El pasado 23 de enero, mientras el presidente Iván Duque hablaba en el Foro Económico Mundial de Davos, el Ministerio de Hacienda realizó dos operaciones de deuda claves para el financiamiento de los gastos del Gobierno en 2019:
i) Emitió bonos en el mercado global por 2,000 millones de dólares, con una demanda de 6,3 veces, la más alta históricamente para una emisión en mercados internacionales; y ii) realizó la segunda subasta de la nueva referencia de títulos en pesos a mayor plazo del país con vencimiento en 2034, durante esta subasta se evidenció un encarecimiento del costo de financiación frente a la emisión de hace apenas dos semanas, por lo cual el Gobierno decidió emitir sólo un 66% de lo proyectado inicialmente para no subir sus tasas de endeudamiento a largo plazo (Tabla 1).
(Lea: ‘El país, en riesgo de recorte de calificaciones de Fitch y Moody’s’)
Lo anterior ocurrió en un contexto de incertidumbre por el retraso en la publicación del Plan Financiero del Gobierno para este año y por los recortes de presupuesto que se deberán hacer para cumplir la Regla Fiscal en 2019, dado el menor monto aprobado con la Ley de Financiamiento.
En este sentido, consideramos que los resultados de las emisiones de la semana pasada fueron ‘agridulces’, en la medida que:
i) La demanda sin precedentes en los mercados internacionales indica que la confianza de los inversionistas en el manejo económico del país se mantiene, a pesar del difícil contexto actual para los mercados emergentes.
(Lea: Banca, mejor pero pendiente de la volatilidad externa: Fitch)
ii) Nos preocupa la tendencia creciente en el costo de endeudamiento en pesos, especialmente teniendo en cuenta que el Plan Financiero actual indica que las emisiones pendientes de este año serán realizadas en el mercado local.
iii) El hecho de que actualmente las condiciones de financiamiento sean más favorables afuera del país que adentro, no está en línea con la estrategia de deuda de mediano plazo trazada por el Gobierno -la cual consideramos acertada- según la cual la participación de la deuda pública externa debe disminuir. Este último objetivo es fundamental para reducir la vulnerabilidad de Colombia ante un choque externo.
ATRACTIVO RELATIVO
En medio de un panorama internacional complejo, en lo corrido de 2019 se han materializado ganancias importantes en los bonos de algunos países emergentes; en contraste, los bonos de países desarrollados se mantienen prácticamente sin cambios.
Este panorama ha permitido que los inversionistas busquen mayores rentabilidades en otros mercados -sin dejar de ser selectivos- y en este proceso Colombia ha vuelto a ser un destino interesante.
En el balance de factores determinantes para la inversión de portafolio, y comparando con países de la región que compiten por capital foráneo, los fundamentales del país resultan interesantes frente a Brasil, mientras que respecto a México la fortaleza colombiana está en la estabilidad política.
RETOS INTERNOS
Respecto a los determinantes de la demanda de títulos locales, consideramos que hay tres factores que aumentan el riesgo de inversión en Colombia en comparación con otros países de la región.
Lo anterior impide tener un panorama despejado para las inversiones en deuda pública denominada en pesos, e inclina la balanza hacia emisiones en dólares.
Primero, el tipo de cambio, peso dólar se ha mantenido estable en lo corrido del año, pero los riesgos asociados han aumentado y la incertidumbre es alta. Bajo este contexto, la rentabilidad para un extranjero que invierta en títulos en pesos debe incorporar el costo de la cobertura cambiaria, lo que implica un retorno esperado menor de la emisión en pesos frente a la emisión en dólares.
Segundo, no es clara la situación fiscal del país, especialmente la sostenibilidad del ajuste requerido a partir de 2020. Por lo anterior, vemos una probabilidad no despreciable de que Fitch y Moody’s revisen este año a la baja la calificación crediticia del país al último escalón del grado de inversión.
Tercero, a nivel macroeconómico se espera que la recuperación continúe este año, sin embargo, el sesgo en materia de crecimiento económico es a la baja, como resultado del menor espacio fiscal para impulsar el gasto del Gobierno y del aumento de la carga tributaria para las personas naturales, que terminaría afectando el gasto de los hogares.
Ana Vera Nieto
Especialista de renta fija
Julio César Romero
Economista jefe de Corficolombiana