental.
Incluso, el Centro Seguridad y Democracia, que les hace seguimiento mensual a estos temas, señala que el primer mes del 2013 fue el más violento de los últimos seis años para la infraestructura económica del país, con 14 ataques frente a 4 que se registraron en enero del 2012.
De todas formas, fuentes del Ministerio de Defensa aseguran que a pesar del incremento de las acciones contra la infraestructura, tras el fin de la tregua de las Farc, el impacto ha sido menor, pues la magnitud de los atentados ha sido menor.
“Lo que está pasando es que los grupos violentos están cometiendo hechos cada vez más pequeños pero seguidos, con el fin de crear la sensación de deterioro del orden público”, dicen las fuentes.
Parte de los atentado ha estado orientados principalmente al oleoducto Caño Limón - Coveñas (que tiene 790 kilómetros entre Arauca y la costa norte) y al oleoducto Transandino, que cuenta con poco más de 300 kilómetros entre Putumayo y Nariño.
“Los recientes ataques en contra de la actividad y del personal son algo que preocupa porque tiene un impacto negativo en la imagen del país, pero confiamos en que la labor de la fuerza pública va a ser exitosa y en que se va retomar una tendencia de disminución”, dice el presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), Alejandro Martínez.
Aunque el impacto ha sido mínimo, preocupa que pueda presentarse una situación similar a la del año pasado, en la cual los esfuerzos para extraer más crudo, en distintos campos del país, se vieron, en parte, truncados ante la eventualidad de que el petróleo no pudiera ser transportado.
Para este año, la meta del Gobierno es que la producción del paísesté cercana a los 1’060.000 barriles por día, y las cifras de las primeras semanas del año muestran que vamos por buen camino, al mantener la extracción por encima del millón de barriles.
Aún así, lo sucedido el año pasado dejó experiencias, y, por eso, la industria ha analizado algunas alternativas. Por ejemplo, se ha optado por despachar parte del crudo por medio de oleoductos distintos a Caño Limón - Coveñas. Y en el caso del sur del país, una opción que se está estudiando es pasar parte de la producción hacia Ecuador y evacuarla por allí.
Lecciones de un año difícil para la seguridad petrolera
Y es que uno de los principales palos en la rueda de la locomotora minero-energética el año pasado fueron los problemas de seguridad. En el 2012, se registraron 151 ataques contra la infraestructura de transporte de crudo, lo cual limitó la producción petrolera y, por ende, las ventas al exterior. Los meses con mayor impacto fueron junio y agosto.
Incluso, los inconvenientes de transporte provocaron una disminución en las metas de extracción, en especial de Ecopetrol.
Esto ha desembocado en un incremento en el pie de fuerza orientado a preservar la seguridad. Se estima que un tercio del Ejército está ocupado en preservar la infraestructura.