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Economía

11 abr 2022 - 8:46 a. m.

La inflación apunta a ser un ‘dolor de cabeza’ duradero

Según la FAO, el valor de los alimentos en el mundo llegó a su punto más alto en la historia. Esto ocurrió durante marzo del 2022.

Inflación

Según la FAO, el valor de los alimentos en el mundo llegó a su punto más alto en la historia el mes pasado.

El Tiempo

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Aunque desde siempre las personas han afirmado que “todo está carísimo”, hoy en día las estadísticas oficiales les dan la razón a muchos colombianos.

A continuación el análisis que el experto Ricardo Ávila realizó para El TIEMPO sobre la situación de la elevada inflación en Colombia.

(Inflación no frena venta de pescado en Semana Santa).

EL PANORAMA

El 5 de abril, el Dane reportó que la inflación en marzo había sido de 1%, por lo que el dato de los últimos 12 meses ascendió a 8,53%. De nuevo, el mayor aporte lo tuvo el segmento de alimentos y bebidas no alcohólicas, cuyo incremento anual va en 25,37%.

Según las ponderaciones que hace la entidad, esta situación afecta en mayor medida a los hogares pobres, pues mientras un hogar de estrato alto destina algo más de un 8% de sus ingresos a la comida, para una familia que está en la base de la pirámide la proporción es casi una cuarta parte.

De hecho, un cálculo hecho por la Anif muestra que el mayor costo de la canasta familiar llevaría a que la población colombiana en condición de pobreza extrema aumente en más de dos millones de personas, lo cual sería un retroceso en materia de bienestar social.

En consecuencia, el Banco de la República ha venido aumentando la tasa de interés que les cobra a las entidades financieras, algo que eventualmente servirá para enfriar el consumo y, según Ávila, llevará a que las aguas vuelvan a su cauce.

Una fórmula similar se viene empleando en los cinco continentes, pues, en cuestión de meses, la inflación se convirtió en la gran preocupación de ministros y de banqueros centrales presionados para mostrar resultados a la mayor brevedad.

(Los alimentos que más han aumentado de precio por la guerra en Ucrania).

Lo que en un comienzo se interpretó como un fenómeno temporal de corta duración, propio de la pandemia, apunta a ser un dolor de cabeza duradero.

EL BALANCE PREVIO

Una vez disminuyeron las restricciones asociadas al covid-19, los precios comenzaron a subir por cuenta de que la demanda de productos manufacturados y primarios se recuperó con mucha más rapidez que la oferta, luego la guerra en Europa Oriental complicó mucho las cosas.

Ucrania y Rusia son grandes exportadores de minerales, hidrocarburos y cereales. Mientras la primera enfrenta un bloqueo naval que le impide sacar productos por el mar Negro, las sanciones comerciales y financieras que golpean a su agresor lo han sacado, en la práctica, de múltiples mercados.

Según la FAO, el valor de los alimentos en el mundo llegó a su punto más alto en la historia el mes pasado. El organismo afirma que el salto es de 34% frente a los niveles de hace un año, poniendo en riesgo el acceso a la nutrición adecuada de cientos de millones de personas.

A lo anterior se suman petróleo y gas, que siguen fluyendo de los países afectados por el conflicto, pero en menor cantidad. La probabilidad de que Occidente deje de comprarles estos insumos a los rusos aumenta día a día, así le traiga a la Unión Europea grandes dolores de cabeza por ser parte fundamental de su canasta energética.

De hecho, la decisión del bloque comunitario de suspender las compras de carbón tras constatarse el asesinato de civiles en poblaciones como Bucha, saca de circulación 48 millones de toneladas del mineral, cifra que casi equivale a lo que Colombia vende de ese combustible en un año.

(Los 5 datos más relevantes de la pobreza en Colombia y A. Latina).

Para Ávila, nada lleva a pensar que la situación vaya a mejorar en el corto plazo.  Los analistas señalan que viene una nueva ofensiva en la región ucraniana del Donbás, lo cual ocasiona un éxodo creciente por quienes temen la brutalidad de Moscú, el escalamiento parece inevitable.

Además, la siembra de semillas de trigo, que en otras circunstancias debería pasar ya para que sea cosechado en el otoño, solo sucederá de manera parcial. Lo que hace prever que la estrechez será la norma durante un buen rato.

Otra dificultad mayúscula es la ausencia de fertilizantes, pues los castigos a Bielorrusia han hecho más aguda la falta de insumos como la potasa. Los rendimientos de múltiples cultivos tenderán a disminuir en aquellos países que no sean autosuficientes en este caso.

Como si lo anterior no fuera suficiente, aparece otra dificultad debido al confinamiento que golpea a Shanghái por el coronavirus, pues se teme que el eslabón de los despachos marítimos vuelva a quebrarse, prolongando los tropiezos logísticos del pasado reciente.

En resumen, según Ávila, la mezcla de costos más altos, de transporte y producción, se combina con cuellos de botella significativos en la oferta de numerosos bienes, que apunta a ser de largo aliento.

Esos trastornos llevan a expresiones de descontento que son más la norma que la excepción, como lo atestiguan las manifestaciones de los últimos días en India, el paro de camioneros en España o los disturbios en Perú, cuyo detonante inicial fue la carestía.

LAS CONSECUENCIAS

Para Ávila, un desafío económico se convierte, entonces, en uno social y político. 

En lugar de dejar que los técnicos hagan la tarea que les corresponde, puesto contra la pared por una opinión hostil agobiada por las alzas, más de un gobierno empieza a ofrecer remedios que en ocasiones empeoran la enfermedad, como un alza extraordinaria del salario mínimo, que fue el intento de Pedro Castillo de aplacar los ánimos desde la sede de la presidencia en Lima.

Otros recurren a los controles de precios, algo que se ha empleado en Argentina más de una vez sin que sirva mucho, como tampoco funcionó en incontables ocasiones a lo largo de la historia de la humanidad.

Por lo que, según Ávila, resulta clave desactivar la espiral alcista con la adecuada combinación de herramientas de tipo monetario, manejo de expectativas, buenas comunicaciones y credibilidad de las autoridades económicas.

Pero eso no siempre recibe el respaldo de presidentes y primeros ministros que lamentan los apretones y los mayores intereses, sin entender que un tercero, como un banco central independiente, les hace el favor de tomar decisiones que son impopulares e indispensables.

Lo anterior no se contrapone con la puesta en marcha de estrategias orientadas a impulsar la oferta de determinados productos, como puede ser estimular ciertas siembras.

En el decálogo también se encuentran apoyos puntuales a los grupos de la población más vulnerables a las alzas. En Colombia, eso es lo que propone el exministro José Antonio Ocampo. “Una mejora, así sea temporal, de los montos que distribuyen los programas de transferencias, protegería a mucha gente del coletazo”, sostiene el actual profesor de la Universidad de Columbia.

ELEMENTOS A FAVOR

De un lado, para Ávila, está la bonanza en las cotizaciones de los principales renglones de exportación le da más dinero al fisco, que a su vez cuenta con un margen de maniobra más alto para adelantar programas de gasto focalizados.

Por otra lado, está la apreciación del peso frente al dólar, que hace menos onerosas las importaciones, simplemente por un efecto de tasa de cambio. Que lo que se trae de afuera se liquide hasta un 10% por debajo de los niveles de enero sirve para hacerles contrapeso a las alzas en el exterior.

Mención aparte merece la disminución de aranceles que hace menos oneroso traer un insumo del exterior. Justo cuando en muchas partes se elevan barreras, este es un paso en el sentido correcto.

Sin embargo, según Ávila, es muy probable que el mayor riesgo sea el político. La administración Duque debe cuidarse de no echarle gasolina al fuego de los precios, como cuando reajustó el salario mínimo hasta un millón de pesos mensuales en diciembre. Contribuir a la indexación sería una equivocación mayúscula y más si de lo que se trata es de recibir aplausos de la galería.

A su vez, el presidente que llegue está obligado a manejar el tema con cabeza fría. Al tiempo que aguanta la presión frente a las salidas de corte populista, necesita hacer mucha más pedagogía para que la tendencia de las alzas en 2023 sea hacia la moderación, comenzando con los costos laborales.

En esa estrategia resulta clave un equipo económico sólido y que inspire confianza, mientras el Banco de la República recibe el apoyo para que haga lo suyo.

De lo contrario, el peligro es que el remedio resulte peor que la enfermedad y que el dolor que tantos sienten en el bolsillo crezca. Por eso, aquí no valen los pañitos de agua tibia, sino las medicinas correctas, cuando se trata de mantener la inflación a raya.

ANÁLISIS DE RICARDO ÁVILA PARA EL TIEMPO

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