En el universo académico, el nombre del argentino Guillermo Calvo es todo un sello de autoridad. Este profesor de estudios internacionales y asuntos públicos, y también director del programa de dirección de Política Económica de la Universidad de Columbia en Nueva York, es un pionero en señalar el rol de los factores externos en las economías emergentes, sobre todo las latinoamericanas.
Durante su más reciente visita a Colombia, el especialista hizo un análisis de la coyuntura internacional y los escenarios que podrían variar en los países emergentes debido a las mayores tasas de interés que impulsa el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Además habló del impacto de China en el comercio latinoamericano y las crisis en diversos países emergentes.
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“La economía colombiana es fuerte y ha mostrado gran capacidad de respuesta cuando ha tenido cambios desfavorables, en términos de intercambio. Sin embargo, debe tener cuidado porque parte de ese éxito ocurrió cuando las tasas de interés eran bajas, algo que puede cambiar”, advierte el experto.
En entrevista con Portafolio, este investigador asociado en el Buró Nacional de Investigación Económica (NBER) de los Estados Unidos enciende una señal de alerta para el continente.
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¿Por qué se prende la alarma?
Estamos saliendo de un periodo en el que el capital era muy barato en el mundo a uno en el que hay situaciones de riesgo, debido a ciertas políticas que está siguiendo Donald Trump, las cuales podrían perfectamente acelerar la inflación en Estados Unidos. A lo anterior hay que agregar que la situación del sistema financiero de China -esto ya por otras razones más bien comerciales- parece tener problemas de cartera. Todo indica que el gobierno en Pekín está tratando de controlarlos, pero hasta el momento no ha encontrado la manera de hacerlo efectivamente. Aunque la crisis está siendo superada, debe esperarse que las tasas de interés suban a los niveles que regían antes: mientras en el pasado estaban entre 3 y 6 por ciento, ahora estamos en niveles del 2 por ciento. Si va a haber un alza paulatina, eso no debería traer dificultades serias, pero la inflación tiene la mala costumbre de sorprendernos.
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¿Puede uno argumentar que, de alguna manera, el manejo económico en un gran número de países de la región nos previene mejor ante los frenazos súbitos que usted menciona?
No hay que olvidar que la crisis asiática les pegó a países que pensábamos que no iban a tener este tipo de problemas, y hasta Corea del Sur, que ya se le consideraba y sigue siendo un país industrial, tuvo un shock de este estilo en el que el PIB cayó 10 por ciento.
Entonces, si viene una avalancha, ¿es imposible de detener?
Es como vivir en una zona de huracanes: si el huracán es más o menos suave y tengo la casa bien puesta, no hay problema. Pero si viene bien fuerte, no me puedo defender. Particularmente, porque en el mundo financiero no hay coordinación entre los países, entonces puede haber situaciones en que, de repente, una parte del mundo no quede bien protegida.
¿Qué consejo le daría usted a un banquero central de la región frente a esos peligros?
Creo que una de las pocas cosas que tenemos ahora, y que hay que defender, es la moneda nacional. Eso se defiende de manera que la gente piense que es sólida para las transacciones nacionales. Creo que defender la estabilidad de precios es fundamental: si se pierde eso, se pierde la política monetaria. Como Argentina hoy, que básicamente está dolarizándose de abajo para arriba y llegará un momento en que tendrá que reconocer que estaría mejor con el estilo de Ecuador.
Pero ese no es el punto ideal...
Tampoco, y vemos que Ecuador tiene problemas en este momento también.
¿Y qué consejo le daría a un ministro de Hacienda ante los riesgos que menciona?
Deberían coincidir las diferentes autoridades, para no ponerle presión al banco central. Creo que el que puede hacer más es este último al cuidar la liquidez y el crédito. Lo que el ministro de Hacienda respectivo puede hacer es balancear las cuentas públicas. Tener la casa en orden desde el punto de vista fiscal. Hoy, si un país no tiene sus cuentas en orden, el castigo de los mercados es mucho más grande.
¿Puede usted distinguir grupos de países que le preocupan más o menos? O si las cosas tienden a empeorar internacionalmente, ¿todos vamos a sufrir de la misma manera?
Tiendo más a ir en esa dirección, porque mi investigación me llevó a eso. En un trabajo que hicimos con Carmen Reinhart en 1993, di una vuelta por la región y a todos les iba bien: todos eran diferentes, pero había un factor común: la tasa de interés de Estados Unidos. Entonces, si bien los países no son iguales, sí viene un vendaval, probablemente nos va a pegar a todos. La región sigue siendo vulnerable.
Algunos economistas afirman que la prioridad central de América Latina debería ser aumentar su tasa de crecimiento, que sigue siendo muy baja...
El tema de crecimiento a mí me parece el más difícil, el que tiene menos respuestas concluyentes. Lo que yo veo en la región es que la tasa de ahorro es muy baja, mucho menor que la asiática, y si sabemos algo es que hay una correlación entre las tasas de ahorro y la de crecimiento de un país determinado.
En ese contexto, para crecer hay que tener la confianza de la gente que vive en una nación específica, como pasa con los asiáticos. Una persona que vive con una crisis cada cinco años, adopta otros patrones. Como lo demuestra el caso de Argentina, ahorrar en medio de la incertidumbre es muy complicado.
Es muy rico el menú de cosas que hay que hacer si queremos alentar el ahorro: el Estado tiene que salir del camino, más allá de ofrecer credibilidad con las políticas que adopte, y el sector financiero debe ofrecerle una base firme a la gente para que tenga confianza. Es fundamental el respaldo a un buen banco central.