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Carlos

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Economía

13 sept 2018 - 9:43 p. m.

¿Quién será el próximo en caer?

Aunque los temores de que Colombia sea uno de los países más frágiles son infundados, hay algunas áreas de debilidad que deben enfrentarse.

Argentina

La crisis en Argentina ha desembocado en grandes protestas sociales en contra de las medidas económicas anunciadas por el Gobierno de Mauricio Macri.

AFP

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Portafolio
13 sept 2018 - 9:43 p. m.

El título de esta columna es una de las preguntas que más se repite durante las crisis emergentes. Siguiendo la narrativa de los episodios que cada cierto tiempo golpean al mundo en desarrollo, las grandes devaluaciones en Turquía y Argentina han disparado los temores a lo largo de nuestra región. En estas circunstancias proliferan todo tipo de análisis y opiniones acerca de cuáles son los países con mayor riesgo de contagio.

Precisamente en algunos reportes publicados en las últimas semanas, Colombia ha sido incluida en el grupo de las economías emergentes más frágiles. El factor que más se repite en estos severos juicios sobre el país es el déficit en cuenta corriente, ya que su nivel actual de más de 3,5% del PIB sigue siendo superior al promedio de nuestros pares.

(Lea: Colombia tiene la capacidad de responder a turbulencias de emergentes

Pese a lo relevante que es esta métrica, creemos que la fragilidad macroeconómica va mucho más allá del monto del desbalance externo. Resulta oportuno, por lo tanto, hacer una valoración de vulnerabilidad lo más amplia y exhaustiva posible.

Para tal fin, en el equipo de Investigaciones Económicas de Bancolombia tomamos como base una metodología del IIF (Institute of International Finance).

Dicho modelo parte de la base de que la posición de un país frente al resto del mundo debe incorporar variables como el monto y la composición de los flujos de capitales que llegan al país, el stock y el perfil de la deuda en moneda extranjera, y los coeficientes de reservas internacionales.

(Lea: Analistas creen que la recesión argentina se profundizará

Además, la metodología incluye otros dos aspectos que son determinantes para la resiliencia frente a los choques internacionales: el primero es la situación financiera doméstica, una economía cuyos agentes tienen apalancamiento mesurado, donde los inversionistas domésticos son los mayores oferentes de capital y en la cual no hay excesos en los mercados inmobiliarios está en una posición más favorable para afrontar los embates del entorno global.

El segundo aspecto es el marco de política económica. A través de indicadores que miden tanto la eficacia de las políticas monetaria y fiscal, así como el nivel de gobernabilidad del país, el modelo determina si las autoridades económicas cuentan con la credibilidad y el margen de maniobra para gestionar apropiadamente un episodio de estrés.

(Lea: Las duras medidas de Argentina para afrontar la crisis financiera)

Al incorporar todas estas dimensiones encontramos que Colombia no presenta en este momento una alta vulnerabilidad. Entre las consideraciones que sustentan esta conclusión están que el colchón externo del país se ha robustecido, que la deuda en moneda extranjera se mantiene en niveles moderados y es mayoritariamente de largo plazo, y que los flujos de inversión extranjera directa siguen fondeando una parte sustancial del déficit en cuenta corriente.

En el frente doméstico, vale la pena destacar que los agentes privados no tienen un endeudamiento excesivo, que los participantes locales son los más representativos en el mercado de capitales y que el mercado inmobiliario ha experimentado un ajuste ordenado.

En lo que respecta al marco de política, el Banco de la República no solo ha conseguido reconducir la inflación al rango meta, sino que también ha logrado que las expectativas inflacionarias permanezcan ancladas y ha evitado la tentación de suministrar un estímulo monetario excesivo.

Por su parte, el Gobierno Nacional ha venido cumpliendo con las metas de déficit pese a la caída de la renta petrolera.

La demostración más clara de lo robusto que es nuestro marco de política es que Colombia logró, en los últimos tres años, ajustarse de una forma ejemplar a uno de los choques más fuertes en su historia económica.

Pero no todas las noticias son buenas. Además del abultado déficit externo, nuestro análisis identifica algunas señales de alerta que han surgido en años recientes: la tendencia ascendente de la deuda pública y los pasivos en moneda extranjera, el incremento en las tenencias de TES por parte de los inversionistas foráneos y la necesidad de reformas de amplio alcance para seguir los preceptos de la regla fiscal.

La última advertencia, que es sin duda la más importante, es que la solidez que hoy exhibe la economía colombiana pende del hilo de los altos precios del petróleo. Según nuestro análisis, el indicador de vulnerabilidad de Colombia podrá mantenerse en su rango actual si las cotizaciones del crudo permanecen estables, o incluso si presentan correcciones moderadas. Sin embargo, en un escenario de caídas superiores al 20% pasaríamos a un grado de fragilidad alto.

En conclusión, esta mirada integral a la vulnerabilidad macroeconómica revela que los temores de que nuestro país vaya a seguir la suerte de Turquía y Argentina son infundados.

Sin embargo, también pone de manifiesto que la economía colombiana tiene áreas de debilidad que deben ser enfrentadas cuanto antes sea posible.

No podemos olvidar que, con el fin de la liquidez global abundante, los mercados financieros, que hasta hace poco pecaban por exceso de complacencia, serán cada vez más escrutadores.

Juan Pablo Espinosa
Director de Investigaciones Económicas Grupo Bancolombia

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