Recientemente organismos internacionales, tales como el Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han dado a conocer cifras sobre la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe. Lo que esta nota desea resaltar es el comportamiento de esta variable durante los pasados 18 años, en los países de la Alianza del Pacífico –Chile, Colombia, México y Perú.
La inversión extranjera directa es un indicador muy importante en la economía de los países, dado que tiene un notable grado de efecto multiplicador, es decir se trata de una variable estratégica en el comportamiento de los mercados y las dinámicas sociales. Especialmente, afecta al empleo y con ello, se relaciona con la apertura de oportunidades para la población.
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Para 2018, el país que presenta mayor inversión extranjera directa (IED) en términos de porcentaje de su producto interno (PIB) dentro de la Alianza del Pacífico, es Chile, con 102 por ciento. De hecho este país venía teniendo porcentajes altos de IED desde 2014, con un valor para ese año, de 88 por ciento de su PIB. Esta variable viene a confirmar a Chile cómo parte de las economías latinoamericanas más funcionales, con relativamente altos niveles de desarrollo, bajos niveles relativos de pobreza, indigencia y criminalidad.
El segundo lugar en IED en función de porcentaje del PIB, lo ocupa Colombia, para 2018, con un valor de 58 por ciento. En esto es posible que las nuevas condiciones de gobierno, además de la implementación de los acuerdos de paz, puedan tener algún efecto. En todo caso es de esperarse que este nivel de inversiones pueda consolidarse y que el mismo pueda jalonar la creación de más empleos en el país. Es de recordar, que Colombia tiene un relativo crecimiento económico aceptable, pero que los niveles de desempleo en el país no han disminuido tanto como era de esperarse.
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México y Perú casi tienen el mismo porcentaje de IED sobre el PIB, con valores de 48 y 46 por ciento respectivamente. Estos países tenían para 2001 este indicador, con cifras de 21 y 23 por ciento. En todo caso, la economía mexicana presenta, como era de esperarse, mayor dependencia de la dinámica productiva de Estados Unidos. Se estima que un 87 por ciento de las exportaciones mexicanas tienen por destino la potencia del norte. Perú, por su cuenta, tiene más diversificados sus socios comerciales.
Es alentador verificar los incrementos que los diferentes países han tenido en términos de la IED, cuando se reconoce que estos valores para Chile eran de 58 por ciento del PIB en 2001, y de 16 por ciento de este indicador para Colombia.
Lo importante, en todo esto de la inversión extranjera y el crecimiento económico, es que estas variables puedan involucrar dinámicas que lo hagan sostenible el nivel de empleos productivos y que generen una ampliación de la demanda interna de las naciones. Es importante, es imprescindible, la competitividad externa, pero eso debe ir más allá de las cifras macroeconómicas, para hacer sentir sus benéficos efectos en grandes sectores de población, a fin de alcanzar niveles progresivos de desarrollo económico y social.
Giovanni E. Reyes,
Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.
Profesor Titular y Director de la Maestría en Dirección de la Universidad del Rosario.