El crecimiento del comercio entre los países de América Latina y la integración económica que actualmente ostenta la región traen oportunidades de desarrollo. Iniciativas como la Alianza del Pacífico, de la cual Chile y Colombia forman parte, garantizan el acceso de sus miembros a mercados mucho más amplios, generando oportunidades de cooperación en múltiples áreas.
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ÉXITO CONJUNTO
La amistad entre ambas naciones ha traído grandes beneficios. Históricamente hemos compartido una relación bilateral próspera, positiva y dinámica, que se evidencia en la amplia contribución mutua en los más diversos rubros, desde seguridad hasta economía, pasando por materias sociales y ambientales.
Ejemplos de esto son el Tratado de Libre Comercio entre los dos países, en vigencia desde el año 2009, y la creciente inversión chilena en Colombia, que desde 1990 hasta la actualidad asciende a los US$20.000 millones, con más de 250 empresas presentes en este mercado, que generan más de 100.000 empleos directos e indirectos.
El próximo paso, entonces, naturalmente es avanzar en el intercambio de servicios. Según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (Ocde), las transacciones en este ámbito generan casi dos tercios del Producto Bruto Mundial y no hay en la actualidad una actividad que emplee a más personas o produzca anualmente un mayor número de puestos nuevos.
Además, permite a los estados acceder nuevas tecnologías y mano de obra calificada, lo que diversifica y estimula su producción.
Tal y como lo ha señalado la Organización Mundial del Comercio, la oferta de servicios tiene claras ventajas relacionadas con el desempeño y avance económico de las naciones, mejorando el acceso de la industria a soluciones que generan eficiencias en la producción.
Asimismo, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) ha señalado que la región, para competir con otras zonas del mundo más avanzadas en esta área, como Asia, debe hacer un esfuerzo por producir servicios con mayor calidad a precios competitivos por medio de la colaboración pública y privada, sectores que también deben preparar una fuerza laboral que pueda enfrentarse a los retos del futuro por medio del aprendizaje de nuevas tecnologías e innovación.
CONOCIMIENTO
Esta tarea debe ir en paralelo a una mejora de los marcos regulatorios dentro de las iniciativas de integración latinoamericana y la promoción del desarrollo del capital humano.
Y es aquí donde el círculo se cierra. El comercio de servicios tiene consecuencias directas sobre el incremento de la innovación a través de la transferencia de tecnología y el, avanzado conocimiento.
Fortalecer este campo no sólo profundiza los lazos de cooperación internacional, sino que tiene una influencia directa en el incremento de competencias y la implementación de nuevas herramientas para los trabajadores.
De este modo, en el lugar de origen se genera empleo, incrementa la actividad económica y optimiza la producción en otros sectores, mientras que en el destino los productores locales pueden diversificar y aumentar la exportación de sus productos y sus colaboradores pueden contar con nuevas capacidades.
En octubre de 2016, hace apenas un año, los representantes de los países miembros de la Alianza Pacífico se dieron cita en Santiago para darle un impulso al comercio de servicios dentro de la iniciativa de integración.
En la capital chilena, los diplomáticos acordaron que el grupo de naciones debe consolidarse como líder de esta industria, además de enfocarse en la atracción de capitales para la inversión, a través de iniciativas que favorezcan la movilidad de profesionales, la preparación de una agenda digital conjunta y la promoción del uso de los servicios de cada nación que integra la Alianza.
Por eso Chile ha hecho una apuesta por fortalecer el desarrollo e internacionalización de este sector, desafío que congrega amplios esfuerzos públicos y privados para dinamizar y expandir la economía. Y sin duda hemos conseguido avances.
En el 2016, las exportaciones chilenas de servicios no tradicionales totalizaron US$ 1.008 millones, lo cual es el resultado del envío de más de 140 diferentes tipos de prestaciones a 122 mercados, según cifras de Dirección y ProChile. El 53% de dichas exportaciones en 2016 fueron a mercados latinoamericanos y 34% tuvieron como destino específico la Alianza del Pacífico.
UN BUEN SOCIO
Colombia es el tercer destino de envíos de servicios no tradicionales nacionales, ascendiendo a US$97 millones en el año 2016, creciendo 12 veces respecto del panorama del año 2007, posicionándose como uno de los mercados más dinámicos para las empresas del rubro y como un socio clave para Chile en su objetivo de seguir reforzando este campo en América Latina.
La oferta nacional en las áreas de ingeniería, tecnologías de información y economía creativa es amplia y diversa. Son sectores en los que nuestra experiencia puede aportarle al mercado colombiano y que hará que ambos países utilicen las relaciones bilaterales como generadores de progreso.
Por ejemplo, nuestra campaña “Pregunta por Chile, un mundo de servicios”, que llegó a Colombia el pasado mes de septiembre, tiene como objetivo promover el fortalecimiento de las relaciones comerciales por medio de la exportación de servicios confiables, rigurosos y creativos, que potencien el progreso de la industria local en América Latina.
La apuesta chilena es incrementar los lazos que unen a los dos pueblos. Así lo demuestra nuestro compromiso con los tratados y foros multilaterales, en donde una y otra vez hemos insistido en la importancia de fortalecer el comercio como motor de desarrollo para la región.
Nuestra próxima meta es profundizar el intercambio de servicios con Colombia, ofreciéndole a nuestros socios locales nuestra experiencia en desarrollar soluciones innovadoras para convertir los desafíos en oportunidades de crecimiento. Un paso natural que beneficiará a ambas naciones.
Myriam Gómez
Directora Ejecutiva de la Fundación Imagen de Chile